sábado, 23 de agosto de 2014

primero tienes que aprender a ser feliz como un ratón.

http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-08-23/el-secreto-de-la-felicidad-explicado-por-un-celebre-psicologo-espanol_179481/ 
Quizás el secreto de la felicidad no sea tan difícil de encontrar como pensamos. (iStock)
El psicólogo catalán Rafael Santandreu es uno de los más reputados profesionales de España. Aunque reconoce que no es fan de los libros de autoayuda, cree que pueden ser útiles si están basados en la evidencia. Por ello, y bajo la premisa de “aglutinar los mecanismos que conoce la psicología moderna para transformarnos”, ha publicado un nuevo libro, Las gafas de la felicidad (Grijalbo). Con él pretende compartir la terapia cognitiva que es, según Santandreu, “la forma de psicología más científica y rigurosa que existe”. Este es un extracto del libro en el que explica las reglas básicas de la misma y, en concreto, qué es lo que nos da felicidad.
Hace poco vino a verme una chica que estaba deprimida porque su novio la había dejado. Estuvimos revisando el diálogo interno que la estaba perturbando y, rápidamente, admitió que se decía algo así como: “¡La vida es un asco sin pareja!, además de “un fracaso personal”.
Y a partir de ahí mantuvimos un diálogo sobre la verdadera fuente de la felicidad:
Silvia, la pareja nunca ha dado la felicidad a nadie. Fíjate en ti misma. ¿No estabas bien antes de conocer a Manolo? –le dije.
–Sí, la verdad es que sí. Estaba en primero de carrera, contenta con mi vida –respondió.
–¿Lo ves? Conocer a tu novio estuvo bien, pero tú ya eras feliz. La pareja, tener un buen trabajo, estar delgado… son añadiduras, pero no la verdadera fuente de la felicidad.
–Entonces, Rafael, ¿cuál es la fuente? ¿Qué es lo que da la felicidad?
–Simplemente, tener el coco bien amueblado: tener “bastantidad”.
Cuando estamos cuerdos, apreciamos el milagro de la vida ahí fuera y esa sutil apreciación basta para llenarnos el corazón
Y es que la vida está llena de posibilidades de disfrute, si no nos apegamos a ninguna de ellas. Muchas veces, les digo a mis pacientes que no hay nada más que apreciar que ahí fuera hay colores, luz, objetos vivos en movimiento como las hojas de los árboles. Llegará un momento en que ya no los habrá. En este universo, todo tiene su final y quizá dentro de cincuenta o cien años, hayamos destrozado de tal forma el planeta, que el color, la luz o los árboles no sean lo mismo. O directamente habrá reventado la Tierra.
Cuando estamos cuerdos, apreciamos el milagro de la vida ahí fuera y esa sutil apreciación basta para llenarnos el corazón: ni novios, ni empleos perfectos… basta con la luz del sol al amanecer.
Por eso, tener una mente saludable implica no apegarse a nada ni a nadie. La felicidad, como le señalé a Silvia, la da no crearse necesidades y disfrutar de lo que se tiene en cada momento.
La mente del mono loco
Después de aquel primer diálogo, la paciente se quedó pensativa y me confesó:
–Además, si lo pienso bien, tampoco estábamos bien juntos.
–¿Lo ves? Tu necesidad actual es absurda –apunté.
–¿Y por qué me sucede esto? ¿Por qué estoy obsesionada con algo que ni siquiera fue tan bueno? –me preguntó confusa.
–Ah, esto es porque has desarrollado la mente del mono loco.
Cuando nos volvemos locos, olvidamos que la felicidad reside en nuestra mente y empezamos a buscar compulsivamente fuentes de gratificación externa. Entrar en ese juego es perjudicial porque, entonces, seguro que adquirimos la mente del mono loco. El mono loco es un primate que va de rama en rama, frenético, buscando la rama perfecta donde estar perfectamente cómodo. Y no la encuentra jamás.
Cuando nos volvemos locos, olvidamos que la felicidad reside en nuestra mente y empezamos a buscar compulsivamente fuentes de gratificación externa
Silvia había empezado a caer en esa trampa e iba loca de objeto en objeto buscando la felicidad. Cuando estaba con su novio se decía: “¡Esta relación es un asco! ¡Necesito que la relación funciones de otra forma o esto no lo aguanto!”; y cuando su novio la dejó: “¡Necesito a mi exnovio o la vida también es un asco porque no sé estar sola!”. Probablemente, de encontrar otra pareja,en poco tiempo empezaría a quejarse de algo diferente: del trabajo, de su vida social, de esa nueva pareja, de su cuerpo, de la propia ansiedad…
La mejor respuesta a la pregunta de Silvia: “¿Dónde está la felicidad?” se la podía dar cualquier mono sano: “La felicidad está en cualquier rama, ¿no lo ves?”.
Un antiguo cuento zen ilustra este concepto:
Érase un ratón que se hallaba en constante estrés por miedo al gato. Un mago se apiadó de él y lo transformó en un ágil felino. Pero, entonces, el pobre animal se empezó a asustar del perro. El mago, con otro golpe de vara, lo transformó en un fuerte can. Pero, al poco tiempo, el agobiado animal empezó a temer al tigre. El mago, aunque ya un poco cansado, lo transmutó en un poderoso tigre, el rey de los felinos. Y en ese punto, a nuestro animal le entró un ataque de pánico ante la presencia del cazador. El mago dio un suspiro, harto de tanto trabajo. Cogió su varita, la alzó y dijo:
–¡Te convierto en ratón y esta vez es para siempre!
 Y añadió:
–Nada de lo que yo haga va a servir, amigo, porque primero tienes que aprender a ser feliz como un ratón. 

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