Discográficas, tiendas, gimnasios, trenes, aviones, submarinos o, incluso, naves espaciales. Nada escapa al alcance de Sir Richard Branson, fundador de Virgin Group.
Aunque la mayoría de visionarios de la tecnología moderna se han circunscrito al ámbito del software o Internet, también hay grandes personajes que han aplicado los principios del esfuerzo, el emprendimiento y la innovación a aspectos más terrenales, como el transporte, la música o la salud. Hablamos de Richard Charles Nicholas Branson, aunque quizás se le conozca más como Sir Richard Branson, fundador de más de 360 empresas distintas, toda ellas bajo el paraguas de Virgin Group.
Este británico creó su primer proyecto empresarial rentable con tan sólo 16 años, cuando decidió publicar una revista (llamada Student), aunque su gran éxito llegó en 1972, cuando inauguró una cadena de tiendas musicales, llamada Virgin Records en su origen y Virgin Megastores en la actualidad; la cual se hizo muy popular gracias a los enormes descuentos que ofrecía en discos usados. De ahí,poco tardó en fundar su propia compañía discográfica junto a Nik Powell, en la que grabaron grupos como los Sex Pistols. Sin embargo, Branson vendió en 1992 esta empresa a la multinacional EMI por 1.000 millones de dólares, con el fin de mantener el resto de sus compañías (y sueños) a salvo.
Extravagante y polémico, Richard Branson es la 286ª persona más rica del mundo y una de las veinte personas más ricas del Reino Unido, con una fortuna de unos 4.500 millones de dólares. A ello ha contribuido también su propia compañía de telecomunicaciones (Virgin Mobile, vendida en 2006), su red de gimnasios y centros de bienestar o, muy especialmente, su conglomerado de empresas de transportes.
La revolución del transporte por tierra, mar y aire
Si por algo es conocido Richard Branson es por su obsesión por facilitar la movilidad de los ciudadanos de todo el mundo por cualquier medio, ya sea tierra, mar o aire. El comienzo de todo fue la creación de Virgin Atlantic Airways en 2984, una compañía especializada en vuelos tanto locales como transoceánicos entre Reino Unido y Estados Unidos que plantó cara a la mismísima British Airways, compañía bandera de ese país. A esta primera aerolínea le siguió Virgin Blue (Australia) o la adquisición de Euro Airlines (1996) o el lanzamiento de Virgin Nigeria y Virgin America.
En el ámbito ferroviario, Richard Branson creó una compañía llamada Virgin Trains que, en 1997, logró ir haciéndose con el control de varias líneas de éxito en la red de trenes británica. Para vencer al operador público, Branson empleó trenes que prometían alta puntualidad, atención exquisita a los pasajeros y equipamiento tecnológico de última generación… pero pronto se dio cuenta de que las infraestructuras de que disponía no le permitían semejante despliegue, lo que acabó por dinamitar esta apuesta por el ferrocarril.
En el mar, o mejor dicho, bajo el mar, Richard Branson también tiene intereses en activo. En ese sentido, este emprendedor cuenta con Virgin Oceanic, una compañía que quiere llevar turistas a las profundidades marinas (10.000 metros) a bordo de una combinación de avión y submarino. Ya usado en pruebas experimentales, el viaje a bordo de este dispositivo cuesta en torno a 20.000 dólares, por lo que sólo está al alcance de los bolsillos más adinerados.
La conquista del espacio
Pero si el transporte en la Tierra es la obsesión de Branson, el viaje hacia el espacio es el verdadero sueño de este emprendedor. Es por ello que este caballero británico ha decidido explorar los vuelos suborbitales, una hazaña que permitiría llevar a turistas a un estado de gravedad cero y disfrutar de unas vistas extraordinarias de nuestro planeta. Para ello, Virgin Galactic ha construido ya dos prototipos de su nave SpaceShip que se encuentra en fases de prueba desde este mismo año, aunque todavía no hay fecha concreta para el comienzo de los vuelos comerciales, que debían haber comenzado ya en 2009… pero que se enfrentaron con la cruda realidad de la exploración espacial.
Tal y como os hemos contado en TICbeat, Virgin Galactic ha diseñado un original sistema compuesto por un avión, WhiteKnightTwo, y la propia nave espacial, SpaceShipTwo, con espacio para dos pilotos y seis pasajeros. La WhiteKnightTwo lleva en sus espaldas la SpaceShipTwo hasta una altura de 50.000 pies, unos 15.000 metros. Desde ahí “despega” la nave espacial y lleva a sus ocupantes a la órbita terrestre para un paseo de unas horas antes de volver a la Tierra. Con este funcionamiento la compañía se asegura la recuperación y reutilización de la cápsula, que es capaz de aterrizar de vuelta a la Tierra sin problemas, para poder mantener una línea espacial comercialmente viable. Eso sí, el coste de los billetes no es para cualquiera: 250.000 dólares en la actualidad, aunque en los últimos años ha variado varias veces, pasando por 100.000 y 150.000 dólares.
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