María Mikhailova
Es posible que te pase como a mí que sientes que como norma general das mucho más de lo que recibes o que simplemente das mucho sin recibir nada o muy poco a cambio.
Las razones detrás de esta actitud pueden ser varias, muchas seguramente muy personales. A decir verdad, yo siempre tuve la sensación de ser la que da más en la vida, pero no fue hasta hace unos meses que me hice realmente consciente de este problema.
Cuando dar demasiado se convierte en un problema
Sí, dar demasiado muchas veces se convierte en un problema. Es cierto que dar es bonito (por cierto, la palabra “dar” en ruso, tal como suena, significa "don" o “regalo”). Y todos sabemos que lo ideal es dar sin esperar nada a cambio. Esto puede aplicarse a relaciones familiares, de pareja, incluso con tus clientes...
Pero también se sabe que todo tiene un límite y que en el equilibrio está la respuesta. Si damos demasiado, de forma continuada y persistente, al final acabamos rompiendo completamente la balanza y se pierde todo el equilibrio.
Las consecuencias de dar sin recibir
Las consecuencias de esta falta de equilibrio pueden ser muchas: desajustes emocionales, sentirte vacío en una relación del tipo que sea (profesional o personal), incluso puedes llegar a enfermar como me ha estado pasando a mí últimamente (me he estado poniendo mala cada dos por tres, desde que volví de Holanda a Madrid).
No, con este artículo no pretendo decir que ser egoístas es lo que deberíamos hacer todos. No es mi filosofía de vida ni mucho menos, pero tal vez sea hora de revisar nuestra autoestima, nuestras creencias y sobre todo entender en qué lugar de evolución tanto emocional como espiritual nos encontramos.
Personalmente llevo dándole muchas vueltas al tema en las últimas semanas y creo que ha llegado el momento de dejar de lado esa actitud de víctima, persona que no hace más que dar y siente que lo que recibe a cambio es muy poco o nada, se siente vaciada por dentro en muchas ocasiones, incluso engañada, pues es consciente de que algo no va bien en su manera de proceder y de relacionarse con las personas de su alrededor.
Baja autoestima
Como muchos sabréis, la baja autoestima me ha perseguido durante gran parte de mi vida, como lo cuento en esta vídeo-entrevista. La baja autoestima nos impulsa a pensar que somos menos que los demás, que merecemos menos o que no nos merecemos lo que nos corresponde.
Por eso cuando alguien nos da algo, queremos corresponder muchísimo a esta otra persona, pues creemos que nos ha dado demasiado. Sin ir más lejos, últimamente he estado pagando de más a la chica que limpia mi casa de vez en cuando. Y además sin darme cuenta de ello, lo convertí en una norma: un día le dije que no hacía falta que me diera cambio, y ahora es así como al parecer funcionamos. Además, lo importante no es eso (al fin y al cabo son unos pocos euros), sino que ni siquiera fui consciente de mi actitud hasta ahora, que escribo este artículo. El problema no es la chica, ella es un amor de mujer a la que aprecio y respeto y una profesional excelente, el problema es mío al creer que si alguien hace algo por mí, debo darle mucho más de lo que me pide.
Pero también sucede al revés. Si alguien tiene que pagarme por algo (pongamos una sesión de coaching), trato de dar mucho más a cambio. A pesar de que los precios que manejo son muy ajustados al mercado actual, suelo alargar muchísimo las sesiones y cada vez que recibo un mail con alguna pregunta, trato de dar una respuesta lo más detallada posible, que muchas veces me ocupa bastante tiempo.
Y no, no me cuesta hacerlo. Lo reconozco: me encanta dar, me encanta ayudar, he descubierto que ésta es mi misión en la vida y de hecho ya lo era antes de que me diera cuenta de ello: me he pasado años ayudando a mi familia en todos los aspectos... Pero una cosa es dar desinteresadamente y otra romper la balanza.
La búsqueda de aprobación
De hecho, muchas veces nuestro problema puede ser que estemos enganchados a dar. Suele pasar mucho por ejemplo con las madres que lo dan todo por sus hijos, que se desviven por ellos y se olvidan de sí mismas para mimar y proteger a sus retoños. Pero eso tampoco es sano, especialmente cuando los retoños ya no son tan retoños y pueden perfectamente valerse por sí mismos.
Y aunque suene paradójico, las personas que dan demasiado (y muchas veces cuando ni siquiera se lo han pedido), pueden convertirse en gente tóxica, pues son los que inician este juego de la balanza desequilibrada. Es como si hubiera un contrato emocional invisible que dijera: “ya que te estoy dando tanto, tú me debes a mí”; y ese “debes” puede entenderse por amor, aceptación, cariño, conexión, etc.
Además, llevada a un extremo esta actitud, podría tratarse incluso del típico chantaje emocional. Cuando haya por ejemplo un conflicto o desacuerdo en algo, el que da más podría alegar algo así: “después de todo lo que te he dado, ¿así me tratas?” Seguro que esta frase te suena
Y es que detrás de la actitud de dar demasiado, a menudo se encuentra una necesidad de ser aprobados por los demás, o se esconde nuestro miedo al rechazo.
Cuando dar demasiado se convierte en una adicción
También mencionaba más arriba eso de que estemos enganchados a dar. A veces siento que es lo que me ocurre a mí con mis clientes de coaching, por ejemplo. La trampa está en que el coaching tiene como esencia ayudar a crecer a la otra persona. Pero una cosa es ayudar de forma equilibrada y otra es desvivirse por que la otra persona solucione sus problemas y alcance sus objetivos.
Recuerdo que uno de mis profesores del master de coaching solía decir: "un coach excelente puede no conseguir efecto alguno con un cliente que no quiere cambiar; y al revés: un mal coach puede hacer maravillas con un cliente que está muy predispuesto al cambio". La moraleja es simple:
Uno no puede ayudar al otro si hay una resistencia al cambio interna, aunque de forma consciente nos diga que quiere mejorar su vida o solucionar sus problemas.
¿Cómo saber si tienes una adicción a eso de dar?
¿Cómo podrías saber que estás enganchado a eso de dar? Muy fácil. La respuesta está en analizar qué necesidades y sobre todo cuántas necesidades cubres con el hecho de dar. Más adelante haré un vídeo sobre las necesidades humanas y las distintas clases de vehículos que tenemos para cubrirlas (todo gracias a unos vídeos de Tino Fernández que descubrí recientemente).
Por ahora te hago un breve resumen. Hay básicamente 6 necesidades humanas:
- seguridad / control
- variedad / diversión / aventura
- amor / conexión con otras personas
- importancia / autoestima / orgullo
- crecimiento
- contribución
Se supone que cuando una actividad concreta nos cubre al menos 3 de estas necesidades, estamos hablando de una adicción. Si cubre más o todas ellas, se trata de una adicción muy potente.
Imagínate que el hecho de dar a otros, sea a nivel personal o profesional, te proporcionaseguridad (me siento más segura de mí misma si ayudo a los demás, a mi familia o a mi pareja); pero también te proporciona conexión con otras personas (si les ayudo, siento que soy aceptada por un grupo social o por mi familia); y además eso te hace sentir importante (es bastante frecuente sentirte importante o especial cuando ayudas a otros). Ya con esos 3 componentes podemos estar hablando de una cierta adicción.
Si además el ayudar a otros supone para ti un crecimiento personal o profesional, como es mi caso, y además una contribución con tu trabajo a la sociedad (además estas dos últimas necesidades son espirituales), tienes la adicción asegurada.
Pero como ayudar a otros no te está generando un malestar físico (a no ser que te pases las horas del día haciendo esto y te olvides de comer y de tu propia vida), no es algo que debas erradicar de tu vida. Simplemente basta con analizar tu actitud y ver en qué punto estás dejando de vivir tu propia vida para volcarte en otros, qué miedos, creencias o limitaciones hay en tu urgente necesidad de ayuda. ¿Tratas de rescatar a otros de sus problemas, crees que eres imprescindible para su progreso personal?
En realidad, todo lo que te cuento es algo que he vivido y a día de hoy sigo viviendo a ratos, aunque cada vez más consciente de que esa no es la actitud que quiero seguir alimentando e introduciendo poco a poco cambios en este aspecto.
Creencias potenciadoras y limitantes
Detrás de dar demasiado se encuentran en realidad numerosas creencias, algunas de ellas además relacionadas con el dinero.
Dar es positivo. Ayudar es la finalidad del ser humano. Contribuir me hace sentir mejor persona. Como ves, son creencias positivas que no deberíamos eliminar de raíz, pero sí matizar hasta qué punto dar es siempre positivo, hasta dónde debo llegar, preguntarte si no estarás tal vez dando demasiado y rompiendo el equilibrio en tu vida.
Pero también puede haber creencias limitadoras como Si no ayudo a mi familia, soy egoísta. Si digo que no, me despreciarán y me rechazarán. Para merecer algo, debo dar mucho primero. Si no prestas ayuda al otro, eres mala persona.
Y no nos olvidemos de las creencias falsas en relación al dinero que la sociedad, familia o cultura nos han inculcado: Ganar mucho dinero es despreciable. Los ricos son malas personas. Cobrar al que tiene poco dinero es feo. El dinero induce a la avaricia y codicia. O El dinero es basura, frase que me recuerda a mi infancia en un país comunista (nací en la ex-URSS).
Si crees que das demasiado y no recibes lo que te corresponde, revisa tus creencias una por una: sobre el dinero, el egoísmo, el hecho de ayudar, de cobrar, de vender. Todo eso está detrás de cómo te comportas en tu día a día. Para el cambio de creencias, te recomiendo que veas este vídeo muy detallado en el que te cuento cómo cambiar tus creencias limitantes en 9 sencillos pasos.
Por último, hay un tema muy interesante que descubrí hace poco en relación con el tema de dar. Se trata de 4 niveles evolutivos, a nivel emocional y espiritual. Pero como no quiero alargar demasiado este artículo, te invito a que te suscribas, si aún no lo has hecho, para recibir este interesante post en tu correo cuando lo publique. Además, si te suscribes, recibirás automáticamente acceso a mi Mini-Curso sobre la Autoestima que regalo a todos mis suscriptores.
Y para terminar, me gustaría preguntarte: ¿eres más de dar o de recibir? ¿Si eres más de dar, qué creencias crees están detrás de este comportamiento? Me encantaría escuchar tu opinión. Además siempre respondo a todos los comentarios, así que aprovecha la ocasión y plantea tus dudas
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