domingo, 3 de julio de 2016

Cómo serán los colegios del futuro

http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-07-03/escuela-evangelica-berlin-colegios-futuro_1226723/

según la escuela que ha revolucionado Alemania

En el país germano tiene muy buena reputación, ya que ha implantado nuevos métodos educativos y ha obtenido resultados fantásticos. ¿Qué es lo que la diferencia?

Foto: Una de las aulas del ESBC.
Vivimos tiempos apasionantes para la innovación educativa. Después de décadas en las que la escuela ha flotado en una balsa de aceite en la que cuanto menos cambiasen las cosas, mejor, los acelerados cambios en el mercado laboral y la economía global han obligado a replantearse los principios sobre los que el sistema educativo se construye. Por eso, cada vez es más habitual que conozcamos interesantes proyectos alternativos, ya sea en España (de los jesuitas al Colegio Montserrat) o en el extranjero.
Uno de los ejemplos más representativos a nivel internacional es la Evangelische Schule Berlin Zentrum –la Escuela Evangélica de Berlín Centro–, un colegio privado de la capital alemana que, según sus responsables, “fue fundada con el objetivo de llevar a cabo un cambio radical en la cultura de aprendizaje”. De raigambre inequívocamente cristiana y evangélica, el centro ha abrazado algunas de las grandes innovaciones educativas recientes (extinción de las asignaturas y de los horarios, autonomía del alumno) y las ha llevado un poco más lejos. Y, aún más importante, ha conseguido muy buenos resultados: es una de las mejores escuelas comprensivas de Berlín.

Los colegios del siglo XXI deberían entender que su trabajo es desarrollar fuertes personalidades
De ahí que este centro de reciente creación –abrió sus puertas en 2007– haya llamado la atención de los medios internacionales, como ha ocurrido recientemente con 'The Guardian'. La cara visible del centro y su principal motor es su directora Margret Rasfeld, que explicaba al rotativo inglés de qué manera habían conseguido que los niños pequeños tuviesen ganas de ir a la escuela. “La misión de un colegio progresista debería ser preparar a los jóvenes para manejar los cambios, o mejor aún, para que los deseen. Los colegios del siglo XXI deberían entender que su trabajo es desarrollar fuertes personalidades”.

El camino hacia el futuro

Uno puede descubrir los principios en los que se basa la Escuela Evangélica (o la escuela de la comunidad, como se refiere a sí misma) echando un vistazo a su página web. En primer lugar, el aprendizaje de los estudiantes debe “ser promovido a través del apoyo individual”, a lo que se añade “una estrecha colaboración entre los maestros y el personal escolar y los alumnos, los padres y otros agentes externos”. Tres son los pilares sobre los que se establece la nueva metodología del colegio:
  • Condiciones especiales de enseñanza: la secundaria no se divide en clases ni niveles de formación, sino en grupos de estudio. No hay asignaturas hasta que los estudiantes tienen 15 años, y estos disfrutan de una gran capacidad de elección a la hora de seleccionar los temas que estudiarán en cada asignatura, así como las fechas en las que realizarán sus exámenes. Las únicas materias troncales son las matemáticas, la lengua, el inglés y los estudios sociales, a las que se añaden otras como “Retos”, y en la que se otorga a los alumnos una cantidad de dinero para planear una excursión donde deseen. Eso sí, los alumnos pueden recibir un refuerzo especial los sábados, conocido como “silentium”.

  • Innovadora por dentro, ¿anticuada por fuera? La fachada del centro.
  • Repeticiones: cada alumno tiene derecho a recibir un aprendizaje acorde a sus capacidades y sus necesidades. Por ello, no existen las repeticiones de curso tal y como las conocemos en España, salvo excepciones que se acuerdan entre los padres, los profesores y el propio estudiante, “en casos excepcionales”. Además, el centro señala que “es posible saltarse las calificaciones individuales”, aunque el centro se rige por los criterios oficiales de los colegios de Berlín. Alemania es, no obstante, uno de los países europeos que más libertad otorga a sus centros escolares: la estructura federal del país provoca que cada uno de sus estados pueda desarrollar sus propios planes educativos, lo que ha favorecido que las zonas económicamente más boyantes como Brandeburgo se conviertan en importantes referentes educativos.


  • Comunicación: el colegio se basa en una constante relación entre profesores y padres a través de comunicaciones escritas. Además, el centro aboga por la igualdad de oportunidades, una de las grandes asignaturas pendientes de la educación alemana, aunque quizá no de este centro. El 30% de los alumnos son descendientes de inmigrantes y el mismo porcentaje no están bautizados, a pesar de tratarse de un colegio abiertamente religioso.


  • El retorno del profesor

    A pesar de este decálogo, quizá sea más revelador fijarse en las palabras de la directora Rasfeld, que se jubilará este mismo año –cumple 65–. “Es la actitud de los profesores y de los padres, que tienen confianza en la escuela”, responde a 'Kurier' cuando se le pregunta cuáles son las claves del éxito del centro. Para la directora, que las cosas hayan cambiado no quiere decir que el profesor deje de ser importante: “Necesitan tiempo para organizar la escuela: deben tener menos alumnos”.


  • Todo se pierde si aprendemos las matemáticas de PISA. Los tests de opción múltiple no tienen nada que ver con la aritmética
    Si algo no ha funcionado en la educación es que todos hagan lo mismo todo el tiempo, añade. “Los niños aprenden de manera diferente, hay que encontrar un entorno de aprendizaje en el que puedan aprender por su cuenta”, señala Rasfeld. Es uno de los grandes retos de la educación moderna: superar la uniformización tradicional, que se ha mostrado inoperante, a través de la individualización de los procesos de aprendizaje… algo sencillo de llevar a cabo en un colegio privado como la Escuela Evangélica de Berlín (sus matrículas oscilan entre los 120 y 6.636 euros al año), pero no tanto en colegios públicos que reciben cada vez menos financiación.

    Rasfeld también se muestra en contra de utilizar los exámenes PISA como criterio exclusivo con el que juzgar la calidad educativa. “Por desgracia, todo lo que tiene que ver con el significado se pierde si aprendemos solo las matemáticas de PISA”, señala. “Los tests de opción múltiple no tienen nada que ver con la aritmética”. En su opinión, los exámenes estandarizados y la evaluación comparativa que se lleva a cabo en Alemania han igualado la educación por abajo. Tampoco considera que el contenido sea lo más importante, más allá de “la lectura, la escritura y posiblemente otro idioma” o, incluso, “la economía o las religiones del mundo”.
  • La directora del colegio, Margret Rasfeld.
  • Como ocurre con tantos centros que están liderando la innovación educativa, sus hallazgos no son exclusivos ni los han inventado ellos. Al fin y al cabo, hay otros colegios españoles que también han acabado con la estructura tradicional de clases y horarios (como ocurre con el concertado Padre Piquer o el privado Ramón y Cajal, ambos madrileños). Lo que la popularización de estos centros muestra es que cada vez hay más ganas deprobar cosas nuevas en educación, y que podemos encontrar inspiración en las propuestas de lugares muy distintos. ¿Son exportables propuestas como la de la Escuela Evangélica de Berlín? Quizá no tal cual, como sugiere el reportaje de 'The Guardian': al fin y al cabo, se trata de un escuela privada de la capital, una excepción en todos los sentidos.
    De lo que no cabe duda es de que las palabras de la directora pueden dar alguna idea a los poderes públicos, también a los españoles. “En la educación, solo puedes empezar a cambiar las cosas desde abajo; si las órdenes vienen desde arriba, los colegios se resistirán”, concluía en la entrevista con 'The Guardian'. Los ministerios son como tanques de aceite gigantes: hace falta mucho tiempo para conseguir darles la vuelta. Lo que necesitas son pequeños botes que muestren que las cosas se pueden hacer de otra manera”. Una buena enseñanza en un momento en el que España vuelve a preguntarse, una vez más, por la viabilidad de un pacto educativo, y que señala la que con total seguridad será la dirección del futuro: la guerra educativa no la librarán grandes ejércitos, sino que tendrá lugar en pequeñas escaramuzas encabezadas por líderes visionarios.




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