miércoles, 6 de julio de 2016

Ciudades sensorizadas

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Link - Sidewalk Labs
Sidewalk Labs, la compañía creada para la gestión de infraestructura desmart cities dentro de Alphabet, está participando en el concurso Smart City Challengedesarrollado por elDepartment of Transportationnorteamericano con un mobiliario urbano para la presentación de información que ya lleva tiempo evaluando en Nueva York, un quiosco de casi tres metros de altura, con paneles publicitarios laterales, punto de acceso Wifi Gigabit, llamadas gratuitas dentro del país, cargadores USB para móviles, un teclado y una pantalla táctil situados a la altura adecuada para usuarios en silla de ruedas, y un botón específico para emergencias.
En el caso de las alrededor de doscientas unidades instaladas en Nueva York por LinkNYC, donde llevan ya un tiempo, la opinión generalizada de los neoyorquinos es positiva, y cada uno genera en torno a los 30,000 dólares anuales para la compañía en concepto de ingresos publicitarios.
Pero para la ciudad ganadora del concurso, Columbus (Ohio), la compañía ofrece que los cien quioscos que instalará en cuatro barrios de la ciudad lleven además un módulo adicional (no instalado aún en Nueva York) con una batería de sensores que permiten obtener información sobre sus alrededores, agrupados en cuatro áreas fundamentales de actividad:
  1. Medioambiental: humedad, presión atmosférica y temperatura del aire, calle y acera
  2. Contaminación: concentración de partículas, de ozono, de monóxido de carbono, nitrógeno, dióxidos de azufre y otras sustancias
  3.  Comportamiento natural y humano: análisis de las vibraciones de vehículos, campos magnéticos, niveles de sonido, y niveles de luminosidad infrarroja, visible y ultravioleta
  4. Actividad de la ciudad: visualización y registro anonimizado de dispositivos inalámbricos (probablemente vía WiFi), y una videocámara que monitoriza los alrededores del quiosco. 
Cada ciudad puede escoger qué baterías de sensores quiere instalar y cuáles no. Mediante un desarrollo de este tipo, por ejemplo, podrían monitorizarse objetos abandonados en las inmediaciones que pudiesen corresponder con un artefacto terrorista, así como generar datos que permitan el desarrollo de un ecosistema que permita la actividad de startups o compañías de diversos tipos que ofrezcan productos y servicios en torno a la idea de la ciudad inteligente. Google, además, utilizaría las mediciones de dispositivos y los vídeos de personas y vehículos pasando para poder estimar densidades de circulación de tráfico rodad y peatonal, que serían utilizados para la estimación de tiempos de itinerarios en Google Maps. La ciudad, por su parte, recibiría toda una enorme consola de mediciones medioambientales, podría estimar métricas de actividad y bienestar, monitorizar acciones correctoras como restricciones de tráfico o aparcamiento, etc. Además, los quioscos podrían contener células repetidoras de señal para mejorar la cobertura telefónica o para recibir señales de dispositivos conectados a la internet de las cosas.
La compañía afirma que todos los datos serían siempre recogidos de manera completamente anónima, que cualquier información que pudiese facilitar alguna información personal sería almacenada completamente cifrada y borrada rutinariamente con una periodicidad establecida, y que ningún dato directo sería objeto de venta o compartido con ninguna tercera parte, incluyendo las compañías pertenecientes a Alphabet. En el caso de Nueva York, en donde la American Civil Liberties Union (ACLU) emitió una queja reclamando la protección de la privacidad por las cámaras instaladas en los quioscos, la compañía afirma que no han llegado a ser nunca activadas, y que, en cualquier caso, nunca serían utilizadas para la captura de información que pudiese conducir a la identificación de las personas.
La compañía facilita los quioscos gratuitamente, aunque la ciudad tiene que hacer frente a su instalación ($12,900 cada uno), a la conexión a la red de fibra óptica ($15,000), y a un fondo para reparaciones y mejoras ($5000). Además de esos costes, en los que se incurre una sola vez, la estimación de los gastos de funcionamiento anuales por quiosco son de $1,440 en concepto de mantenimiento, $2,400 en electricidad, y $8,400 en ancho de banda. Los costes estimados del primer año para una ciudad que instalase cien de estos quioscos estarían en torno a los 4.5 millones de dólares. Si la ciudad quiere financiarlo mediante la publicidad situada en los laterales de los quioscos, las cuentas salen bastante más claras: la compañía haría frente a la instalación de las dos pantallas planas de 55″, un total de $23,000, y vendería y serviría los anuncios, lo que brindaría unos ingresos estimados de $60,000 por unidad, lo que proporcionaría a la ciudad unos tres millones de dólares que permitirían amortizar completamente el coste de los quioscos en menos de dos años.
Lo que estamos viendo es la reedición de la vieja discusión sobre las WiFi municipales, actualizada a una época en la que la conectividad ofrece, además, muchísimas más posibilidades. La auténtica reedición actualizada de las cabinas de teléfonos. Sin duda, una cuestión relevante para la vida en las ciudades, y un desarrollo que podríamos encontrarnos pronto en cualquier acera si las ciudades terminan por ver – y entender – sus posibilidades. Y, sobre todo, si entienden que pueden y deben utilizar las posibilidades de la tecnología en la dirección adecuada.

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