Creo no equivocarme al afirmar que cuando hablamos con otras personas, además de desear comunicarles lo que nos interesa o preocupa, intentamos al mismo tiempo ocultar información sobre aquello que no deseamos que averigüen. Hablar con otro es siempre ocultarnos un poco.
Sin embargo, al hablar es imposible ocultar toda la información que no deseamos comunicar. Además de la verbal, transmitimos información no verbal. Esta es difícil de controlar para la mayoría de nosotros, y puede traicionarnos y comunicarle al otro algo que no queremos que sepa.
Además, la comunicación no verbal no es la única que transmite información adicional al interlocutor. Resulta que, aunque pocos son conscientes de ello, el propio lenguaje contiene también información no verbal, es decir, información no especificada por el sentido de las palabras, sino por el estilo que usamos para comunicarnos.
Es conocido por los investigadores en psicología del lenguaje que este comunica información implícita según el grado en que es concreto o abstracto. Por ejemplo, no es lo mismo decir “Pedro insultó a Mariano” que decir “Pedro es un macarra”. En el primer caso, nos referimos a un suceso concreto, posiblemente aislado, en el que no juzgamos ni calificamos a nadie. En el segundo, en cambio, hacemos abstracción del carácter de Pedro y lo calificamos de macarra, lo cual es ya una propiedad de su personalidad, continuada en el tiempo, de la que inferimos que su comportamiento inadecuado probablemente podrá volver a repetirse.
La investigación ha demostrado que el nivel de abstracción o concreción de nuestro lenguaje comunica información sobre diversos contextos. Por ejemplo, tendemos a utilizar un lenguaje abstracto para describir las cualidades positivas de personas que pertenecen a nuestro grupo de familiares o amigos. “Juan es simpático”, “Paco es generoso” son frases utilizadas más frecuentemente con quien consideramos “de los nuestros”. Al contrario, utilizamos un lenguaje concreto (ej. Paco no me ayudó ayer) para referirnos a cualidades poco deseables de “los nuestros”. En contraposición, solemos usar un lenguaje abstracto para referirnos a cualidades negativas de quienes no son de “los nuestros”, y un lenguaje concreto para referirnos a sus cualidades positivas. A este fenómeno se le ha dado el nombre de sesgo lingüístico intergrupal.
¿A qué tribu perteneces?
He mencionado en otras ocasiones que el ser humano es un animal tribal. Hemos evolucionado perteneciendo a una u otra tribu, y solo hemos sobrevivido gracias a ello. Conocer a qué grupo puede pertenecer nuestro interlocutor sigue siendo, en ocasiones, cuestión de vida o muerte, y es siempre cuestión de éxito o fracaso social.
Investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Chicago deciden estudiar si el empleo de lenguaje abstracto o concreto por los interlocutores es tomado en consideración para inferir información sobre la pertenencia social de aquel a quien estos se refieren. ¿Somos capaces de averiguar algo más sobre Pedro o Mariano analizando el estilo de lenguaje utilizado por quien nos comunica algo sobre ellos?
Los científicos realizan experimentos para averiguarlo. En uno de ellos, los participantes voluntarios fueron informados de que iban a leer un texto sobre una persona desconocida, a la que llamaremos Smith. A la mitad de ellos se les hizo creer que Smith era republicano, y la otra mitad, que era demócrata.
El texto describía la conducta de Smith, bien amable, bien grosera, y bien en términos abstractos (Smith es un malcriado; Smith es simpático), bien en términos concretos (Smith me ayudó el otro día; Smith no quiso saludarme ayer). Una fracción de los participantes leyó un texto en el que se describía la conducta amable de Smith en términos abstractos y su conducta grosera en términos concretos. Otros participantes leyeron un texto en el que, al contrario, la conducta amable de Smith se describía en términos concretos, y su conducta grosera en términos abstractos.
Los resultados de este experimento demostraron que los participantes eran sensibles al estilo de lenguaje utilizado para inferir si Smith pertenecía o no al mismo grupo social que el autor del texto. Cuando las cualidades favorables de Smith eran descritas en lenguaje abstracto, los participantes concluían que Smith pertenecía al mismo grupo social que el autor. En cambio, quienes leían el otro texto en el que las cualidades desfavorables de Smith eran descritas en lenguaje abstracto, concluían que Smith y el autor del texto pertenecían a grupos sociales diferentes. Lo anterior sucedía de manera independiente a que el lector creyera que Smith era demócrata o republicano.
Así pues, estos estudios indican que, incluso si no lo hacemos de manera consciente, analizamos el estilo del lenguaje de nuestros interlocutores para extraer información adicional socialmente pertinente sobre aquellos de quienes nos hablan, y sobre el propio interlocutor. Además, estos estudios, publicados en la revista especializada sobre Psicología más importante del mundo, Psychological Science, demuestran que esta información incide en si nuestro interlocutor nos resulta simpático o antipático, de acuerdo a si lo clasificamos en un grupo social similar o diferente del nuestro.
Esta investigación, sin duda, proporciona nueva información sobre la manera en que aquellos que desean comunicar algo a una audiencia, o a una persona particular, deben presentarlo. De acuerdo a lo que se desprende de este estudio, le diré que es usted muy amable por haber leído hasta este punto y que no cabe duda de que los amantes de la ciencia pertenecen a una “tribu” muy especial de personas curiosas, inquietas e inteligentes. Espero que en el futuro no solo desee seguir perteneciendo a ella, sino que también contribuya a que sea cada vez más numerosa.
Referencia: Shanette C. Porter et al. (2015). Inferring Identity From Language: Linguistic Intergroup Bias Informs Social Categorization. http://pss.sagepub.com/content/early/2015/12/04/0956797615612202.abstract
Obras de divulgación de Jorge Laborda
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