lunes, 9 de enero de 2012

La felicidad es una decisión mental

http://ignaciofernandez.blogspot.com/2012/01/la-felicidad-es-una-decision-mental.html 


La felicidad y el sufrimiento ocupan parte de las inquietudes centrales de miles de personas por estos días y durante milenios. Para muchos la felicidad duradera no existe, es el resultado de un largo proceso de dolores y son efímeros los momentos de alegría. Para otros, la felicidad se logra cuando se ha superado el sufrimiento con disciplina en el comportamiento virtuoso, el control de la mente y las prácticas sistemáticas de la armonía, gratitud, generosidad y bondad.

Siguiendo la lógica de la ley de causa y efecto, y parafraseando a Gyatso, la causa principal del sufrimiento son nuestras acciones perjudiciales y la de la felicidad, nuestras acciones virtuosas. Es decir, la felicidad o el sufrimiento derivan de nuestras acciones, que, como sabemos, derivan a su vez de nuestras decisiones. Las emociones siguen el ritmo de la mente, ya sea para lo positivo como para lo negativo. El conductor de nuestra vida es la mente, las emociones son el motor, las motivaciones el combustible y el sentido de vida es el que pone la dirección.

La felicidad es una decisión mental, deriva de cómo observo, indago e interpreto mi vida y el mundo, por lo que es resultado de mis creencias, prejuicios e ideas. La amplitud o estrechez de la mente es la tijera con la que recorto el pedazo de realidad que miro y en la que me sumerjo, creyendo usualmente que es toda la realidad. La felicidad o el sufrimiento no son hechos objetivos, sino que nacen de mi forma de interpretar la vida, son juicios que me cuento para mi buen o mal vivir. No dependen de las circunstancias.

Al ser la felicidad un acto consciente y voluntario, la infelicidad también lo es. La diferencia es que muchas personas infelices aún permanecen más en la inconsciencia, en la queja y en la creencia que la vida es objetivamente como les tocó, sin apropiarse del poder de su mente y de la capacidad de comenzar a cambiar su realidad a partir de sus decisiones conscientes.

Sintetizando lo que he escrito en otras columnas, uno de los datos más sorprendentes es el número de la felicidad: 2,9. Quienes llevan una vida con 2,9 actitudes positivas versus 1 actitud negativa, están en la zona del florecimiento personal. Esta es la tasa de positividad/negatividad (P/N) que descubrió Marcial Losada y que ha sido confirmada por decenas de evidencias en las investigaciones de psicología positiva. También es necesario una cuota de negatividad, que hace tener los pies en la tierra y un nivel de tensión que nos permite generar un cambio y aprender a ver la felicidad como un estado presente.

La felicidad no está en el resultado final, está en el camino. Soy feliz en el proceso presente de caminar por la vida, en cada paso, haciendo actos buenos, mirando con ojos felices y construyendo con otros un mundo mejor, en mi pequeño espacio de influencia, pero un mundo más sano, con menos dolor y con más armonía y paz, desde adentro hacia fuera.

Lograr ese estado de felicidad obviamente trae beneficios. En su libro “La alta rentabilidad de la felicidad”, David Fischman sintetiza diferentes estudios que concluyen que las personas felices viven 15 años más que el resto, son más sanas, tienen mejores relaciones de pareja con hijos más sanos y felices, logran mejores ingresos con un promedio de 40% más, tienen un 30% de mayor tolerancia al dolor y generan atmósferas de trabajo positivas que inducen equipos y empresas rentables.

Lyubomirsky en su libro “La ciencia de la felicidad” derribó los mitos que comúnmente escuchamos: que la felicidad hay que encontrarla, que se logra al cambiar nuestras circunstancias y que la tienes o no la tienes. Muy por el contrario lo que determina la felicidad es la voluntad personal de ser feliz, ya que se construye a través de actividades cotidianas, no de circunstancias como el ganarse un premio de la lotería o tener belleza. La felicidad se construye.

Para conseguir una felicidad duradera hay que introducir algunos cambios permanentes que requieren esfuerzo y dedicación todos los días de tu vida. Según Lyubomirsky, las actividades que la ciencia ha demostrado que aumentan sustancialmente nuestro nivel de felicidad, y que coinciden con lo que nuestro sentido común indica, son:
·      Expresar gratitud.
·      Cultivar el optimismo.
·      Evitar pensar demasiado y evitar la comparación social.
·      Practicar la amabilidad.
·      Cuidar las relaciones sociales.
·      Desarrollar estrategias para afrontar estrés, dificultades y traumas.
·      Aprender a perdonar.
·      Fluir más.
·      Saborear las alegrías de la vida.
·      Comprometerte con tus objetivos.
·      Practicar la espiritualidad.
·      Ocuparte de tu cuerpo mediante la meditación y la actividad física.

De estas 12 actividades para aumentar mi felicidad debo elegir las 4 que más me agraden y practicarlas todos los días. La felicidad es un músculo que se entrena, por lo que sí es posible alcanzar felicidad duradera.

Para facilitar la conexión con mi presente de felicidad, ese estado interno que mora dentro mío y que está esperando ser activado, es necesario también hacernos cargo de nuestros sufrimientos y de aquellas conductas que nos traen energía negativa. Siguiendo a Barbara Fredrickson en su libro “Vida positiva”, las técnicas científicamente probadas para reducir la negatividad son:
·      Darle batalla a los propios pensamientos negativos.
·      Evitar juicios, críticas y condenas.
·      Romper el hábito interno de rumiar.
·      Llegar a ser más abierto de mente.
·      Desenterrar las propias minas anti-personales de negatividad.
·      Evitar la negatividad gratuita.
·      Evaluar el consumo de medios y dejar de ver noticias o programas tóxicos.
·      Encontrar sustitutos para los pelambres y el sarcasmo.
·      Encargarse de la gente negativa, alejándome de ella.
·      Resignificar mis interpretaciones y poner la atención en lo positivo, cuando esté en ambientes negativos.

La mesa está servida, el mapa está claro y se sabe qué hacer para permanecer en estado de felicidad. Una vez más, depende de la decisión de cada uno. ¿Estoy dispuesto a tomar la decisión de ser feliz, practicar todos los días las actividades de la felicidad y dejar de lado mi negatividad?


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