El azar ha querido que este verano coincidieran entre mis lecturas la biografía de Elon Musk, “El empresario que anticipa el futuro” de Ashlee Vance (editorial Península, 1ª edición, junio 2.016), con la lectura de “La Tercera revolución Industrial” de Jeremy Rifkin (Editorial Paidós, 1ªedición, octubre 2.011), obra que ya leí el año de su edición y que por su carácter de prospectiva creí interesante re-leer de nuevo.
Aunque comparto algunas de sus teorías, no me incluyo entre los entusiastas de Rifkin; “La tercera Revolución Industrial” escrita entre el 2010 y el 2011, es una obra en la que estructura y encadena una serie de teorías alrededor de los cambios energéticos y el colapso de las energías fósiles, centrándose en 5 puntos:
- La transición hacia las energías renovables
- La transformación del parque de edificios en micro centrales eléctricas
- El despliegue de las tecnologías de hidrógen y el almacenaje de energía
- El uso de la tecnología de internet para la transformación de las redes eléctricas
- Y, por último, la transición de la actual flota de transportes hacia los vehículos con motor eléctrico con alimentación en red o pilas de combustible.
La obra de Rifkin contrapone el inmovilismo propiciado por los lobbies de los Estados Unidos, con el entusiasmo de los gobiernos de los países Europeos para enfrentarse a los retos futuros del sector energético y automotriz; en concreto repasa extensamente dentro del capítulo “De la teoría a la práctica” la cantidad de acuerdos, estudios, proclamas, etc. de los gobiernos europeos, para facilitar e implantar los cinco conceptos de la tercera revolución industrial que desarrolla en su obra.
En paralelo, la biografía de Elon Musk, nos relata (con una clara intención de enaltecer al personaje) la historia y los hechos de un “típico” empresario de Silicon Valley; desde sus inicios en la fundación, desarrollo y venta de Pay Pal y su “refundación en valores” a partir de una grave enfermedad, más en concreto sobre el cuestionamiento de la aportación de valor de los negocios puramente digitales.
Musk muestra su firme convicción de “cambiar el mundo” a partir de inversiones que aporten un valor real y tangible a la evolución de la sociedad; en concreto, apostando por tecnologías y modelos de negocio que combinen los servicios digitales, con los productos físicos (a esta combinación Musk también la nombra como “revolución industrial”)
Sus inversiones (siempre manteniendo el espíritu pionero de Silicon Valley), han dado como fruto las empresas que hoy conocemos bajo el nombre de Space X (dedicada al espacio), Tesla, (dedicada a los vehículos eléctricos y al almacenaje de energía) y por últimoSolarCity (dedicada a la explotación de la energía solar en las viviendas y edificio.
La comparación y combinación de ambos relatos no podría ser más gráfica e ilustrativa sobre cómo se producen los grandes cambios de la humanidad y (a mi entender) de hacia dónde puede ir la nueva revolución social/industrial; a continuación resumo aquellos puntos que me han resultado más significativos:
1-Ningún cambio realmente estructural puede estar provocado por el sector y los actores existentes. La aparente “excelencia” reglada que domina un sector, impide las necesarias roturas de paradigma que necesitan los cambios estructurales: Mientras Detroit y los países europeos firmaban (coordinados por Rifkin) acuerdos para propiciar los cambios energéticos, Musk desde una posición emprendedora y de start up, ideó, creo y desarrollo prácticamente desde cero Tesla Motors y SpaceX.
2-De nada sirve la grandilocuencia de programas, tratados políticos, convenios entre países, etc. La velocidad de la tecnología y los modelos de negocio, están por encima de los tratados y fronteras y por lo general, sus intereses se contraponen. La disrupción no entiende de grandes planificaciones y regulaciones; mientras la conquista del espacio prácticamente se paraliza ahogada por unas férreas regulaciones que impiden la evolución de la tecnología (prácticamente la misma que llevó por vez primera el hombre a la luna), Space X bajo la dirección de Musk, se salta toda normativa, replantea los principios, integra de nuevo a los actores sectoriales y consigue unas sorprendentes economías de escala que posibilitan de nuevo el avance de todo el sector.
3-No se puede legislar contra la evolución de la humanidad; más pronto que tarde los consumidores hacen saltar cualquier barrera artificial. De igual modo que las tendencias tarde o temprano se imponen, las barreras defensivas de sectores convencionales acaban cayendo frente a la obviedad y sentido común de la evolución tecnológica y social. Mientras los países europeos intentan unificar sus redes energéticas con férreos tratados que sigan defendiendo los intereses de cada país por encima del bien común; Musk con SolarCity impone la lógica de las redes energéticas distribuidas, arropando una serie de avances tecnológicos con un modelo de negocio simple, fácil de entender y con sentido común para los usuarios.
4-La calidad y la excelencia de los servicios y productos, está por detrás de la innovación conceptual; los consumidores estamos dispuestos a “un mal producto” para disfrutar de un excepcional y revolucionario concepto. Los vehículos de Tesla nos demuestran (una vez más) que los consumidores estamos dispuestos a sacrificar calidad reglada frente a innovación conceptual. El sector de la automoción se debate entre los combustibles fósiles y las futuras opciones energéticas, en paralelo y bajo una mirada soberbia, no presta atención a los vehículos de Tesla por el bajo nivel convencional de sus acabados y soluciones: Su éxito comercial les coge por sorpresa y la reacción es tardía: Los usuarios ya han dado su crédito a un nuevo actor (Tesla) quien dotado de legitimidad liderará en el futuro la introducción del vehículo eléctrico.
5-Los grandes cambios que impactan a las personas, siempre son provocados por excepcionales personas, con energía e intereses vitales más allá del enriquecimiento económico. Las leyes y tratados, siempre están por detrás de la energía personal, legislar y planificar no construyen el futuro; éste sucede gracias a personas con un talento y energía excepcional.
Ciertamente (y más allá de estos 5 puntos), Rifkin define y acota una serie de acontecimientos y tendencias importantes en el futuro de las personas; incluso consigue movilizar a políticos y empresas entorno a ellas. Es más discutible el interés (incluido el de Rifkin) de dicha movilización, donde el hacer que las cosas pasen, está un nivel por debajo sobre el definir políticas y asentar oportunidades; por el contrario a Musk, me atrevería a decir que no le importa nada todo ello y su interés mayor es “hacer que las cosas pasen”.
Rifkin, olvida y obvia en sus predicciones lo esencial: La necesidad de personas “hacedoras” que arriesgan su talento y dinero para hacer que las cosas pasen por el bien de todos: Do it señor Rifkin!!!
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