En mis clases y charlas hay una pregunta que repito con frecuencia: ¿cuántos de ustedes piensan que Apple es innovadora tecnológicamente? Como es obvio, puestos que sospechan que es una pregunta con trampa, pocos levantan la mano, aunque sospecho que en otras circunstancias bastantes más la levantarían. Mi respuesta es que Apple no es innovadora tecnológicamente porque aplica tecnologías que ya existían antes, utilizándolas de modo distinto y con nuevos modelos de negocio.
Efectivamente, la pregunta tiene trampa, pero no es la que sospechan los asistentes, sino otra: no existe la innovación tecnológica. Ninguna empresa aplica la innovación tecnológica, lo que sí aplican es la innovación con base tecnológica, que es distinto. Me explico.
Empecemos por la definición de Innovación según el clásico Manual de Oslo:
Bueno, a mí me falta mencionar que genera una ventaja competitiva en la empresa u organización que la aplica, pero lo que creo importante es que la innovación no es reflexión, es aplicación de esa reflexión, y es por eso por lo que la tecnología no es innovación. La tecnología no resuelve ningún problema ni genera ninguna ventaja competitiva si no se aplica, y es ahí donde está la innovación, en la aplicación de la tecnología, que se convierte así en una herramienta de la innovación más que en la innovación misma. La tecnología no es nada si no hay un modelo de negocio detrás que la ponga en valor, si no resuelve un problema y si no hay una ejecución con sentido. La tecnología forma parte de la I+D, luego se convierte en herramienta de la innovación.
Ya comenté en su momento que no hay una conexión automática entre investigación e innovación. Esto es así porque la tecnología por sí sola no es nada si no se pone en un contexto y se le da un uso. Ese uso puede ser innovador o no, puede ser una innovación o no, pero no depende sólo del nivel tecnológico, sino del uso que se le dé.
“Eso es sólo nominalismo, ¿qué más da el nombre que se le dé?”, se puede decir. Y algo de cierto hay en esta afirmación, pero también hemos de ser conscientes que un enfoque que centre la idea de innovación en la tecnología tiene consecuencias:
1.- Se puede creer que la innovación termina en la tecnología y que va a ser ella la que nos dé la solución innovadora. Esto no ocurre así, no es la tecnología sino el conocimiento el que crea la innovación, la solución innovadora. Tecnología sin conocimiento no es innovación.
2.- Si ponemos en foco en la tecnología es posible que enfoquemos la innovación como un hecho puntual. O hechos puntuales que se van manifestando en hitos y no un proceso continuo. Conseguir desarrollos tecnológicos se identifican con innovación y no parece necesario hacer nada más.
3.- Este enfoque deja fuera a muchas empresas que no tienen capacidades tecnológicas y que creen que no pueden innovar. Es necesario tener en cuenta quepara innovar es fundamental querer hacerlo y preparar tu empresa y organización para ello. Si descartas la innovación porque piensas que no estás capacitado es imposible que des los pasos hacia esa organización con capacidad para innovar.
Es necesario interpretar adecuadamente la innovación y poner a la tecnología en el lugar que le corresponde, fundamental y muy importante, pero no central. Pensemos por un momento en un entorno fundamentalmente innovador como puede ser una Smart City. Hay muchos proyectos de Smart City y muchos de ellos que no llegan a buen fin. En bastantes casos el problema es que centran el proyecto en la tecnología y dejan de lado lo más importante, el conocimiento. Básicamente, y simplificando mucho, lo que se busca con una Smart City es seguir este proceso:
Tenemos una serie de datos que se generan en el entorno urbano, esos datos se recogen, luego se interpretan para obtener información de los mismos, de esa información obtenemos conocimiento y ese conocimiento lo hemos de usar para mejorar la ciudad. Si tenemos un enfoque puramente tecnológico y pensamos que la innovación se termina cuando implantamos los sensores, conectamos los wifis o descargamos las apps, es como si no estuviéramos haciendo nada… bueno sí, estamos tirando mucho dinero por el desagüe, tecnológico, eso sí, pero un desagüe al fin y al cabo.
La tecnología nos sirve para lo que nos sirve, que es muchísimo, pero sin conocimiento y el uso de ese conocimiento podemos considerar que la tecnología es un magnífico pisapapeles. De hecho, hasta que no somos capaces de darle sentido y uso a esa tecnología vamos desarrollando muchos proyectos que no son sino un proceso de prueba y error como bien refleja la famosa curva Hype de la consultora norteamericana Garner que muestra, para quien no lo sepa, la evolución que sigue la tecnología desde que se crea hasta que se asienta en el mercado/sociedad como tecnología útil. Resulta muy interesante de la curva Hype de 2015 los distintos puntos en los que están el uso de impresión 3D para empresas (que ya parece que ha encontrado su sitio y su sentido) o para usuarios y clientes (que todavía lo está buscando y por eso está en fase de bajada o desilusión después de haber creado grandes expectativas).
En definitiva, mi opinión es que no podemos hablar en sentido estricto de innovación tecnológica, sino de innovación con base tecnológica. En el primer caso centramos la fuerza de la innovación en la tecnología, mientras que en el segundo lo hacemos en el conocimiento que es capaz de utilizar esa herramienta/tecnología para construir una solución innovadora a problemas del entorno.
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