Hace unas pocas fechas escribí sobre el papel de la inteligencia en el rendimiento de los alumnos y su aproximación al aprendizaje, al hilo de uno de los principios del documento de la American Psychological Association que probablemente ya has leído. Esto originó algunos comentarios y algunas respuestas por mi parte, que se pueden ver aquí.
Al hilo de estos comentarios y tratando de argumentar las respuestas encontré un video de Robert Plomin, una autoridad mundial en Behavioral Genetics, que trabaja en el King's College de Londres.
Ya sabéis que ha habido en la historia una larga discusión que ha ido pasando de los defensores a ultranza de la sola herencia, a los proponentes del solo ambiente. Quizá esta historia pendular hace poca justicia a la realidad y hay que buscar un equilibrio. Ni la sola genética puede explicarlo todo, ni el ambiente puede "vencer" las disposiciones biológicas. En este sentido la vieja cuestión de si "se es" o "se hace" hay que ponerla en su justo término, como ya traté de haceren esta entrada, o cuando traté este mito.
Es importante porque si se es, nada hay que hacer y el papel de la educación tendría pocas oportunidades de provocar cambio alguno (genetismo). Por otro lado si todo se consigue a base de esfuerzo y entrenamiento, poco importa la carga genética del individuo (ambientalismo). Bueno, no preguntaré ¿qué piensas? Simplemente porque sería una pregunta inapropiada. Lo que sí pregunto es: ¿qué dice la ciencia, la investigación científica? Plomin lo explica de manera magistral en este breve vídeo que lamento no haber tenido tiempo de traducir. Como siempre podéis copiar la transcripción que Youtube ofrece y traducirla en un traductor. No será perfecta pero os ayudará.
La idea es que las diferencias existen y que en torno al 60% de las mismas son genéticas. Los alumnos, las personas, como todos sabemos, son distintas. Y como las diferencias existen, es necesario contemplarlas en la educación. Tratar a todos como si fueran iguales es, simplemente, darle la espalda a la ciencia. Por tanto, la educación personalizada, no es una cuestión de política educativa, es una cuestión de genética, por así decir. Creo que me entendéis.
Podemos seguir obstinándonos en lo que nadie cree: que todos los alumnos son iguales. Pero esto es como decir que los delfines son peces: un mero error. Solo que mucho más grave pues estamos hablando de personas.
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