Hace pocos días, Susana Borrás (Copenhagen Business School) y Jacint Jordana (UPF) publicaron un nuevo estudio sobre la innovación en diferentes Comunidades Autónomas (When Regional Innovation Policies Meet Policy Rationales and Evidence: A Plea for Policy Analysis) . En él se realiza una comparativa sobre los modelos de innovación en Andalucía, Galicia, País Vasco y Catalunya, con datos normalizados sobre la población. A modo de resumen, comentaré sólo algunas gráficas del mismo.
En primer lugar vemos la decidida apuesta por la innovación que está realizando el País Vasco, con un esfuerzo total en I+D (público y privado) que se acerca a los 500 € per cápita. El doble que en Catalunya, y cinco veces más que el resto de CCAA analizadas. El gran despegue de la innovación vasca se produjo entre 2001 y 2008, partiendo de posiciones similares a Catalunya, pero llegando a casi doblar su intensidad en I+D hacia 2008. La crisis, en general, hace perder posiciones en todas las CCAA, pero se mantiene el claro liderazgo norteño.
A continuación vemos cómo se distribuye este esfuerzo. En particular, qué presupuesto per cápita ejecutan las universidades en cada región. De nuevo, partiendo de posiciones parecidas, Euskadi casi dobla su esfuerzo per cápita entre 2001 y 2008, superando a Catalunya. Actualmente, las universidades vascas ejecutan, en términos relativos, un 30% más de presupuesto investigador que las catalanas o andaluzas, y casi un 50% más que las gallegas.
La administración catalana, no obstante, es la que más invierte en centros públicos de investigación (extrauniversitarios), con un esfuerzo público que casi quintuplica el de Andalucía o el de Galicia, y es un 60% superior al vasco. Este esfuerzo se concentra en la red de centros de investigación de Catalunya (red CERCA), que han sido la base del milagro científico catalán, y han permitido situar a Catalunya al nivel de los países más avanzados del mundo en términos de publicaciones científicas. Catalunya dobló en cinco años (2004-2009) el número de autores que publican en journals de impacto, y acumuló 32,8 publicaciones en Science y Nature por millón de habitantes entre 2008 y 2012, sólo superada por Israel. La apuesta de Catalunya, durante los últimos 15 años, ha sido la de crear y mantener un sistema de ciencia de excelencia. El sistema científico catalán es, indudablemente el de mayor potencia absoluta en términos de generación de conocimiento de calidad, y de atracción de recursos adicionales (fundamentalmente europeos) para la investigación científica.
Sin embargo, el País Vasco se diferencia claramente en la disposición de recursos para la investigación industrial, destinando 60 euros públicos per cápita a proyectos de I+D empresariales (en los buenos tiempos, eran más de 120). Esa cifra es prácticamente negligible en el caso del resto de CCAA (históricamente, entre 5 y 10 veces menor que en Euskadi). Dicho de otro modo: en el País vasco se despliegan potentes políticas de demanda (apoyo a la I+D industrial) que tiene efectos multiplicadores (atracción de recursos privados adicionales) y contribuyen a la absorción de conocimiento por parte del tejido empresarial. Esos recursos son generadores de empleo, pues van destinados a proyectos cercanos al mercado que se convierten rápidamente en nuevos productos y servicios.
Euskadi es, según el Regional Innovation Scoreboard 2014, la única CCAA situada en posiciones comparables a las europeas en términos de innovación. Según el estudio de Susana Borrás, es la única auténtica “science region” de las analizadas, por su elevado nivel de capital humano y su especialización productiva en actividades basadas en conocimiento. El País Vasco ha priorizado en sus políticas de desarrollo económico la tecnología industrial, iniciando también a partir de 2007 un progresivo refuerzo de sus universidades y centros públicos de investigación. No obstante, un toque de alerta (personal): el descenso en picado de sus sistemas de soporte a la empresa, reflejados en una caída del 50% de la I+D financiada por la administración, desde el máximo de 2008.
El resto de CCAA analizadas han diseñado y mantenido durante los últimos 15 años “sistemas de innovación bipolares”: políticas y estructuras de ciencia independientes y no siempre bien coordinadas con las de tecnología e innovación empresarial. Y con una prioridad en la asignación de recursos por las primeras, olvidando las acciones de fomento de la investigación industrial. Euskadi es, probablemente, el único ejemplo peninsular de ecosistema integrado de ciencia, tecnología e innovación, con clara vocación de generación de empleo y de construcción de un nuevo capitalismo social que garantice la máxima competitividad de sus empresas, manteniendo un sólido compromiso con la generación de valor en el territorio. Es cierto que existe el factor Concierto. Pero también lo es que, en la medida en que he conocido el desarrollo de su sistema, han tenido desde los años 80 una gran visión de futuro y una robusta estrategia industrial.
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