sábado, 11 de junio de 2016

Disciplina es libertad

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"El indisciplinado es esclavo de estados de ánimo, apetitos y pasiones" —Stephen R. Covey

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Ser libres es un imperativo biológico de los seres humanos. La sensación de control sobre nuestras vidas tiene una estrecha relación con nuestro bienestar emocional.

No nos gustan las ataduras ni las restricciones. Deseamos hacer lo que nos dé la gana.

Más libertad. Mayor felicidad

Esa es la razón por la cual vemos a la disciplina como algo negativo: la disciplina nos limita, le pone freno a nuestra adorada libertad.

Sin embargo es todo lo contrario: disciplina = libertad. No, no estoy loco. Eso fue lo que escribí: cuanto más disciplinados somos, de mayor libertad disponemos.

Permíteme explicarme.

Si, deseamos libertad; sin embargo, es imposible vivir una vida sin ningún tipo de obligaciones, restricciones ni responsabilidades.

No podemos, por ejemplo, comer lo que queramos y cuanto queramos sin poner en riesgo nuestra salud. Con el sueño ocurre lo mismo: si dormimos muy poco o mucho, afectamos nuestro bienestar. Debemos dormir lo necesario.

No podemos tampoco rehusar un mínimo de educación, y pretender tener una vida profesional exitosa y una economía desahogada.

Así que nuestra autonomía tienen límites. ¿Qué tan limitada está? Depende de nuestra disciplina.

La persona cuya disciplina le permite tener un cuerpo ágil y en forma, tiene mucha más libertad que aquella que se agita subiendo un par de escalones. Puede participar en un número mayor de actividades que su contraparte sedentaria.

La persona que es disciplinada en sus gastos, que no es derrochadora, goza de mayor libertad financiera que quien calma sus nervios pasando la tarjeta de crédito dondequiera que la reciban.

El moderado en gastos tiene libre una mayor parte de su ingreso que aquel que lo tiene comprometido para responder a préstamos, pagos de tarjeta y otras cosas por el estilo.

También está en libertad para aprovechar oportunidades de inversión cuando se le presentan. El que tiene sus ingresos comprometidos tendrá que  verlas pasar.

El estudiante disciplinado disfrutará con total libertad del verano. El otro tendrá que comprometer una parte de él a recuperar las asignaturas que reprobó.

Disciplina = Libertad.

Nuestros hábitos son una poderosa fuerza capaz de moldear nuestro destino. “Su valor neto hacia el mundo —afirmó Benjamin Franklin— usualmente está determinado por lo que queda después de restar a sus buenos hábitos los malos”.

Es a través de los buenos hábitos cómo podemos convertirnos en personas más fuertes, más ágiles, flexibles, inteligentes, creativos, con mayor seguridad económica.

Y es la disciplina la que nos permite controlar nuestros hábitos, fomentar los buenos y romper las cadenas que nos atan a los perjudiciales.

La disciplina nos confiere poder, capacidad de decidir sobre nuestras vidas. Una persona poco disciplinada tiene difícil decir no a tentaciones, caprichos y antojos; está a su merced. Por el contrario, quien tiene disciplina les dice si y o no según le convenga o estime apropiado; no es su esclavo.

Si luchas por ser más disciplinado, enhorabuena, estás junto a numerosa compañía. Todos luchamos contra la indisciplina en mayor o menor medida. Para mi es una feroz batalla día tras día.

Resistir la tentación de navegar por la red sin motivo alguno, evitar ver videos en YouTube, romper la dieta, correr cuando no apetece, son, entre otras muchas, mis batallas diarias.

Por fortuna, la disciplina es un comportamiento aprendido: mediante práctica y repetición diaria la vamos haciendo nuestra. Sí, quizá no tienes disciplina (ahora), pero nada impide que empieces a trabajar sobre ella y a fortalecerla. Solo recuerda que:
El precio que pagamos por la disciplina es menor que el precio del arrepentimiento.

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