A principios de los 80, Jobs convenció a John Scully, por entonces presidente de Pepsi-Cola, de ser el CEO de Apple. Buscaba alguien con más experiencia en operaciones y marketing, pero los choques de personalidad, los diferentes estilos de gestión y las visiones opuestas de Apple dieron lugar a fuertes discusiones. Finalmente, Jobs perdió el apoyo de la junta y fue despedido por Scully.
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