domingo, 6 de diciembre de 2015

tener “una misión” en la vida ayuda más que un botiquín entero

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Propósito
Quienes habitan el mundo sintiendo que la suya es “una vida digna de ser vivida” poseen tasas de sobrevivencia mayores. Y se recuperan antes y mejor de las enfermedades cardiovasculares.

Las personas con la creencia de que su vida tiene un propósito que cumplir tienen un riesgo menor de muerte en general y enfermedad cardiovascular en particular. Así lo revelan las conclusiones de un análisis de datos múltiples, que se publica en Medicina Psicosomática: Journal of Medicine Biobehavioral.
“Poseer un alto sentido de propósito en la vida se asocia con un menor riesgo de mortalidad y de eventos cardiovasculares”, afirma el estudio realizado por los Dres. Randy Cohen y Alan Rozanski, junto a un equipo, en el Hospital Monte Sinaí Luke-Roosevelt, Nueva York, en la investigación publicada por la revista oficial de la Sociedad Americana de Psicosomática, de la editorial Wolters Kluwer.
Mientras que los mecanismos detrás de la asociación siguen sin estar claros, los hallazgos sugieren que fortalecer un sentido de propósito podría conducir a mejores resultados de salud.
Usando una técnica llamada meta-análisis, los investigadores combinaron datos de estudios previos que evaluaron la relación entre el propósito en la vida y el riesgo de muerte o enfermedad cardiovascular. El análisis incluyó datos de más de 136.000 participantes de diez estudios, principalmente de los Estados Unidos o Japón. Los estudios estadounidenses evaluaron un sentido de propósito o sentido a la vida, o “utilidad para los demás”. Los estudios japoneses evaluaron un concepto algo más complejo, el ikigai, traducido como “una vida digna de ser vivida”.
Con una edad media de 67 años, los participantes de los estudios fueron seguidos durante un promedio de siete años. Durante este tiempo, más de 14.500 murieron por cualquier causa, mientras que más de 4.000 sufrieron eventos cardiovasculares (infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, etc).
El análisis mostró un menor riesgo de muerte en general para los participantes que poseían o declaraban un alto sentido de propósito en la vida. Después de ajustar otros factores, la mortalidad fue cerca de un quinto inferior de participantes que informaron un fuerte sentido de propósito oikigai.
Un alto sentido de propósito en la vida también se relacionó con un menor riesgo de eventos cardiovasculares. Ambas asociaciones siguieron siendo significativas en el análisis de varios subgrupos o subcategorías, incluyendo diferente país, cómo se midió propósito en la vida y enfermedad cardiovascular preexistente.
Sin duda estos hallazgos no son una sorpresa absoluta, desde la óptica de que existe una relación bien documentada entre los “factores negativos de riesgo psicosocial” (soledad, depresión, duelo, baja estimulación cognitiva) y los resultados adversos para la salud, incluyendo ataques al corazón, derrame cerebral, y la mortalidad general. “Por el contrario, estudios más recientes proporcionan evidencia de que los factores psicosociales positivos (sociabilidad, entornos estimulantes, solidaridad etaria, etc) pueden promover el funcionamiento fisiológico saludable y una mayor longevidad”, según los autores.
El aporte del nuevo análisis es que reúne datos de alta calidad de los estudios que evalúan la relación entre la vida con propósito y diversas medidas de salud, y los resultados clínicos adversos. Al respecto, los investigadores concluyen que: “En conjunto, estos resultados indican una relación robusta entre el propósito en la vida y la mortalidad y/o los resultados cardiovasculares adversos”.
Aunque se necesitan más estudios para determinar cómo tener un propósito en la vida podría promover la salud y prevenir la enfermedad, los datos preliminares sugieren algunos mecanismos básicos. La asociación podría explicarse fisiológicamente, por ejemplo, por ejemplo por el desarrollo de mejores respuestas corporales al estrés; o de comportamiento, tal como por un estilo de vida más saludable. De hecho, recientes avances médicos muestran que, por medio del nervio vago, el cerebro responde a y genera respuestas inflamatorias en varios órganos del cuerpo, mecanismo hasta hace poco desconocido susceptible de actuar de puente entre lo psicológico y la respuesta inmunitaria.
“Es de destacar que tener un fuerte sentido de propósito en la vida ha sido, durante mucho tiempo, postulado como una dimensión importante de la vida, al proveer a la gente de un sentido de motivación, vitalidad y capacidad de recuperación”, comenta el Dr. Rozanski. “Sin embargo, agrega, las implicaciones médicas de vivir con un sentido de propósito en la vida alto o bajo, han capturado sólo recientemente la atención de los investigadores”. Es por esto que “los nuevos resultados son importantes, ya que pueden abrir nuevas intervenciones posibles para ayudar a las personas para promover su salud y la sensación de bienestar”. El viejo dicho puritano era cierto: pueden porque creen que pueden.

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