viernes, 4 de marzo de 2016

La vida no es corta, la malgastamos

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"De la vida es escasa la parte que vivimos" —Anónimo

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Sobre la brevedad de la vida de Séneca es un texto sublime. Su mensaje está más vigente que nunca. Os comparto algunos de los pasajes que más resonaron en mi. 
No tenemos un tiempo escaso, sino que perdemos mucho. Si se emplea bien toda ella, la vida es lo bastante larga. Para realizar las cosas más importantes se nos ha otorgado con generosidad. Pero si se desparrama en la ostentación y la dejadez, si no se gasta en nada bueno, cuando al fin nos acosa la muerte, nos damos cuenta de que ha pasado una vida que no supimos que estaba pasando.

Es así: no recibimos una vida corta sino que la hacemos corta; no somos mendigos de ella sino derrochadores. Tal como unas riquezas cuantiosas y principescas en un instante se evaporan cuando caen en manos de un mal amo, y al revés, cuando, pese a ser escasas, se entregan a un buen custodio, crecen al emplearlas, igualmente la existencia se le expande mucho a quien bien la organiza.

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La gente es frugal en la vigilancia de sus bienes; pero tan pronto como se trata de perder el tiempo, son derrochadores de la única cosa en la que es honroso ser avaro.

Viven como si estuvieran destinados a vivir para siempre; no piensan en su propia fragilidad; no se dan cuenta de cuánto tiempo ha pasado ya, sino que despilfarran como si tuviera un suministro completo y desbordante, mientras que ese mismo día que le están dedicando a alguien o algo puede ser el último. Actúan como mortales en todo lo que temen, y como inmortales en todo lo que desean.

Oirás a la mayoría decir: «A partir de los cincuenta me retiraré a descansar. Los sesenta años me librarán de obligaciones». ¿Pero quién hay que te avale una vida lo bastante larga? ¿Quién dará permiso para que eso salga como dispones? ¿No te da vergüenza reservar para ti los despojos de tu vida y destinar para el bien espiritual solo ese tiempo que no se puede dedicar a ninguna cosa? ¡Qué tarde es empezar a vivir justamente cuando hay que dejarlo! ¡Qué olvido de nuestra mortalidad tan estúpido aplazar los planteamientos sensatos para los cincuenta o los sesenta años y pretender empezar la vida en un momento al que pocos logran llegar.

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¿Puede haber algo más estúpido que la actitud de algunos, me refiero a esos hombres que presumen de ser previsores? Andan empeñados en demasiadas tareas para poder vivir mejor, equipan la vida a base de gastar vida, sus pensamientos los dirigen a la lejanía. Pero, claro, el desperdicio mayor de vida es la dilación: ella anula cada día que se va presentando, ella escamotea lo presente en tanto promete lo de más allá. El mayor estorbo del vivir es la expectativa que depende del mañana y olvida lo de hoy. Dispones de lo que está puesto en manos de la suerte, abandonas lo que está en las tuyas... Todas las cosas futuras quedan en la incertidumbre: ¡vive de inmediato!

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Todos aquellos que te llaman hacia ellos te alejan de ti mismo.

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Suelo extrañarme cuando veo a los unos pedir tiempo y a los otros, los solicitados, dispuestos a dárselo. Unos y otros entienden aquello por lo que se pide el tiempo, ninguno al tiempo en sí: se pide como si no fuera nada, como si no fuera nada se da. Se juega con el bien más valioso de todos, pero los engaña el que sea un bien intangible, el que no esté a la vista. De manera que se considera muy barato, peor aún, que su precio es casi cero.

Nadie te restituirá esos años, nadie de nuevo te devolverá tu propia persona. La vida irá por donde antes solía, sin echar atrás o retener su carrera; no armará jaleo ninguno, no te dará aviso ninguno de su velocidad: se deslizará callada. Ella no llegará más lejos por mandato de rey ni por aprobación del pueblo: tal como la dejaron salir el primer día habrá de correr, nunca hará etapa, nunca se entretendrá. ¿Qué pasará? Tú estás atareado, la vida se apresura; llegará entretanto la muerte, para la cual, lo quieras o no, habrás de tener tiempo de sobra.
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(clic sobre la imagen para más info.)
No basta con ser escrupulosos con el uso del tiempo, es necesario también aprender a utilizarlo. Para ello Séneca nos recomienda dedicar tiempo a aprender como vivir. Es bajo la tutela de los hombres más sabios que ha dado la humanidad como aprenderemos a lidiar de mejor manera con las circunstancias que la vida nos presenta. Toda la sabiduría necesaria para vivir una gran vida ya está escrita.
Vivir es la actividad menos importante del hombre preocupado; sin embargo, no hay nada que sea más difícil de aprender ... Aprender a vivir lleva toda una vida, y, lo que puede sorprender más, se necesita toda una vida para aprender a morir.

Los únicos que utilizan sabiamente el tiempo son los que hacen tiempo para la filosofía, son los que realmente viven. No sólo mantienen una buena vigilancia sobre sus propias vidas, sino que le añaden todo el tiempo de las vidas pasadas a la suya. Todos los años que han pasado antes de ellos se agregan a su cuenta. A menos que seamos muy ingratos, todos esos distinguidos fundadores de credos sagrados nacieron para nosotros y nos prepararon una forma de vida.

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Tomarás de ellos lo que quieras; no impedirán que tú les saques todo lo que seas capaz. ¡Qué prosperidad, qué hermosa vejez aguarda a aquel que se suma a su clientela! Tendrá con quienes deliberar sobre las cuestiones más pequeñas y sobre las más grandes, a quienes consultar diariamente sobre sí mismo, de quienes oír la verdad sin deshonra, recibir alabanzas sin adulación, a quienes hacerse parecido.

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Solemos decir que no estaba en nuestro poder de elegir los padres que fueron asignados a nosotros, que nos fueron dados por casualidad. Pero podemos elegir de quien nos gustaría ser hijos. Están ahí los hogares de los intelectos más nobles: escoge uno por el cual deseas ser adoptado, y vas a heredar no sólo su nombre, sino también su propiedad. Esta propiedad no necesitará ser vigilada con malicia ni mezquindad: cuanto más se comparte, mayor será.

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