Por Facundo Manes
Los seres humanos somos los únicos animales capaces de aumentar nuestro sufrimiento, por ejemplo, a través de los pensamientos negativos. Pero también tenemos la habilidad de poder potenciar nuestro bienestar.
Sabemos que sentirse bien tiene un impacto positivo sobre las personas porque actúa como protector en el organismo. Que las personas, cuando se sienten bien, se enferman menos, viven más y tienen una mejor calidad de vida.
Existen numerosas actividades que podemos realizar para aumentar el bienestar y la salud emocional, como mencionamos en notas anteriores, hacer ejercicio es una de ellas. Hoy sabemos que las emociones tienen un rol fundamental en nuestra vida, por eso, tener y potenciar las emociones positivas nos hace sentir bien.
Cuando nuestras acciones producen un resultado positivo, la emoción positiva que nos genera ese éxito nos impulsa a querer repetirlo en el futuro. Un estudio probó que cuando uno sonríe, el cerebro procesa la información proveniente de rostros con una expresión emocional neutra de la misma manera que cuando procesa rostros alegres. Es decir, la frase "ver la vida color de rosa" no estaría tan lejos de la realidad.
La ciencia señala que mantener relaciones sociales amistosas, afectivas y amorosas es clave para conseguir el bienestar. Se sabe que la presencia de seres queridos altera positivamente la respuesta del cerebro a situaciones amenazantes. Se observó que las personas que atraviesan una situación estresante y reciben el aliento de sus afectos tienen menores niveles de una hormona que se activa ante el estrés, que aquellas que no lo reciben.
Construir una vida plena también tiene que ver con utilizar nuestras propias fortalezas para lograr estar satisfechos. Las fortalezas de carácter son rasgos positivos que todas las personas tenemos en mayor o menor medida. La bondad, la gratitud, el amor, la integridad, la curiosidad, la valentía y la generosidad son algunas de ellas. Ser generoso, por ejemplo, produce una sensación de bienestar porque activa circuitos cerebrales asociados al placer y la recompensa, además de activar diferentes "químicos" asociados a la felicidad.
Las personas generosas reportan tener más amistades, dormir mejor y superar de mejor manera los obstáculos que las personas mezquinas. Pero vale la pena decir que lo esencial de esto es que la generosidad produce un bienestar general para toda la sociedad. Así, maximizar nuestras potencialidades solidarias nos ayuda a todos a estar bien.
Como un círculo virtuoso, podemos reiterar que sentirse bien contribuye a nuestro bienestar. Es decir, la manera en que pensamos es la manera en que sentimos. Una posibilidad de escribir nuestro propia historia con final feliz.
Facundo Manes es neurólogo y neurocientífico. Presidente de la Fundación INECO y rector de la Universidad Favaloro.
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