jueves, 5 de noviembre de 2015
Supongamos que la motivación dirige la conducta...
Bien, entonces ¿qué sucede cuando no estamos motivados? Pues que no podemos actuar. Y, además, que podemos echar la culpa de nuestra inacción a quien no nos motiva. El problema educativo se convirtió en un problema motivacional. Lo importante era motivar a los alumnos porque, de lo contrario, ¡cómo iban a poder estudiar! Pero esto supone una dependencia de la fuente de motivación. No es de extrañar que haya aparecido una industria de la motivación: consejeros motivacionales, coaching motivacional, oradores motivacionales. Una especie de anfetaminas de uso legal.
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