La parte emocional de un emprendedor poco se describe y se puede pensar que a uno es al único que le suceden las cosas o que es al único que le atacan sentimientos contradictorios al decidir convertirse en emprendedor. Por tal motivo en este artículo se describen aquellos sentimientos y emociones que atacan al emprendedor por naturaleza y que no son exclusivos de una sola persona, son generalizados y atienden a cualquier tipo de actividad del emprendedor, sea cual sea su actividad.
Un emprendedor es un ser humano como cualquiera que piensa y que siente, sin embargo debe conocerse y saber manejar sus emociones para que una situación crítica no afecte su desempeño y mucho menos merme su entusiasmo por seguir adelante con su proyecto.
¿Para qué sirven las emociones? ¿Ayudan a tomar decisiones? ¿Existen emociones positivas y negativas? ¿Son malas consejeras?
Las emociones, nos guían cuando se trata de enfrentar momentos difíciles y tareas demasiado importantes para dejarlas solo en las manos de intelecto (1), por lo tanto habría que darles cabida y no menospreciar su valor; por algo y para algo existen, funcionan como un liberador de energía para la parte inteligente de nuestro ser.
Por años, se han construido paradigmas alrededor de los sentimientos y emociones del ser humano, mostrándolos como privativos de un sexo, derivados de una circunstancia o proveniente de una falta de madurez de la persona. Pero se ha olvidado que los sentimientos y emociones están incluidos por naturaleza, y forman parte inherente de la estructura del ser pensante. No se escogen, ni tampoco son moderados en intensidades según la personalidad de cada individuo, simplemente existen y están incluidos en la parte del ser, independientes del hacer y del saber. Así como existe la parte de la emoción y del sentimiento, también está la razón que complementa y da sentido coherente a la existencia del ser humano.
Lo anterior podría hacer pensar que el ser humano tiene una dualidad, que está dividido en dos o que reacciona ante dos instancias distintas pero no distantes que es el pensar y el sentir. En un sentido muy real, tenemos dos mentes, una que piensa y otra que siente (1).
¿Qué necesita un emprendedor? ¿La parte que piensa o la que siente? En realidad necesita de las dos, nos son excluyentes definitivamente, pero además de saber que necesita ambas partes, debe estar consciente de saber manejarlas y controlarlas de una forma astuta para realizarse como un ser humano inteligentemente sentimental y como un emprendedor exitoso.
Por mucho tiempo se ha relegado la parte emocional del ser humano porque se le relaciona con debilidad, fragilidad, inseguridad, cuando la inteligencia académica tiene poco que ver con la vida emocional (1). Así de contradictoria puede ser la realidad sobre las creencias o paradigmas respecto a la parte sensible del ser humano.
Existen ciertas emociones que pudieran catalogarse como negativas y que son inevitables para las personas en común y los emprendedores no son la excepción, sin embargo están más expuestos a ellas por la actividad que llevan a cabo como únicos responsables de su futuro económico y crecimiento como empresarios. Por mencionar algunas, comenzamos con el miedo, que tiene una asociación negativa, sin embargo hay ocasiones en que suele ser saludable porque sirve para protegernos de muchos peligros.
La ansiedad es otra emoción que a diferencia del miedo tiene un carácter previo, sin embargo, la ansiedad es difícil de superar, ya que no estamos seguros de lo que sucederá. En cuanto a la preocupación, se diferencia de la ansiedad, sobre todo por el grado. Y se deriva del miedo (2).
Incertidumbre, indecisión e inseguridad son otros sentimientos entendidos por el emprendedor y que en su actividad diaria lo acompañarán, pero con experiencia y años de trabajo irán formando parte de su vida cotidiana, por lo que si algún emprendedor está leyendo, no se sienta el único con estos temores y sentimientos encontrados de querer hacer algo distinto en beneficio propio y por otro lado el de no saber qué hacer o por dónde empezar. Se dice que, las acciones positivas del hombre y la mujer deben estar siempre acompañadas de sueños e ideales y tal vez no podrás calmar el mar, pero si podrás ajustar tus velas, eso dará orientación y seguridad a tus acciones. (3)
¿Quién no ha experimentado estos sentimientos en circunstancias diversas? Seguramente todos, pero por si esto fuera poco, un emprendedor se enfrenta a estos y otros muchos sentimientos, por eso debe tener el temple y nervios de acero para superarlos y no permitir que le nublen la vista para poder continuar con su objetivo, recuerden que son ellos los que carga con la responsabilidad del futuro propio, el de la familia y el de los empelados que trabajen para la empresa.
La actitud es una manifestación del estado de ánimo, un emprendedor definitivamente deberá tener siempre una disposición positiva ante los obstáculos, dificultades y toda clase de inconvenientes que se atraviesen en su andar.
Por lo anterior, el manejo de las emociones propias debe ser una habilidad inherente del buen emprendedor. Se dice que el aprendizaje emocional comienza en los primeros momentos de la vida y se prolonga a lo largo de la infancia (1), por lo que, como adultos debemos afianzar los sentimientos de los pequeños para evitar que crezcan con miedos e inseguridades, más tarde no se sabe en qué momento deberán mostrar su madurez emocional.
Quién posee una actitud emprendedora sabe arriesgar pero en forma responsable, busca un camino diferente a la resignación, deja de soñar y busca en la realidad una mejor forma de vida, deja de ser observador para ser actor de su propio futuro y de aquellos que lo rodean, no se deja vencer al primer fracaso, se conoce y sabe sus capacidades, habilidades y en los peores tropiezos sabe reponerse para volver a levantarse y recapitular aquello que haya sido aprendizaje para no volver a caer. Si alguna vez siente miedo, temor o presentimiento de que algo negativo puede ocurrir piensa sus alternativas y opciones de respuesta ante tal vicisitud, es cuando realmente se prueba la capacidad de un emprendedor, y si piensa que es tan solo una de las pocas pruebas que le tocará en su camino afrontar, sobrellevar y superar, entonces habrá aprendido la lección.
Referencias
1. Goleman, Daniel. La inteligencia emocional. Ediciones B México, S.A. de C.V., 2000. Pág. 22,27,54,230.
2. Sferra Adam, Wright Mary Elizabeth, Rice Louis. Personalidad y relaciones humanas, Mc Graw Hill, 2005. Pág. 51.
3. Anzola Rojas Sérvulo. La actitud emprendedora. Mc Graw Hill, 1995. Pág. 26.
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