Desde hace mucho tiempo se sabe que la meditación ayuda a que los niños se tranquilicen, pero las nuevas investigaciones nos están ayudando a cuantificar sus beneficios entre niños en edad escolar. Un estudio de 2015 descubrió que los estudiantes de cuarto y quinto grado que participaron en un programa de meditación de cuatro meses mejoraron sus funciones ejecutivas como el control cognitivo, la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva, además de obtener mejores calificaciones en matemáticas. Un estudio, que se publicó hace poco en la revista especializada Mindfulness, encontró que los alumnos de quinto grado con trastorno de hiperactividad con déficit de atención (THDA) mejoraron en matemáticas. Y un estudio entre niños que asisten a la escuela primaria en Corea mostró que ocho semanas de meditación disminuyeron la agresión, la ansiedad social y los niveles de estrés.
Estas investigaciones, en combinación con una reseña que se publicó en marzo en la que se repasó la literatura sobre psicología del desarrollo y neurociencia cognitiva, ilustran cómo las prácticas meditativas tienen el potencial para cambiar verdaderamente la estructura y la función cerebral, y fomentar el éxito académico.
Los principios fundamentales de la neurociencia sugieren que la meditación puede tener el impacto más significativo en la cognición cuando el cerebro está en sus etapas más tempranas de desarrollo.
Esto ocurre porque el cerebro desarrolla conexiones en los circuitos prefrontales con mayor rapidez durante la infancia. Esta plasticidad adicional que genera el potencial para la meditación es lo que tiene un impacto tan importante en las funciones ejecutivas en los niños. Aunque la meditación también puede beneficiar más a los adultos en lo que respecta a la reducción del estrés o el rejuvenecimiento físico, sus efectos duraderos en materia de atención sostenida y control cognitivo son importantes pero también menos sólidos.
Un estudio clínico que se publicó en 2011 en The Journal of Child and Family Studies comprueba este concepto estupendamente. El diseño de la investigación permitió hacer una comparación directa entre adultos y niños debido a que formaron parte del mismo programa de meditación consciente y fueron evaluados de la misma forma. Se reclutó a niños de 8 a 12 años con un diagnóstico de THDA y a sus padres en un programa de entrenamiento de atención plena de ocho semanas. Los resultados mostraron que la meditación consciente mejoró significativamente la atención y el control de impulsos en ambos grupos, pero las mejoras fueron sin duda más visibles en los niños.
Fuera del laboratorio, muchos dijeron haber visto los beneficios de la meditación en edades tempranas. Heather Maurer de Vienna, Virginia, quien recibió clases de meditación trascendental, guía a su hija de 9 años, Daisy, en varias técnicas de visualización y ejercicios de respiración concentrada tres noches a la semana y cuenta que su hija ha logrado manejar mejor sus emociones, lo cual es un signo de control cognitivo. “Cuando Daisy está alterada, se sienta y se concentra en su respiración hasta que logra calmarse”, dijo Maurer.
Amanda Simmons, una madre que tiene su propio estudio de meditación en Los Ángeles, ha visto mejoras similares en su hijo de 11 años, Jacob, quien tiene cierto grado de autismo. Jacob también tiene THDA y trastorno bipolar, pero Simmons afirma que muchos de sus síntomas han disminuido desde que comenzó a meditar y repetir mantras diariamente desde hace seis meses. “La meditación parece hacer en su cerebro que el ‘disco duro se reinicie’, lo que conduce a que estabilice sus cambios de humor o disminuya su enojo”, relató Simmons. Ella cree que le ha permitido a su hijo disminuir su dosis del antisicótico que utiliza para el tratamiento de su trastorno bipolar.
Ya sea que los niños tomen medicamentos o no, la meditación puede ayudar a infundir autocontrol y la capacidad de concentración. Es probable que fomentar la meditación y las prácticas mente-cuerpo se reconozcan como parte fundamental de la paternidad inteligente, al igual que enseñar a tus hijos a trabajar duro, comer saludable y ejercitarse con regularidad.
Para aprender algunas técnicas de meditación que puedes enseñar a tus hijos, lee Es bueno que tu hijo medite, pero ¿cómo lograrlo?
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