domingo, 24 de noviembre de 2013

América Latina: más emprendedores que emprendimientos

http://mba.americaeconomia.com/articulos/reportajes/america-latina-mas-emprendedores-que-emprendimientos 
Aunque esta región muestra una de las mayores tasas de vinculación al emprendimiento, todavía son pocas las expectativas de crecimiento y desarrollo. Sepa de varias alternativas para ayudar al emprendedor en su proyecto.

Autor: Jennifer P. Roig  

El pasado Junio de 2013, la Corporación Andina de Fomento (CAF) publicó el estudioEmprendimientos en América Latina, desde la subsistencia hacia la transformación productiva. En el mismo, se profundiza en la relación entre el crecimiento y progreso económico de los países latinoamericanos y la labor de emprendimiento innovadora. Uno de los argumentos consiste en que la productividad de la economía es influida en gran medida por mejoras en los procesos de gerencia y por el progreso tecnológico, la generación de nuevos productos, soluciones y servicios que agreguen valor y sean accesibles para mercados nacionales y externos. 
Según el reporte, “este proceso de innovación y creación de nuevos productos y mercados es liderado por emprendedores capaces de visualizar nuevas demandas, encontrar aplicaciones de mercado a nuevas tecnologías y coordinar eficientemente el uso de distintos factores de producción al interior de las organizaciones”. Cuando estos emprendedores son capaces de lanzar proyectos novedosos al mercado, fundar y administrar óptimamente los recursos de su compañía de modo que la conduzcan a un crecimiento en escala, impactan positivamente sus entornos al convertirse en fuentes de empleo y progreso social en general.
El reporte llama la atención sobre el hecho de que, a pesar de que en la región hasta “17% de la población adulta está involucrada en la creación de algún tipo de emprendimiento, lo que la posiciona entre las mayores tasas de iniciativa empresarial del mundo”, la mayoría de esta actividad emprendedora se realiza “más como vía de escape ante la falta de oportunidades laborales que como una fuente de innovación y creación de valor”. Por lo mismo, se sugieren una serie de prácticas y estrategias que pueden contribuir a la creación de ecosistemas favorables al emprendimiento innovador. Además, se describe en detalle las características que muestran los emprendedores de éxito, y las de los contextos que más los alimentan.
Quiénes son y dónde están los emprendedores
Sin dudas, mucho se ha hablado de las características de temperamento y educación que aparecen en los emprendedores, desde los textos canónicos de Schumpeter a las conceptualizaciones más modernas del Lean Startup. En el informe de CAF, se dice que “el éxito en los negocios lo alcanzan individuos con capacidad para el pensamiento creativo e innovador, que pueden soportar situaciones de incertidumbre y riesgo, tienen cualidades que los predisponen a la tarea gerencial y además muestran gran valoración sobre la autonomía”. 
Debido a los cambios dinámicos que se manifiestan a niveles tecnológicos, económicos, sociales y comunicativos en la actualidad, la tolerancia al riesgo adquiere mayor importancia.
A esta circunstancia se ajusta la definición de Paris de L’Etraz, profesor de emprendimiento en la española IE Business School, quien explica que un emprendedor es aquella “persona que ve oportunidad en la ambigüedad e incertidumbre mientras que los demás casi siempre ven miedo e inseguridad”. 
Algunos autores añaden otro rasgo que aparece como reacción al contexto y es la voluntad de superar la resistencia al cambio que surge alrededor. También se suma la capacidad de adaptación y flexibilidad. 
Imagen: www.freedigitalphotos.net
Fernando Moncayo, emprendedor ecuatoriano de experiencia, profesor de IDE Business School y co-fundador de Asiam Business Group, llama la atención sobre la diferencia entre la capacidad creativa y la capacidad innovadora y emprendedora. “La gente cree que es emprendedor porque tiene una idea y eso es un gran error. Las ideas son las que más abundan. Pero el proceso de desarrollo de una compañía comienza por una idea, pasa por un emprendedor que transforma esa idea en realidad, y después necesita un administrador que convierta esa realidad en una organización rentable, que crezca y se vuelva escalable”. 
Sin embargo, sacar adelante un emprendimiento de calidad no depende únicamente de las cualidades de un individuo. El contexto juega un rol determinante en el desarrollo de las empresas, aunque es difícil determinar con exactitud que debe ofrecer una locación para estimular la actividad emprendedora y la innovación. 
En un libro como Start-up Nation: La historia del milagro, se argumenta que en Israel han convergido factores que van desde la posición geográfica, las políticas públicas y la historia de una nación, para favorecer las innovaciones y emprender. Mientras, Barcelona en España se ha desarrollado como polo de emprendedores por varias razones, entre las cuales se incluyen “la llegada de gente de otros sitios con más experiencia en la actividad, y la crisis que ha reducido los empleos sin dejar otra opción, lo cual también ha influido en que aumente la tolerancia a los fracasos y la admiración al que emprende”, dice Oscar Sánchez, director de la Fundación Escola Emprenedors
En este sentido, Rex Northen, director ejecutivo de Cleantech Open, organización estadounidense sin ánimo de lucro que maneja una de las más grandes aceleradoras de negocios de tecnología limpia, señala que el lugar donde va a operar el emprendedor debe contar con algunas entre varias cualidades. “El atributo número uno que debe mostrar el entorno es tolerancia al fracaso. Debe estar diseñado para permitir a la gente tomar riesgos. Por otra parte también es necesario tener acceso a mecanismos quereduzcan el riesgo. Esto implica poder acceder a servicios y metodologías de apoyo como abogados, contadores, consultores, organizaciones de recursos humanos, asesores en temas de patentes y propiedad intelectual, mentores, que estén dispuestos a trabajar pro-bono al inicio, o permitan pagar con posterioridad, para poder levantar una compañía de la nada, y limitar la salida de efectivo a cantidades mínimas”. 
Adriana García Grasso, directora del Centro para la Innovación, Consultoría y Empresarismo (CICE) de la Universidad EAFIT en Colombia, agrega otras entidades que intervienen en la asistencia a los emprendedores, “en Colombia las iniciativas de emprendimiento cuentan con instituciones que apoyan su desarrollo, teniendo en cuenta el enfoque o tipo de actividad que se desee materializar, existen las incubadoras, los centros de desarrollo empresarial, instituciones y fondos financieros, centros de ciencia, tecnología e innovación, instituciones de educación superior, gremios y asociaciones y acceso a organismos internacionales”.
Notando precisamente las carencias del contexto en América Latina, Moncayo enfatiza el factor cultural. El emprendedor ecuatoriano critica la tendencia latina a castigar el fracaso de un lado, y preferir mantenerse en la zona de confort antes de arriesgar demasiado. Sobre esto, observa que “el país que gane la carrera del cambio de matriz productiva será el de mayor resultados en la cultura emprendedora”. Es decir, el país que entienda la importancia de los fracasos como fuente de aprendizaje en la carrera del emprendedor y le facilite intentarlo nuevamente.
Caminos para emprender
Las escuelas de negocio, las incubadoras y aceleradoras son potenciales fuentes de apoyo para un emprendedor. Cada una de estas ha sido diana de críticas y apoyo.
En cuanto a las escuelas de negocio, al argumento clásico indica que la actitud emprendedora no se puede enseñar. Más recientemente se apunta al costo creciente de los programas de postgrado, los cuales suelen dejar grandes deudas a los estudiantes. En el caso de las incubadoras, la crítica dice que muchas veces no sobrepasan la cuestión básica de proveer oficinas y facilitar inversiones iniciales, cuando la persona que comienza de cero con la mejor idea, muchas veces necesita además asesoría en temas de administración, legales, de marketing y comercialización. Autores señalan que las incubadoras efectivas “deben facilitar consultoría sobre negocios y management a las firmas clientes”. 
Por otro lado, algunas escuelas se destacan por ofrecer un soporte más concreto a los alumnos emprendedores que va más allá de enseñarlos habilidades de gerencia y la elaboración de planes de negocio. Las escuelas que establecen asociaciones con aceleradoras, incubadoras y favorecen la network entre el capital de riesgo, los individuos emprendedores con el saber tecnológico, suelen mostrar resultados más amplios en la contribución a la innovación. 
García Grasso le da gran significación a tener acceso a una network robusta y global, “el MBA contribuye esencialmente en este aspecto, propiciando el desarrollo de redes al contar con personas de diversas empresas, sectores y de diversos ámbitos de la economía. Los estudiantes tienen acceso a cátedras de innovación, acompañamiento en la creación y desarrollo de una startup, generación de spin off y oportunidades de movilidad internacional como misiones y pasantías en otros países”.
La Fuqua School of Business de la Universidad de Duke en EE.UU. también se caracteriza por enfocar recursos en el apoyo a la iniciativa emprendedora de los estudiantes. Uno de estos es el Centro para el Emprendimiento y la Innovación. Su director Jon Fjeld apunta que, a diferencia de buena parte de las aceleradoras e incubadoras que se centran principalmente en proyectos tecnológicos, el centro “no es restrictivo y considera casi cualquier idea. Generalmente queremos encontrar algún elemento innovador, novedoso, pero rara vez negamos una idea. Apoyamos proyectos tan variados como los relacionados con alimentación, cuidado de la salud, energía o un producto para el consumo”.
Según Fjeld, una iniciativa que identifica el trabajo del Centro es su Startup Matchmaker. “Pensamos que para alguien joven, las conexiones son el punto más débil. Por eso tratamos de dar acceso a una red amplia que abarca estudiantes de toda la universidad, no solo de Fuqua, y también personas de afuera, donde alguien interesado puede encontrar ideas, conformar equipos con conocimientos y habilidades específicos, e inversores que pueden estar interesados en proyectos nuevos. Además, también se puede facilitar períodos de prácticas en startups jóvens, donde el estudiante puede empezar a comprender los flujos de trabajo, los desafíos y las etapas de un proyecto”.
Por su parte, IE Business School es también activa en el fomento al emprendimiento, aunque se distingue por mostrar una intención social en una parte importante de los proyectos. Según de L’Etraz, por un lado la escuela muestra una fuerte vocación hacia las humanidades y los temas sociales, por otro, “un 20% de los proyectos propuestos por los estudiantes son de carácter social, en parte relacionado con que los MBAs y Masters admiten estudiantes de diversos países en desarrollo, muchos de ellos se sienten con ganas de devolver a las comunidades donde pertenecen”.
En tanto, Moncayo refiere que un primer paso es fomentar ecosistemas de apoyo al emprendimiento. En este sentido, menciona una tercera vía que ha ganado terreno recientemente, las llamadas escuelas o academias de start-ups. Fuera de América Latina, la idea se puede rastrear a iniciativas como la Draper University y Singularity Universityambas en el Silicon Valley.
En Ecuador, Moncayo ha creado la Academia de Emprendedores. En este caso no es una iniciativa que compita con las escuelas de negocio, sino más bien busca ser una aliada. El énfasis distintivo es que se enfoca a convocar emprendedores que ya cuenten con un fracaso a sus espaldas y comenten sobre la experiencia. “Es un espacio que no pide título académico sino ser emprendedor. Un emprendedor que haya quebrado tiene tanto valor como un título universitario. Entonces nos reunimos en sesiones de no más de cuatro horas donde el individuo de experiencia recuenta lo que atravesó en la vida real”.
El fundador de Asiam Business Group indica que es una alternativa diferente al aula, donde un profesor explica casos de triunfo, sin haber fracasado él mismo. “Hablamos del posible fracaso, de inversión de capital de riesgo, de identidad y marca personal, identidad digital, el tema de lean startup, y una serie de elementos que no hablan las escuelas de negocio tradicionales”.
En cualquier caso, tanto Sánchez como Moncayo coinciden en la cultura emprendedora debe surgir de abajo hacia arriba, no puede ser impuesta en un momento para obtener resultados inmediatos.

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