Cuentan que un día, un mediocre jugador de bridge tuvo el honor, y la mala suerte, de compartir tapete y partida con Omar Sharif, que, además de ser un excelente actor, era conocido por su excelente manejo de los naipes. Buscando el consejo, la simpatía y la complicidad de Sharif, le preguntó:
– ¿Cómo debería haber jugado esta mano, Maestro?
– ‘Bajo pseudónimo’. Le espetó de inmediato Sharif.
Algún espectador de la partida debió pensar aquello de ‘vuelve a por otra’ y es que una impertinencia así puede resultar simpática, pero no ha de considerarse como consejo o sugerencia al que se deba hacer caso… salvo masoquismo.
Y es que los consejos son una guía de los comportamientos a seguir a largo plazo o, al menos, eso es lo que esperamos cuando pedimos uno. De hecho, esperamos que tenga cierto peso para poder apoyar en él nuestras decisiones.
Preguntar qué película podemos ver, no es un consejo, sino más bien es una opinión y, de hecho, no la solemos buscar en un experto en cine. ¡Ojo! No sea que acabéis viendo alguna de juergas universitarias…
Sin embargo, la vida está plagada de personajes que nos indican una y otra vez, casi de forma compulsiva, el camino que debemos seguir para conseguir aquello que, con frecuencia, es tan difícil de lograr: tener la conciencia lo suficientemente tranquila y en paz como para poder mirarnos al espejo cada mañana.
Pero no os liéis. Solo debemos recibir y aceptar consejos de aquellas personas de las que nos fiamos: un Maestro, un mentor o tutor, nuestros padres, un Amigo, nuestro compañero de viaje vital…, siempre y cuando, claro está, la alineación sea total, mismos objetivos, confianza plena y una comunicación transparente y fluida… o, sin duda, tengamos acceso a un ‘lumbreras’ en lo que nos interese en ese momento.
Todos hemos de tener una serie de referentes. Yo tengo los míos. De ellos aceptaría todo lo que me sugiriesen. Les tengo respeto y admiración. Y a lo largo de los años jamás les he oído decir una tontería. Quizás alguna opinión provocadora. Y admito que seguir a rajatabla alguno de sus consejos ha hecho que me haya metido en algún problema, pero no porque haya sido un mal consejo o una estupidez, sino porque ha sido de una lógica aplastante y, la mayoría de las veces, la lógica aplastante es insoportable ante la mediocridad reinante.
Dejadme que piense… Sí, ya sé, mirad a vuestro alrededor. No creo equivocarme si digo que vienen tiempos difíciles en nuestro país. Por un lado la deriva del no Gobierno, los alarmantes casos de corrupción, la desigualdad, el cambio brutal de la sociedad, la aparición de nuevos líderes, la urgente necesidad de empezar a fiarse de ellos y exigirles coherencia y honradez. Tenemos de todos los tipos y colores: los hay aburridos e inútiles; otros serán una burbuja que se acabará pinchando; tenemos también descerebrados, guaperas, mentirosos… ¿Que cómo se llaman? Ponedles vosotros los nombres, así estaremos siempre de acuerdo. Una vez identificados, ¿qué debemos pedirles? ¿Por cuál nos decidimos? ¿Qué podemos esperar de ellos? Ante nosotros tenemos miembros de aparatos (qué mal suena eso, ¿verdad?) y ambiciones, almas tenebrosas, pasiones espurias, misteriosas presiones desde el exterior… pero también tenemos gentes apasionadas, generosas y llenas de ilusión. ¿Qué líderes son los correctos y a los que respetar?
Difícil consejo a la vista. Quizá la Benemérita lo resumiría en un ‘vista larga, paso corto y mala uva‘, pero me parece simple y ramplón. Prefiero aconsejar generosidad, comprensión y calma. Pensar en las necesidades reales de la sociedad y obrar en consecuencia. Y es que nuestro país, como Hacienda en sus campañas publicitarias, somos todos.
Y casualmente, eso es lo que ha estado haciendo el Rey, un ‘casting’ entre los que le visitaron. Detectar sus intenciones, públicas y secretas, y dar consejos sobre gobernación prudente y sensata dentro del marco constitucional. Difícil trabajo, pero para eso le pagan…
En fin, que un buen consejero lo que ha de hacer es que el aconsejado tome sus propias decisiones en base al camino señalado por el primero.
Momento delicado éste en el que está de moda hacer lo políticamente correcto y, lo que sería mejor y más adecuado, está mal visto y se considera inoportuno. Contra esto se me ocurre una inmersión en nuestro corazón y que encontremos lo que nos apetece hacer. Aquí, el papel del consejero, será mostrarnos los pros y contras de la decisión.
¿Yo? ¿Qué consejo os doy? Ahí os va un decálogo. Leed; viajad; cuidaos mental y físicamente; cumplid con Hacienda (sí, sí, que somos todos); reíd mucho; rodearos de gente sana y constructiva; haced que la gente se vaya de vuestro lado mejor de como llegó; regalad momentos; no intentéis quedar bien con todo el mundo y ‘sentidiño’. Vamos, que como diría mi primo Manolo, en que ‘lo importante es tener salud… y dinero para ir al médico‘.
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