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El enigmático, reservado y visionario Steve Jobs, ha muerto a los 56 años, ha anunciado Apple. Jobs era mucho más que el consejero delegado de Apple. Nunca antes una marca estuvo tan asociada a una persona. Su contribución al mundo tecnológico le convierte en uno de los grandes innovadores de los últimos 75 años, en un transformador de la industria. El Thomas Edison del siglo veintiuno hizo del ordenador un artilugio simple de usar, cambio la manera de hacer negocio con la música a través de Internet y lanzó la telefonía móvil en otra dimensión.
LA FAMOSA MANZANA
El popular símbolo de la manzana con un bocado al lado derecho lo tomó de los Beatles, que utilizaban la imagen de la fruta del pecado original en sus discos a final de la década de los años 1960. La elección le costaría después una intensa batalla legal para su uso en la tienda electrónica iTunes, donde la música de la legendaria banda de Liverpool estuvo ausente hasta otoño de 2010. Era sólo el inicio de lo que estaba por llegar, en una época en el que el IBM era el gigante a batir.
Steve Jobs nació un 24 de febrero de 1955 en San Francisco. Sus padres biológicos, Abdulfattah Jandali -de origen sirio- y Joanne Schieble no estaban casados. Fue adoptado por Paul y Clara Jobs. Se crió en el seno de una familia con pocos recursos. Y abandonó la universidad, porque sabía que las oportunidades estaban fuera de las aulas.
A los 12 años, ya había escrito a William Hewlett para hacer unas prácticas en su compañía, HP. Le gustaba la ingeniería, y ya de niño no sólo tenía claro que sería rico, además tenía la ambición de llegar a ser uno de los más grandes entre los grandes, tan popular como Shakespeare o Einstein. A Jobs le fue diagnosticado un cáncer de páncreas en 2004. Lo hizo público un año después, en el discurso de graduación en la Universidad de Stanford.
UNA LARGA ENFERMEDAD
En abril de 2009 fue sometido a un trasplante de hígado, tras negar durante meses los rumores sobre su delicado estado de salud. En septiembre de ese año reapareció en público para lanzar la tercera generación del popular reproductor iPod. Alarmantemente delgado, y con la voz muy débil, aprovechó para hacer campaña por la donación de órganos.
Aunque se le considera uno de los grandes innovares de la historia, no fue porque creara nuevos productos. Jobs ni inventó el ordenador personal, ni el ratón, ni los reproductores digitales de música, ni los teléfonos inteligentes, ni las tabletas, ni las tiendas electrónicas de música o de libros. Y estaba obsesionado con la competencia, a la que forzó a redefinir sus estrategias.
Jobs tuvo la capacidad de simplificar la tecnología existente y explotar su potencial, en el momento adecuado. El Mac que hoy se conoce debutó en el mercado en enero de 1984, como el primer ordenador que presentan todas sus funciones de una manera gráfica. Y lo dotó de un ratón, para que el usuario pudiera desplazar el cursor por la pantalla y con un simple click activar las funciones de los distintos programas. Simplificó la complejidad.
El Macintosh marcó el futuro, a pesar de que sus funciones eran limitadas y su uso cuestionable. Para explotar el potencial de la nueva máquina, Jobs necesitaba un buen programa que le diera vida. En ese momento acudió buscando ayuda al joven Bill Gates, sin saber que con el paso del tiempo se convertiría en su gran rival en Microsoft. Su enemigo entonces era IBM. Las ventas decepcionaron y el PC del Big Blue dominaba de forma aplastante.
La tensión en el seno de Apple creció. Y un año después, Steve Jobs se vio forzado a abandonar la compañía por las diferencias que tenía con su entonces consejero delegado John Sculley, al que había contratado dos años antes de Pepsi. No estaban de acuerdo en cómo estaba llevando el negocio. Pero Sculley, un ejecutivo con más experiencia y madura, tenía el respaldo del consejo. Los titulares de la época hablan del fin de una era. Pocos ejecutivos en la historia corporativa sufrieron un golpe así y lograron reponerse. Con 30 años, Jobs creó otra empresa, NeXT Computer en un intento por reinventar Apple con una ambición: cambiar el mundo. Pero tuvo serios problemas para abrir hueco en el mercado a un ordenador de esas características y a un precio tan alto como el que ofrecía.
EL NACIMIENTO DE PIXAR
El secretismo le permitió hacer ver más de lo que en realidad había. Y con la empresa rozando la bancarrota, se concentró en su sistema operativo y empezó a explorar nuevas oportunidades. En 1986 se hizo con la división gráfica por ordenador de Lucasfilm, por la que pagó 10 millones a George Lucas. Y así nacieron los estudios de animación Pixar, creadores de Toy Story y Finding Nemo.
Demostró a Hollywood que los ordenadores pueden dar rienda suelta a la imaginación y llegar al público general. La tecnología lo permitía. Robert Iger, entonces consejero delegado de Disney, lo entendió perfectamente y no se lo pensó dos veces antes de comprar Pixar por 7.500 millones. Empezaba así a forjarse una nueva era, en la que Jobs se consolidaría como una estrella.
NeXT sería adquirida por Apple en diciembre de 1996, por 400 millones. Y ocho meses después de integrarse en el gigante de la manzana, Steve Jobs fue nombrado consejero delegado interino de la compañía de Cupertino. Su puesto al frente de Apple se haría permanente en enero 2000, en lo que estaba llamado a ser en el retorno más importante en la historia corporativa de EE.UU.
LA VUELTA DEL EXILIO
Todo lo que construyó en una década estaba destruido y hundido en pérdidas, y Microsoft dominaba el 80% del mercado de PC. Jobs se reincorporó tras 12 años de exilio a la compañía que creó cargado de ideas para resucitar Apple, como el iMac. La computadora fue lanzada un año después con un éxito rotundo. Pero lo que abrió sus productos al consumo en masa fue el reproductor iPod y la tienda electrónica iTunes, para la descarga legal de música.
Así rompió el nicho en el que estaba metido Apple, lanzando nuevos productos más allá de los PC y poco a poco la suerte de la compañía empezaría a cambiar. La cuadratura del círculo llegó en junio de 2007 con el teléfono móvil interactivo iPhone. Jobs consiguió así crear un atractivo de los consumidores hacia los Mac, que eran vistos como un club reservado al diseño y la publicidad. En la primavera de 2010 se le sumó la tableta iPad.
Steve Jobs, que se presentaba en público en vaqueros y camisa negra con cuello de tortuga, era una persona obstinada, apasionada, egocéntrica, arrogante y perfeccionista. Era también un genio de la promoción y la imagen. El anuncio que utilizó para el lanzamiento del primer Macintosh rompió moldes y está considerado como uno de los 50 mejores en la historia de la televisión. La estética es otra de las claves de su éxito, toda una declaración de diseño.
JOBS, LA IMAGEN DE APPLE
Jobs era la imagen de Apple y su historia define la de la propia Silicon Valley. De hecho, podría decirse que hay un antes y después en el mundo tecnológico que lo marca Apple. Una combinación difícil de replicar que le permitió conectar la tecnología con las tendencias, y que explica el tsunami mediático que acompaña a cualquier artilugio que lanza al mercado.
Apple hace tambalear el mercado en el que penetra, porque sus productos son simples y marcan tendencia, como demuestra el caso del ratón. Y en torno a ellos es además capaz de crear un verdadero ecosistema, en el que todos conviven en armonía. Pero eso en Wall Street dicen que no es conveniente apostar contra Apple cuando lanza un nuevo producto.
La revista Fortune nombró por todo esto a Jobs "empresario de la década", y no sólo por la manera en la que llevó las riendas de Apple y su impacto en el mundo de los negocios. Los editores de la publicación financiera destacaron su influencia en la cultura mundial. "Cada día, algún estudiante, empresario o diseñador que se enfrenta a un problema se pregunta: ¿qué haría Jobs?".
Tan ingenioso como misterioso, Jobs fue el punto fuerte de Apple. Tres décadas durante las que redefinió o reinventó la tecnología de consumo, creando productos que el más corriente del ciudadano no sabía que iba a necesitar. Pero la imagen del "hombre de negro" está tan vinculada a la marca que eso le convierte a la vez en su principal vulnerabilidad.
Jobs sabía vender el producto, y tenía talento de distorsionar la realidad de tal manera que el público estuviera dispuesto a pagar más por ellos que los de la competencia. El éxito del iPhone, a pesar de sus problemas, es el más claro ejemplo. No era una cuestión de números, si no de emociones. Y eso es lo que crea todo tipo de preguntas sobre una Apple sin su gurú.
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