"Camina como si estuvieras besando la tierra con tus pies" --Thich Nhat Hanh
De esto no hay duda: meditar es una de las mejores cosas que uno puede hacer para mejorar la calidad de su vida. Existe abundante, contundente e irrebatible información científica que respalda los beneficios de dicha práctica.
Jonathan Haidt, considerado por la revista Foreign Policy uno de los principales pensadores mundiales, en su maravilloso e indispensable libro “La Hipótesis de la Felicidad” escribió lo siguiente sobre la meditación:
Jonathan Haidt, considerado por la revista Foreign Policy uno de los principales pensadores mundiales, en su maravilloso e indispensable libro “La Hipótesis de la Felicidad” escribió lo siguiente sobre la meditación:
Supongamos que usted lee acerca de una píldora que se puede tomar una vez al día para reducir la ansiedad y aumentar su satisfacción. ¿La aceptaría?
Supongamos, además, que la píldora tiene una gran variedad de efectos secundarios, todos ellos buenos: aumento de la autoestima, la empatía y la confianza; incluso mejora la memoria. Supongamos, por último, que la píldora es totalmente natural y no cuesta nada. Ahora ¿se la tomaría?
La píldora existe. Es la meditación. Muchas tradiciones religiosas han descubierto sus beneficios y se usaba en la India mucho antes de Buda, pero fue el budismo el que la introdujo en la cultura occidental. Existen muchos tipos de meditación, pero todas tienen en común el intento consciente de centrar la atención de una manera no crítica. Suena fácil: sentarse quieto (en la mayoría de las variantes) y centra la atención en su respiración o en una palabra, o en una imagen, y se impide que surjan otras palabras, ideas o imágenes en la conciencia.
La meditación es, sin embargo, extraordinariamente difícil al principio, y hacer frente a sus repetidos fracasos en las primeras semanas enseña lecciones de humildad y paciencia. El objetivo de la meditación es cambiar los procesos de pensamiento automático...
La meditación es maravillosa, sus efectos son extraordinarios. La calidad de mi vida ha mejorado de forma sustancial desde que empecé a meditar.
Ahora bien, como dice Jonathan Haidt, al principio meditar es muy difícil.
El estado natural de nuestra mente es errante. Las investigaciones han encontrado que el 50% del tiempo la mente vaga, y encontraron también que cuando la mente vaga somos menos felices que cuando nuestra atención está en el presente.
Cuando la mente anda suelta tiende a irse a sitios poco agradables, es ahí donde surgen los pensamientos que nos causan ansiedad, miedo, celos, falta de confianza. Por el contrario, cuando nuestra atención está enfocada en el presente, algo que ocurre por ejemplo, mientras practicamos un deporte, o una actividad artística, o en nuestro trabajo, esa concentración impide que se formen pensamientos negativos.
Es de veras complicado intentar mantener la atención sujeta en algo durante un tiempo prolongado, es como uno de esos perritos cachorros que se niegan a hacer caso y van a donde les place.
Ahora bien, como dice Jonathan Haidt, al principio meditar es muy difícil.
El estado natural de nuestra mente es errante. Las investigaciones han encontrado que el 50% del tiempo la mente vaga, y encontraron también que cuando la mente vaga somos menos felices que cuando nuestra atención está en el presente.
Cuando la mente anda suelta tiende a irse a sitios poco agradables, es ahí donde surgen los pensamientos que nos causan ansiedad, miedo, celos, falta de confianza. Por el contrario, cuando nuestra atención está enfocada en el presente, algo que ocurre por ejemplo, mientras practicamos un deporte, o una actividad artística, o en nuestro trabajo, esa concentración impide que se formen pensamientos negativos.
Es de veras complicado intentar mantener la atención sujeta en algo durante un tiempo prolongado, es como uno de esos perritos cachorros que se niegan a hacer caso y van a donde les place.
Una de las formas de empezar a meditar es hacerlo poco a poco, las primeras semanas empecé con solo cinco minutos y luego fui aumentando el tiempo hasta que lo hacía durante 20 minutos dos veces al día.
Sin embargo, con nuestro agitado ritmo de vida actual, encontrar tiempo para sentarse en silencio cada día durante 20 minutos puede resultar ser todo un desafío.
Debido a esto, desde hace algún tiempo vengo meditando de una manera distinta y estoy encantado con los resultados. En lugar de sentarme durante 20 minutos, voy realizando pequeñas sesiones intercaladas en medio de mis actividades diarias.
La meditación básicamente es un ejercicio para entrenar la atención, y la atención se puede concentrar en cualquier momento y sobre cualquier cosa. En la medida en que ese entrenamiento progresa se atenúa la actividad de la zona del cerebro donde se produce esa cháchara destructiva que mencioné antes y se fortalece la actividad de la parte encargada de vivir el presente.
Así que ahora en lugar de tomarme la medicina en una sola dosis, voy administrándola en pequeñas porciones durante todo el día.
Por ejemplo, cuando me cepillo los dientes, cierro los ojos y me concentro en sentir como el cepillo va pasando por todos los dientes, esto me toma uno o dos minutos que se traducen en uno o dos minutos de práctica. Otra forma es durante las comidas, también cierro los ojos y me fijo en los sabores, en la masticación.
Otra veces lo hago mientras paseo el perro, me concentro en mis pasos, en la sensación que se produce en las plantas de mis pies a medida que avanzo. Cuando corro también hago lo mismo, una veces fijo mi mirada en el paisaje, otras veces me centro en lo que voy sintiendo, mi respiración, cómo se mueven las piernas, las sensaciones de los músculos, etc.
Como he dicho muchas veces en estas páginas, la calidad de nuestra vida depende en una gran proporción de nuestros pensamientos. La meditación es una gran herramienta para darle orden al caos que es nuestra mente y, de esta manera, darle más orden a nuestra vida.
Sin embargo, con nuestro agitado ritmo de vida actual, encontrar tiempo para sentarse en silencio cada día durante 20 minutos puede resultar ser todo un desafío.
Debido a esto, desde hace algún tiempo vengo meditando de una manera distinta y estoy encantado con los resultados. En lugar de sentarme durante 20 minutos, voy realizando pequeñas sesiones intercaladas en medio de mis actividades diarias.
La meditación básicamente es un ejercicio para entrenar la atención, y la atención se puede concentrar en cualquier momento y sobre cualquier cosa. En la medida en que ese entrenamiento progresa se atenúa la actividad de la zona del cerebro donde se produce esa cháchara destructiva que mencioné antes y se fortalece la actividad de la parte encargada de vivir el presente.
Así que ahora en lugar de tomarme la medicina en una sola dosis, voy administrándola en pequeñas porciones durante todo el día.
Por ejemplo, cuando me cepillo los dientes, cierro los ojos y me concentro en sentir como el cepillo va pasando por todos los dientes, esto me toma uno o dos minutos que se traducen en uno o dos minutos de práctica. Otra forma es durante las comidas, también cierro los ojos y me fijo en los sabores, en la masticación.
Otra veces lo hago mientras paseo el perro, me concentro en mis pasos, en la sensación que se produce en las plantas de mis pies a medida que avanzo. Cuando corro también hago lo mismo, una veces fijo mi mirada en el paisaje, otras veces me centro en lo que voy sintiendo, mi respiración, cómo se mueven las piernas, las sensaciones de los músculos, etc.
Como he dicho muchas veces en estas páginas, la calidad de nuestra vida depende en una gran proporción de nuestros pensamientos. La meditación es una gran herramienta para darle orden al caos que es nuestra mente y, de esta manera, darle más orden a nuestra vida.
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