jueves, 27 de octubre de 2016

¡MENUDO JEFE!

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¡MENUDO JEFE!
Quien más, quien menos, todos hemos tenido la experiencia de disfrutar del privilegio de un buen jefe que ha dejado un recuerdo imborrable en nuestra memoria y currículum. También hemos sido muchos los que hemos vivido la experiencia de sufrir a un superior nefasto. Y aunque de todo se aprende si uno pone empeño y optimismo, no cabe la menor duda que tener un buen jefe ayuda mucho no solo a desarrollar una buena carrera profesional en todos los sentidos, sino a gozar de una importante calidad de vida en lo personal.
Y es que los malos jefes no solo afectan a quienes sufren su poder sino que pueden dar al traste con la rentabilidad de la empresa, su cultura, su ambiente y, por supuesto, con la vida privada de esas mismas personas que los aguantan paciente, estoica y resignadamente durante toda su jornada laboral.
La mitad de los jefes: ¡despedidos! Según una encuesta realizada por el Instituto Gallup a 1.000.000 de empleados de alrededor del mundo, la principal causa por la que se abandona un trabajo es el superior inmediato, el jefe. La cuestión no es para tomársela a broma ya que de acuerdo con un sondeo online efectuado en Estados Unidos y en el que participaron 1.118 empleados de distintas organizaciones, el 50% de los encuestados afirma que les gustaría despedir a sus jefes si tuviesen la oportunidad, el 23% cree que los directivos deberían pasar por un entrenamiento y planes de formación para mejorar el desempeño de sus funciones o enterarse de verdad de lo que están haciendo, y lo que es más curioso, el 30% de estos empleados considera que sus jefes deben ir cuanto antes al psicólogo para que les haga un buen plan de tratamiento, con calma y cariño.
En España, más de un tercio: ¡al psicólogo! El caso es que en España los datos son muy similares. Según una interesante investigación realizada en la Universidad de Alcalá de Henares, la mitad de los españoles consideran que su jefe no está capacitado para dirigir personas y un 36% declaran que dudan seriamente de su salud mental y aconsejan también que un psicólogo se los mire bien.
¿Cuál es el motivo por el qué más de un tercio de los empleados duda de la salud mental de sus superiores? Quizás una parte de la respuesta la encontramos en los resultados que a finales de 2003 la consultora Otto Walters publicó en un interesante informe titulado “Los 18 comportamientos más irritantes de los jefes españoles”, a partir de una encuesta a 750 profesionales que señalaron los comportamientos más negativos en sus jefes, de mayor a menor importancia.
El mal comportamiento que se lleva el mayor porcentaje de respuesta es la “falta de respeto” que se manifiesta en las malas formas en el trato, groserías, salidas de tono, broncas en público y similares (50% de los entrevistados). Le sigue la “prepotencia” y sus derivadas como el narcisismo, el empecinamiento estéril, a vanidad, la soberbia o la arrogancia (37%). En tercer lugar y con un 30% de respuestas empatan “la falta de escucha” así como la “incompetencia” por escasez de preparación y por desorganización. Después de estos, aparecen muchos otros malos comportamientos como la falta de apoyo, no implicación, falta de ejemplificación, ausencia de coraje, falta de confianza, robar medallas, incapacidad para concretar objetivos, etc. Todos ellos generan a la larga el drenaje del talento, la creatividad y la motivación de sus equipos. El tema es muy serio, ya que diversos estudios concluyen que los equipos dirigidos por un mal jefe son un 50% menos productivos y un 44% menos rentables que los conducidos de manera adecuada.
Consejos prácticos. Obviamente dependerá del cuadro que tengamos por encima y de su permeabilidad al diálogo o no. En cualquier caso, los expertos proponen diferentes soluciones que van desde la conversación con el jefe para exponerle de manera respetuosa cómo se está viviendo la situación y lo que el empleado está sintiendo si se trata de un problema ocasional y se sabe de buena tinta que la persona no lo hace con mala fe, hasta la consulta a un abogado laboralista al que conviene presentarse con la casuística de aquello que la persona haya sufrido si la situación ha llegado hasta el verdadero acoso moral. 
En este sentido el Dr. Robert D. Hare, profesor de Psicología de la Universidad de Vancouver, considerado como uno de los expertos mundiales más destacados en el estudio de la psicopatía, sostiene que alrededor del 1% de la población son psicópatas y que en caso de acceder al poder, estos sujetos pueden causar verdaderos estragos ya que carecen de todo tipo de sensibilidad hacia los demás y son grandes manipuladores que saben en según qué entornos, trepar rápidamente a puestos de poder y actuar con total impunidad hasta que alguien les para los pies.
La buena noticia es que…Afortunadamente la mitad de la población española y mundial considera que tiene jefes aceptables, buenos o muy buenos. Profesionales bien preparados en el desarrollo de sus funciones que además saben tratar a las personas que dirigen.
Y es que, hoy más que nunca, el debate sobre la importancia de tener un buen jefe está al orden del día. El prestigioso profesor Henry Mintzberg escribió un libro muy necesario y que ha recibido una cálida acogida en diversos países del globo titulado “Directivos, no MBAs” en el que dice lo siguiente: ni los héroes ni los tecnócratas en las posiciones de influencia son útiles. Lo que realmente necesitamos son seres humanos, personas equilibradas, gente comprometida con las demás personas de su equipo, con sus clientes, con sus los proveedores, con la sociedad. Este tipo de nuevo líder tiene claro que su objetivo es de dejar organizaciones más cohesionadas y sobre todo con un propósito, con un sentido de su trabajo compartido.
En cualquier caso, parece estar claro que del hombre-animal al hombre auto-realizado hay un largo proceso de camino hacia la conciencia que no escatima esfuerzos, aprendizajes, descubrimientos, renuncias, incorporación de hábitos y actitudes…Por ese motivo no es sano ni conviene confundir al alfa o macho dominante orientado por el instinto a trepar compulsivamente, la vanidad o la mala uva, o al tecnócrata que sólo es capaz de ver a las personas como objetos, con el líder que ha cultivado en su ser el conjunto de habilidades que le llevan a inspirar, a motivar y a actuar dando dirección y sentido a las personas que le rodean. Ya lo decía Antoine de Saint Exupéry: “Dirigir personas no es tarea fácil; empujarlas, en cambio, es muy sencillo”.
Álex Rovira

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