miércoles, 23 de diciembre de 2015

¿Agradecemos aquello valioso que tenemos alrededor antes de perderlo? ¿Somos conscientes de todo cuanto merece la pena ser agradecido?

 Bien curioso es el mecanismo que tenemos los humanos de dar valor a lo que teníamos justo cuando lo vamos a perder o lo hemos perdido. Con la salud lo vemos claro. Cuando no la tenemos la valoramos como uno de los bienes más sagrados, pero cuando nos sentimos sanos muy pocas veces agradecemos a nuestro cuerpo su imprescindible compañía.
La gratitud es también la alegría de la memoria o el amor a lo que fue, como diría Epicuro. En ella no existe ya el lamento ni la frustración, sino la alegría del recuerdo. Y añade André Comte-Sponville en su “Diccionario filosófico”: “La gratitud es el recuerdo agradecido de lo que ha sucedido”. Con gratitud no hay espacio para la nostalgia. El pasado tiene sentido, incluso la pérdida de aquello tan valioso que la muerte, final inevitable, siempre se acaba llevando. Por ello la gratitud culmina todo proceso de duelo o mejor, es el elemento alquímico esencial que nos ayuda a tirar adelante para superar la pérdida. Tras el dolor atroz que ni las palabras pueden nombrar cuando perdemos al ser amado, tras la negación y rebelión ante la inevitable muerte, sólo nos queda el bálsamo del recuerdo dulce. Cuando en el granito del dolor se abre la brecha del recuerdo que hace emerger la sonrisa y la alegría , entonces la gratitud surge espontáneamente para decirnos que la cicatriz sigue estando allí pero que la herida ya ha sido cerrada.
También la gratitud es un placer. ¿Por qué negarnos a él? Si al placer del favor recibido, del regalo obtenido, del gesto amable, añadimos nuestra gratitud, sumamos al placer de lo primero el placer del reconocimiento al proveedor del bien que hemos recibido. Finalmente, ¿es posible la amistad sin la virtud de la gratitud? Se nos antoja difícil, por no decir imposible. La existencia y la presencia del amigo se vive como uno de los mayores regalos que uno puede esperar recibir en esta vida. Porque agradecer es dar, es compartir; es partir con el otro en el viaje de la existencia y en ese viaje, la gratitud nos hace crecer a todos.
Álex Rovira 

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