- El investigador Guillermo Orts-Gil apuesta por el storytelling para acercar el conocimiento a la sociedad
Carl Sagan era cosmólogo, astrónomo y astrofísico, pero ganó el Pulitzer como escritor de no ficción, creó una serie de televisión, fue guionista de cine y quiso diseñar un videojuego que enseñara “mucha astronomía en un contexto emocionante”. Sabía lo importante que era contar historias paradivulgar ciencia, y lo practicó durante toda su vida.
Así pues, no debería haber cogido a nadie por sorpresa que en el pasadoCampus Gutenberg, organizado por la UPF Barcelona School of Management, hubiera un taller titulado ‘Storytelling y comunicación científica: como desarrollar tu creatividad y conectar con todo tipo de público’, del que se encargó el coordinador científico internacional Guillermo Orts-Gil. Pero lo hizo. Sorprendió.
“Si una de las características más importantes del científico es pensar fuera de la caja, ¿por qué no hay más investigadores que se lancen a contar historias sobre ciencia?”, se pregunta provocadoramente Orts-Gil. “Y mi respuesta es: porque todavía no saben que son capaces de ello”.
Para él, explicar la ciencia “en forma de relatos con estructura de cuentos” es perfectamente posible, y sirve tanto para introducir nuevos conceptos, como resultados de estudios, e incluso para difundir nuevos descubrimientos. Es así como, en tanto que divulgador científico, acerca “conceptos complejos a personas que no necesariamente tienen formación académica”.
De hecho, sostiene que es gracias a la ciencia que hoy podemos saber que “escuchar historias estimula nuestro cerebro de manera distinta a cuando simplemente estamos expuestos a una sucesión de datos”. Además, argumenta que el storytelling “puede ser capaz también de conectar con una parte más emocional de las personas”, por lo que la comunicación se vuelve más efectiva.
Para él, el ejemplo a seguir es el teórico estadounidense y ganador del premio Nobel de Física Richard Feynman, uno de los responsables del desarrollo de la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial y el primero en introducir el concepto de nanotecnología.
“Era un gran científico con una gran creatividad, pensamiento divergente y talento para contar historias. Cuando Feynman daba una clase, el aula se convertía en una sala de teatro, él era el actor principal y los estudiantes su público. Feynman escribió historias deliciosas sobre ciencia, conocimiento y pensamiento, tales como El nombre de los pájaros o la Oda a una flor”, detalla.
Orts-Gil relata que en su caso particular empezó a contar “historias de ciencia cuando trabajaba como investigador en la Sociedad Max Planck. Allí aprendí muchísimo de colegas norteamericanos, sobre cómo explicar mis resultados de manera correcta pero atractiva”.
Ahora bien, el profesor, divulgador y científico atribuye al storytelling dos objetivos principales: “acercar la ciencia a la sociedad de un modo atractivo e intentar hacernos reflexionar sobre el mundo y nuestras vidas. Yo lo llamo entender el mundo sin entender de fórmulas. Añade que, “al fin y al cabo, aparte de descubrir cosas y curar enfermedades, la ciencia también es una herramienta poderosísima para ayudarnos a pensar más y mejor, para no dejar de hacernos preguntas”.
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