Una visión moderna del liderazgo debe considerar como elemento sobresaliente la inteligencia emocional.
UN LÍDER QUE DIRIGE EL CAMBIO
En el siglo XXI estamos en presencia de cambios demasiado rápidos y a veces caóticos. Tanto es así que cuesta predecir cómo será el mundo en 10, 15 o 20 años más. Muchas veces las predicciones sobre lo que ocurrirá en el futuro han resultado erróneas. Una de las más notables fue la predicción que hizo la Oficina de Patentes de USA en 1896 de que pronto tendrían que cerrar sus puertas, dado que “todo lo que se podría inventar ya se había inventado”.Por el contrario, hoy casi todo está en movimiento, desde nuestra tecnología hasta la forma de hacer transacciones, las formas de relacionarnos y lo que entendemos por familia.
Sin embargo, las habilidades básicas que conducen a la dignidad, libertad, confianza y amor entre las personas es algo que ha permanecido en el corazón de las relaciones humanas satisfactorias. Esto ha estado siempre entre las metas de los seres humanos, a pesar de nuestras circunstancias y de los grandes avances tecnológicos.
TENEMOS MÁS, PERO TENEMOS MENOS
De acuerdo con George Carlin (1999), “la paradoja de nuestra época en la historia es que tenemos edificios más altos pero temperamentos más cortos, autopistas más anchas pero puntos de vista más limitados. Gastamos más pero tenemos menos; compramos más pero lo disfrutamos menos… Tenemos más títulos pero menos sentido común; más conocimientos pero menos juicio… Hemos aprendido cómo ganarnos la vida pero no a forjar una vida… Fabricamos más computadores para almacenar más información y producir más copias que nunca, pero tenemos menos comunicación”.Al desarrollarse la era de la información y al tener cada día tecnologías más avanzadas incorporadas en nuestra vida diaria, las relaciones humanas se están volviendo más importantes. La mayoría de nosotros estamos expuestos a más información de la que podemos procesar o atender.
Más aún, no existe un mecanismo para organizar, priorizar o interpretar dicha información, así que a menudo no está claro lo que es importante de lo que puede ignorarse. Es un hecho que cuando todo está cambiando, el cambio se vuelve imposible de manejar.
Mientras mayor el cambio y la complejidad, mayor es la necesidad de alguien que nos conduzca a través de las turbulencias. En las distintas organizaciones es el líder quien puede cumplir con este rol.
VÍNCULO EMOCIONAL Y LIDERAZGO
Las organizaciones son comunidades de seres humanos, y como tales tienen por definición en su esencia las relaciones interpersonales.El concepto de liderazgo ha evolucionado desde modelos que han enfatizado los rasgos de personalidad del líder hasta otros que se basan en la relación entre un líder y su equipo.
Hoy podemos considerar el liderazgo como la capacidad de una comunidad humana para crear su futuro (Peter Senge, 2004). Básicamente, esto nos dice que el liderazgo no lo podemos centrar en los talentos y atributos de una persona en particular, sino en una relación entre personas.
Es por lo tanto un proceso social, en el que el líder interviene para establecer conexiones entre personas y lograr objetivos y metas. Por lo mismo se debe invertir en lazos que unan a las personas positivamente y en profundidad. Ello implica que las habilidades que se requieren para dirigir personas tienen un polo de desarrollo muy diferente al que tradicionalmente se ha asociado al liderazgo.
En la literatura se ha planteado la disyuntiva que tiene el líder entre ser temido o querido. Evidentemente ninguna de estas opciones responde a las nuevas formas de liderazgo que requieren las organizaciones. Sin embargo, nos recuerda lo importante que pueden ser las emociones.
Podemos apreciar que una visión moderna del liderazgo debe considerar como elemento sobresaliente la inteligencia emocional.
Cuando tratamos de entender por qué algunas personas son tan efectivas en su gestión nos centramos principalmente en algunos elementos racionales como su estrategia, visión y conocimientos, factores clave en llevar prosperidad a las organizaciones. Sin embargo, hoy —en que el papel del empleado en la nueva organización ha cambiado tan radicalmente— empiezan a surgir con fuerza las necesidades emocionales.
El líder emocionalmente inteligente cuenta con las competencias para influir en otros por medio de la gestión de las relaciones, comunicándoles de manera efectiva el beneficio y las ventajas de encaminarse a la visión planteada.
También es capaz de inspirar y convencer a otros y pone en práctica su creatividad al alinear la visión común con la posibilidad de desarrollo y crecimiento de cada uno de los miembros del equipo.
El líder se convierte así en un catalizador del cambio capaz de mantener la motivación en un buen nivel, reconociendo los sentimientos y emociones de las personas y atendiendo oportunamente los conflictos para mantener la dirección de la energía hacia el logro de una meta común.
Un líder inteligente emocionalmente es capaz de obtener lo mejor de las personas que colaboran con él, favoreciendo su crecimiento y creatividad, abriendo múltiples vías de acción que inevitablemente conducen no solo a la prosperidad de cada miembro del equipo, sino de la organización.
SER TEMIDO O QUERIDO
En principio, todos estaríamos de acuerdo con considerar la amabilidad y compasión como cualidades positivas, sin embargo en los negocios esto es visto como una debilidad.Los gerentes amables son considerados como débiles, suaves o al menos tolerantes de los errores, lo que podría desmotivar a los colaboradores de alto rendimiento. Se les acusa de ser “demasiado buenos”. Por el contrario, los así llamados “gerentes duros” que amenazan a sus colaboradores son vistos como gerentes estrella que saben hacer funcionar el látigo para lograr sus metas.
¿Es posible ser amable y atento junto con lograr altas metas de desempeño y ganancias en una empresa?
Se le hizo esta pregunta a Chade-Meng Tan de Google y su respuesta fue que en su experiencia es posible ser duro, exigente a la vez que amable y compasivo, que estas características no son mutuamente excluyentes (ver recuadro).
El líder emocionalmente inteligente cuenta con las competencias para influir en otros por medio de la gestión de las relaciones.
EL PROBLEMA DEL GERENTE MATÓN
Ser exigente y matón produce al menos tres costos en la empresa: la sustentabilidad a largo plazo; la calidad y compromiso, y el aporte creativo.Cuando las personas no quieren trabajar con Ud. y lo hacen solo por necesidad, se irán apenas puedan. No podrá retener el talento y si lo logra, no trabajarán al máximo de su capacidad. Si las personas no son felices, no se comprometen. Si no lo hacen, la calidad será insuficiente. Y si un gerente de una empresa que depende de la creatividad, acosa a su equipo, ellos no podrán resolver problemas con originalidad. ¿Se imagina ser creativo cuando la emoción que lo inunda es el miedo?
Si los costos son tan altos, ¿por qué habrá tantos gerentes que siguen este estilo? Tal vez porque se obtienen ganancias visibles a corto plazo, se logran cifras altas de desempeño en el siguiente período, y lo que se pierde solo se verá a largo plazo. Con este tipo de gerentes a lo más se llega a ser una buena empresa, nunca una superior.
¿PODEMOS ENTRENAR NUESTRA INTELIGENCIA EMOCIONAL?
Es muy frecuente tenerles miedo a las emociones que experimentamos y, por lo mismo, nos asilamos en aquello que nos es más conocido y manejable, lo racional.Esto a pesar de entender que las emociones juegan un papel muy importante en nuestras relaciones interpersonales y que influye la mayor parte de las decisiones que tomamos.
Esta contradicción afecta en mayor medida a los que tienen un rol de autoridad o jefatura, por ello se teme emprender un camino de aprendizaje de las emociones y se piensa que no es posible mejorar en este campo.
En este curso los invitamos a descubrir lo que la inteligencia emocional les puede aportar no solo en su estilo de liderazgo, sino que también en su calidad de vida.
Para lograr este objetivo seguiremos un plan de desarrollo de algunas de las habilidades de la inteligencia emocional, empezando por identificar y evaluar aquellos componentes que le son más necesarios de entrenar.
La inteligencia emocional (IE) es medible y, aún más, se puede entrenar, como se verá en las próximas clases de este curso.
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