Las vacaciones son el mejor antídoto contra el estrés, una respuesta que se desencadena cuando estamos sometidos a demasiada presión y sentimos que nuestro entorno no es lo suficientemente seguro. En ese momento nuestro organismo comienza a liberar grandes cantidades de cortisol y epinefrina, hormonas que no solo nos preparan para la lucha o la huida sino que, a largo plazo, provocan una respuesta inflamatoria que termina afectando profundamente el cerebro y dando lugar a enfermedades crónicas. Tomar unas vacaciones lejos del estrés del trabajo y la rutina cotidiana nos ayuda a relajarnos, disminuye los niveles de ansiedad y le da a nuestro cuerpo la oportunidad para reparar los daños causados y regenerarse. De hecho, no podemos olvidar que el estrés mata las neuronas e impide que se formen nuevas células nerviosas.
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