Solos no podemos ser felices.
Antiguos filósofos como Epicuro y renombrados psicólogos de hoy como Daniel Gilbert, han encontrado que las relaciones sociales son factor más importante en nuestro bienestar y felicidad.
Una investigación que viene siendo realizada por realizada por la Universidad de Harvard desde hace 77 años (comenzó en 1938), confirma lo anterior: lo que más importa en la vida son las relaciones que tenemos.
Por ejemplo, las personas que en la investigación reportaban tener relaciones sociales “afectuosas” disfrutaban de mejores ingresos, y de una probabilidad tres veces superior de haber alcanzado el éxito profesional.
¿Por qué las relaciones son tan importantes? Es cuestión de evolución.
Los seres humanos no somos los más fuertes ni los más rápidos en la naturaleza. Nuestro ascenso hasta la cumbre de la pirámide alimenticia se debió a la capacidad de comunicarnos con nuestros pares, y realizar acciones de manera coordinada (como cazar).
Es decir, dependíamos (y aun hoy dependemos) de las relaciones para sobrevivir.
Las relaciones sociales crean un espacio psicológico donde nos sentimos seguros. Una vez superamos los temores por nuestra supervivencia, cuando comprendemos que no estamos en peligro, podemos salir a explorar el mundo y aprender.
El software con que venimos dice que, o prosperamos en comunidad o nos condenamos a la infelicidad.
La felicidad es amor. Punto.
Existen otros factores que también contribuyen a nuestra felicidad. El trabajo y una adaptación psicológica a la vida ayudan, aunque en menor proporción.
La tecnología de la cual disponemos hoy (dispositivos electrónicos y redes sociales) ha mejorado nuestra capacidad de permanecer en contacto con nuestros seres queridos. No importa si viven en otro continente o en la calle de enseguida, les podemos escribir, escuchar e incluso ver con facilidad y a un coste mínimo. Algo impensable hace algunos años.
Pero esa misma tecnología que ha permitido acortar las distancias, cuando se trata de encuentros personales, del cara a cara, nos está saboteando.
Hoy es común tener los teléfonos móviles en la mano mientras estamos junto a amigos, colegas o familiares. Lo que hace que dividamos nuestra atención entre aparatos y personas.
¡Fatal! ¡Muy mal!
En el libro Are You Fully Charged (magnífico por cierto), su autor Tom Rath explica lo que es el efecto iPhone y sus perniciosas consecuencias:
Antiguos filósofos como Epicuro y renombrados psicólogos de hoy como Daniel Gilbert, han encontrado que las relaciones sociales son factor más importante en nuestro bienestar y felicidad.
Una investigación que viene siendo realizada por realizada por la Universidad de Harvard desde hace 77 años (comenzó en 1938), confirma lo anterior: lo que más importa en la vida son las relaciones que tenemos.
Por ejemplo, las personas que en la investigación reportaban tener relaciones sociales “afectuosas” disfrutaban de mejores ingresos, y de una probabilidad tres veces superior de haber alcanzado el éxito profesional.
¿Por qué las relaciones son tan importantes? Es cuestión de evolución.
Los seres humanos no somos los más fuertes ni los más rápidos en la naturaleza. Nuestro ascenso hasta la cumbre de la pirámide alimenticia se debió a la capacidad de comunicarnos con nuestros pares, y realizar acciones de manera coordinada (como cazar).
Es decir, dependíamos (y aun hoy dependemos) de las relaciones para sobrevivir.
Las relaciones sociales crean un espacio psicológico donde nos sentimos seguros. Una vez superamos los temores por nuestra supervivencia, cuando comprendemos que no estamos en peligro, podemos salir a explorar el mundo y aprender.
El software con que venimos dice que, o prosperamos en comunidad o nos condenamos a la infelicidad.
La felicidad es amor. Punto.
Existen otros factores que también contribuyen a nuestra felicidad. El trabajo y una adaptación psicológica a la vida ayudan, aunque en menor proporción.
La tecnología de la cual disponemos hoy (dispositivos electrónicos y redes sociales) ha mejorado nuestra capacidad de permanecer en contacto con nuestros seres queridos. No importa si viven en otro continente o en la calle de enseguida, les podemos escribir, escuchar e incluso ver con facilidad y a un coste mínimo. Algo impensable hace algunos años.
Pero esa misma tecnología que ha permitido acortar las distancias, cuando se trata de encuentros personales, del cara a cara, nos está saboteando.
Hoy es común tener los teléfonos móviles en la mano mientras estamos junto a amigos, colegas o familiares. Lo que hace que dividamos nuestra atención entre aparatos y personas.
¡Fatal! ¡Muy mal!
En el libro Are You Fully Charged (magnífico por cierto), su autor Tom Rath explica lo que es el efecto iPhone y sus perniciosas consecuencias:
Un estudio del 2014, llamado “El efecto iPhone”, reveló cómo la mera presencia de un smartphone puede arruinar una conversación. En un experimento con 200 participantes, los investigadores encontraron que la simple colocación de un dispositivo de comunicación móvil en la mesa, o la sujeción del mismo en la mano por parte de los participantes, iba en detrimento de la conversación. Cada vez que el teléfono era visible, la calidad de la conversación fue calificada como menos satisfactoria en comparación con las conversaciones que tuvieron lugar en ausencia de dispositivos móviles. Las personas reportaron tener mayores niveles de empatía cuando los teléfonos no eran visibles.
Si queremos disfrutar de mejores relaciones y de paso, ser más felices y exitosos económicamente, debemos aprender (de nuevo) a prestar atención.
Dar toda tu atención a los demás demuestra lo mucho que valoras sus pensamientos, opiniones y su tiempo. Escuchar atentamente lo que otra persona está diciendo es una gran manera de forjar nuevas relaciones e invertir en tus amistades existentes. Dedicar un poco de tiempo a entender la perspectiva de otra persona también te ayudará a aprender, crecer y ampliar tu forma de pensar.
Finalmente.
Cuando elijas dedicar tiempo a otra persona, ya sea durante una cena, o ir de paseo a alguna parte, o salir a caminar, dedícale a esa persona toda tu atención. Hablar por el teléfono, usar aplicaciones, o leer mensajes le dice a los demás que no valoras su tiempo lo suficiente. Si elegiste estar con ellos, haz que valga la pena.
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