Nos gusta jugar. El éxito arrasador de Pokemon Go! de los últimos meses no ha sido fruto de la casualidad ni de una moda repentina.
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Ya desde los tiempos prehistóricos buscábamos nuevas formas de ocupar nuestro tiempo libre y socializarnos. Desde el Senet en el antiguo Egipto al primer videojuego de ajedrez en 1950, nuestra forma de entretenernos ha evolucionado con la sociedad, extendiendo su uso a medida que lo hacían la tecnología y los medios de comunicación masivos.
Y es que según el último estudio de la Asociación Española del Videojuego, el 38,9% de los adultos de nuestro país juega a algún tipo de videojuego. Es más, existe un mayor número de jugadores que de no jugadores entre la población de 18 a 44 años.
Pero, ¿por qué nos gusta tanto? ¿Qué tienen los videojuegos para haberse convertido en un imprescindible en las vidas de muchos de nosotros?
- Mantienen nuestra memoria a punto: es habitual que la toma de decisiones mientras se juega a un videojuego sea instantánea y requiera procesar rápidamente grandes cantidades de información. Según la revista científica Nature, algunos juegos requieren unas 150 interacciones por minuto con el teclado y ratón, lo que ejercita nuestra memoria, mejora la atención y nos ayuda a ser más ágiles decidiendo.
- Aumentan nuestra concentración: los videojuegos exigen que destinemos grandes dosis de concentración a superar las diferentes situaciones y escenarios que nos plantean. A largo plazo, nuestra capacidad de concentración general aumenta, y eso nos encanta.
- Jugar en equipo mejora nuestras relaciones sociales: resolver retos en común refuerza vínculos y nos hace sentir más satisfechos, felices y relajados.
- Somos más creativos: a veces la solución al problema planteado requiere buscar caminos alternativos para alcanzar la meta.
- Aprendemos: algunos juegos nos ayudan a adquirir habilidades sin apenas esfuerzo. Es algo que nos divierte y entretiene, que adoptamos de forma voluntaria sin perder la motivación.
- En definitiva, nos hacen más felices.
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Pero no solo de motivación va la cosa, introduciendo gamificación en Comunicación Interna también podemos:
- Fomentar la participación de todas nuestras personas en las iniciativas corporativas.
- Mejorar la competitividad: los rankings ayudan a motivar a las personas y suponen una llamada a la autosuperación.
- Promover el trabajo en equipo, utilizando sistemas de puntos que beneficien la interacción entre diferentes jugadores.
- Genera vínculos con las personas y mejora su compromiso gracias a la interactividad.
- Reforzar valores y/o comportamientos con interacciones premiadas con mayores puntuaciones.
- Mejorar el clima laboral, premiando estos momentos de ocio tan beneficiosos para la empresa.
Y todo ello adaptado al entorno de nuestras personas, a sus hábitos, conductas y preferencias de uso, gracias a lo que analítica predictiva y las tecnologías cognitivas actuales pueden aportar a la gamificación.
¿Estamos ante la nueva era de la motivación 3.0? ¿Conoces algún caso de éxito de gamificación en Comunicación Interna?
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