La cuestión primera no es de ningún modo si estamos satisfechos con nosotros, sino si en general estamos satisfechos con algo. Suponiendo que digamos sí a un único instante, con ello hemos dicho sí no sólo a nosotros mismos sino a toda existencia. Pues nada se basta a sí mismo, ni en nosotros ni en las cosas: y si nuestra alma sólo ha vibrado y resonado de felicidad como una cuerda una única vez, toda la eternidad ha sido necesaria para ocasionar ese acontecimiento uno — y en ese instante único de nuestro decir sí toda la eternidad estaba aprobada, redimida, justificada y afirmada. F. Nietzsche!
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