El hombre no es fuerte cómo los animales poderosos, no nada bajo el agua como el pez, no vuela como el pájaro, ni puede cambiar de colores como el camaleón, necesita de sus padres para sobrevivir y sin embargo, se las arregló para dominar el planeta. Ese poder surgió de su capacidad de comunicación que ninguna especie pudo imitar.
Con el lenguaje logró compartir teorías, miedos y esperanzas. Fue el único que grabó el alfabeto en su cerebro ya que nunca se pudo entrenar a un animal para que lea. Borges dijo que: “no somos lo que somos por lo que escribimos, somos lo que somos por lo que leemos“.
Esta tecnología genérica se convirtió en la madre de todas las demás. Newton explico su poder: ” No soy un genio, estoy parado sobre las espaldas de gigantes“. Es muy costoso aprender de la experiencia. La segunda mano que brinda la lectura es el acelerador del aprendizaje.
Cuántos libros debemos leer. Con el tiempo la lectura tuvo tanto prestigio que se creyó que sólo se puede aprender de los libros. Sin embargo, para Descartes la verdad está en la vida. Un hombre tiene mucho que hacer antes de leerse todo. Su ego se construyó imitando y repitiendo, no se le enseñó a pensar ni a concretar sus objetivos.
Debe descartar verdades absolutas y prepararse para un futuro que cambia velozmente sin que se pueda pronosticar su evolución.
Hay que emplear la duda y el razonamiento para romper creencias rígidas que son como las ideologías y saber que aunque en los libros estuviera la verdad no existiría tiempo en la vida para encontrarla.
Cultivar el arte de pensar. Para no hacer un dogma de la lectura
hay que reflexionar, pues el autoconocimiento y aprender son el fin último de la educación. Muchos creen que lo que vale son los títulos. Pero la vida plantea problemas a resolver sin tener los textos a mano.
Hay libros que ayudan a reflexionar, a encontrar respuestas a lo que interesa, pero es en la realidad donde se hallan el sentido común y lo valioso y donde se puede ser feliz sin libros o ser infeliz con ellos.
La felicidad debe gestionarse porque las palabras no sustituyen a los actos ni la teoría a la práctica. Creer que saber es lo mismo que leer confunde erudición con inteligencia, memoria con saber hacer, repetición con conocimiento. No por leer más uno vuelve inteligente.
La inteligencia involucra las emociones y la ética. Mientras más torpe sea un experto y menos respete el pensamiento ajeno, menos inteligente será, aunque se haya leído toda la biblioteca.
Inteligencia es aprender de los errores y tener imaginación para extraer del conocimiento las ideas. La inteligencia no se opone a la maldad, muchos líderes han sido responsables de ruinosas experiencias.
El libro no tiene poder magnético, su fuerza reside en lo que activa, no en lo que contiene sino en lo que genera. Si empezamos a revisar nuestras creencias haremos algo tan valioso como leer libros.
La historia del error. Lincoln perdió 49 elecciones antes de ser presidente. Errar es la materia prima del aprendizaje. Al caer nos levantamos apoyándonos donde caímos, el error propicia la solución. La ostra transforma el grano de arena que por error la invade. Lo rodea con un líquido que produce y termina creando la joya que admiramos. Pero la educación transmite que hay que lograr el éxito a cualquier costo, castiga el error con mala nota, lo que importa es ganar para ser admirado y recompensado. Los ganadores logran puestos importantes. Los mediocres pasan sin pena ni gloria. El mal alumno es excluido.
Cuando el ganador prueba el amargo sabor de la derrota, aparecen la frustración, el miedo, la depresión, la baja de la autoestima, las excusas. Cuanto más exitosa ha sido su trayectoria más pánico se tiene a demostrar debilidad, a equivocarse, a la caída.
No se aprendió a perder. El valor se muestra al perder. La victoria tiene muchos padres, la derrota es siempre huérfana. El feedback con la realidad impide al error convertirse en hábito. El que no hace no se equivoca pero no aprende. Error malo es el que se repite, error bueno es el nuevo, error humano es chocar dos veces con la misma piedra.
Aprender a hacer. Elliot se preguntó: ¿dónde está el conocimiento que se perdió con la información? ¿dónde está la sabiduría que se perdió con el conocimiento El carbón en la mina es un dato. La bolsa de carbón es como la información: convierte al dato en un producto útil. El carbón convertido en acero es la información colonizada por el conocimiento. La sabiduría suma profundidad, perspectiva, intuición, significado. Usa el acero para construir un puente, une la información externa (conocimiento), con la experiencia.
Lo que no puedo hacer no lo sé, y si no lo intento no aprendo. En un cirujano importa su pericia y no que conteste bien una prueba. Aprender no puede separarse del trabajo. La medicina debería comenzar en los hospitales para facilitar la abstracción teórica. También hay que enseñar a reconocer que no se sabe, que pedir ayuda no es malo y que ofrecer ayuda es un mérito.
Innovación y aprendizaje se proyectan hacia el futuro por la curiosidad y la voluntad de mejorar. El conocimiento es una certeza paralizante que traba. La innovación pide reinventar la rueda, para el conocimiento está inventada. Aprender a innovar a la velocidad del cambio es una tarea para toda la vida. La virtud del que sabe es que analiza lo que ve mal para mejorarlo. La escuela no es un buen lugar para aprender, enseña abstracciones inútiles, lo que no vale la pena.
Para Bernard Shaw el hombre razonable se adecua al mundo y el irrazonable adecua el mundo a él. Todo el progreso depende del hombre irrazonable. Innovación viene del conocimiento que surge de la innovación y los conecta el aprendizaje. Para aprender sirve el descontento productivo. El que está contento con lo que sabe no aprende y el triunfo se nutre del fracaso. Pero si un alumno es inventivo la maestra lo primero que hace es llamar a los padres. La escuela enseña lo que dicen los libros, debería enseñar a aprender a cambiar. Como el futuro no espera, debemos inventarlo.
Dr. Horacio Krell Ceo de Ilvem, consultas a horaciokrell@ilvem.com
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