domingo, 4 de diciembre de 2016

Como hacer tu trabajo incluso cuando no te apetece

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Alguien le preguntó una vez a Somerset Maughham si escribía en un horario regular o sólo cuando era tocado por la inspiración: "Yo escribo sólo cuando la inspiración llega—respondió— afortunadamente aparece cada mañana a las nueve en punto"

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Consistencia y confianza son dos características que distinguen a los ganadores.

Las personas confían en ellos porque producen resultados con regularidad.

Una y otra vez nos maravillan con su gran trabajo.

Lo más admirable es que incluso lo hacen cuando no les apetece, cuando están cansados, no se sienten inspirados o cuando están desmotivados.

Nosotros, el resto de los mortales, dependemos de si nos entran ganas o no de hacer las cosas.

Desearíamos estar más en forma, pero hoy no apetece ir al gimnasio. Mejor aquí en el sofá, viendo la tele.

Desearíamos avanzar en nuestra educación, pero con este cansancio no provoca leer. Mejor ojeo la revista con los chismes de las celebridades.

Desearíamos pasar más tiempo con la familia, pero es que he tenido un día horrible. Mejor sigo bajando por Facebook.

Los ganadores no dependen de su estado de ánimo. No dependen de si les apetece o no. Ellos hacen lo que deben hacer. Punto. Sin excusas.

Mohamed Ali, considerado el mejor boxeador de todos los tiempos lo expresó de esta manera:

"Odiaba cada minuto de entrenamiento, pero me dije, 'No renuncies. Sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón'"

A Alí no le apetecía entrenar, pero eso no le impedía hacer su trabajo, no permitía que sus sentimientos interfirieran.

Esa actitud es la misma de otro gran campeón, Arnold Schwarzenegger, quien triunfó como culturista, como actor, como político y como empresario.

"Las últimas tres o cuatro repeticiones son las que hacen que el músculo crezca. Es cuando duele lo que diferencia al campeón de alguien que no lo es. Eso es de lo que la mayoría de la gente carece, tener las agallas para seguir y decirse a sí mismos que, no importa lo que suceda, van a continuar a pesar del dolor".

¿Y cómo podemos desarrollar nosotros esa misma actitud? La respuesta está en los hábitos.

Cuando logramos que una acción se transforme en un hábito, esta ya no obedece a nuestros estados emocionales, deja de depender de nuestra fuerza de voluntad y su ejecución se convierte en automática.

Para lo bueno y para lo malo, los hábitos tienen un enorme poder sobre nosotros. Estos nos hacen actuar incluso cuando no lo deseamos. “Las cadenas de los hábitos son muy livianas para que las sintamos, hasta que se hacen muy pesadas para ser rotas”, afirmó Samuel Johnson.

Los hábitos son el armazón que sostiene nuestras vidas. Si la diferencia entre los buenos y los malos hábitos que poseemos es amplia en favor de los primeros, tenemos muchas probabilidades de prosperar. “Las personas exitosas -afirma Brian Tracy- son simplemente aquellos con hábitos exitosos”. Pero si son los segundo los que nos gobiernan, vamos a tener que luchar.

Ahora bien, antes de que nuestras acciones triunfadoras se conviertan en hábitos, debemos resolver el problema de hacerlas aun cuando no nos apetece.

Esto es lo que recomienda la doctora Heidi Grant Halvorson, quien es la investigadora principal en Neuroleadership Institute:
¿Quién dice que necesitas esperar hasta que te apetezca hacer algo para empezar a hacerlo?

Realmente no sé por qué creemos esto, porque es absurdo al 100%. Si, en algún momento debes estar comprometido con lo que estás haciendo (necesitas querer ver el proyecto terminado, o estar más saludable, o lograr comenzar más temprano tu día). Pero no necesitas sentir ganas de hacerlo.

Muchos de los artistas, escritores e innovadores más prolíficos lo han sido en parte debido a la consistencia de sus rutinas de trabajo, las cuales les obligan a trabajar cierto número de horas al día, sin importar lo poco inspirados (o, en muchos casos, el tamaño de la resaca) que se sentían.

Así que si tú estás ahí sentado, aplazando algo porque no te apetece hacerlo, recuerda que en realidad no necesitas querer hacerlo para empezar. No hay nada que te detenga.
Y así es, el que no deseemos hacer algo no significa que no podamos hacerlo. Lo que debemos hacer es trabajar hoy. Y mañana de nuevo. Luego hacerlo el siguiente día. Hasta que se convierta en un hábito.

Así que abre el archivo y empieza a realizar ese reporte que llevas aplazando toda la semana. No, no lo pienses. Actúa.

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