Todos sabemos aquello de «y los sueños, sueños son». En parte, es bien cierto. Confundir los sueños con la realidad nos transforma en seres esquizoides y desorientados. Sin embargo, en creatividad e innovación soñar es importante. Las últimas investigaciones en neurociencia indican que las personas altamente creativas son capaces de evocar sueños y convertirlos en realidad. Conocí hace poco a una humilde abuelita que soñaba recetas y las transformaba en sabrosos platos para sus nietos. ¡Qué delicia!
Las personas demasiado realistas desconfían en exceso de los sueños. Consideran que se trata de majaderías a las que hay que hacer caso omiso. Desde la perspectiva de la neurocreatividad, eso es un error. Porque la mayor parte de individuos creativos (científicos, artistas, empresarios) dedican parte de su tiempo a desarrollar sueños ilusionantes y retadores. Ferran Adrià soñaba de pequeño en aplicar sus conocimientos de química a otros ámbitos, como la cocina. Y la genial pintora mexicana Frida Kahlo transformaba sus tremendas pesadillas en magníficas obras surrealistas. Hay que soñar despiertos, pues. Tener pasión por lo que uno hace es clave para poder transformar las ensoñaciones en acciones.
La profesora de Harvard Shelley Carson afirma en sus trabajos sobre la mente creativa que hay personas que entran fácilmente en un estado cerebral conocido como «absorción» que permite fantasear, soñar despierto, ver imágenes… Casi todas las ideas innovadoras empiezan con una imagen borrosa y difusa, algo parecido a un sueño. Pero el mérito es transformar esa inconsistencia en algo prometedor y aportador de valor. El cantante británico Peter Gabriel afirma que, para componer una canción, en primer lugar, percibe imágenes nítidas que luego se transforman en emociones. De esas emociones va desarrollándose, poco a poco, la música. Curioso, ¿no?
No deberíamos despreciar los sueños tan rápidamente. Muchas veces contienen elementos que, bien elaborados, se pueden convertir en respuestas a nuestras inquietudes vitales o a nuestros anhelos y necesidades de creatividad. Muchas personas generan ideas o soluciones a problemas en el momento de meterse en la cama o al despertar, cuando su cerebro está más relajado y genera ondas alfa. Los sueños no son bobadas. Nuestra mente inconsciente (quizá compuesta por las cuatro quintas partes de nuestra capacidad cerebral) reorganiza las vivencias diurnas y las transforma en imágenes y sensaciones aparentemente absurdas y caóticas pero que, interpretadas a través de la intuición, nos abren el misterio de nuestro mundo interior. El cineasta David Lynch, practicante fervoroso de la meditación, sugiere que si queremos pescar ideas pequeñas bajemos un poco a las interioridades de nuestra psique. Pero que si queremos pescar ideas grandes hay que descender por un largo y profundo pozo… ¿Quién se atreve?
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