miércoles, 8 de junio de 2016

"El futuro está sentado en el banco de la escuela y en los padres. Tomemos conciencia de ellos"

La construcción de un lector es un camino sinuoso. Más que una línea recta se parece a una rayuela: cada uno va saltando de un libro a otro, de acuerdo con sus posibilidades y las de quienes nos acompañan durante el recorrido. Más allá del trabajo de los docentes en la escuela, para establecer un vínculo temprano con la literatura es fundamental el rol de un mediador que funcione como un guía por el universo de las letras. La clave es marcar un sendero, despejarlo de fantasmas y procurar convertir la lectura en un hábito placentero.
Especialistas locales y extranjeros, desde la pedagoga y escritora colombiana Yolanda Reyes hasta el crítico y ensayista británico Aidan Chambers, sin olvidar a prestigiosos autores nacionales, como María Teresa Andruetto, Graciela Montes, Laura Devetach y Ema Wolf, destacan la importancia del adulto mediador en la iniciación a la lectura.
"No existen lectores sin camino y no existen personas que no tengan un camino empezado aunque no lo sepan", dice Devetach. La autora de La construcción del camino lector sostiene que "se necesitan adultos lectores que transmitan una actitud vital, un gusto por la lectura". A los padres y otros adultos mediadores está dirigido el libro Todo lo que necesitás saber sobre literatura para la infancia (Paidós), de María Luján Picabea, de reciente aparición.
"Siempre hay un mediador entre los chicos y los libros: los padres, los hermanos, los maestros, los bibliotecarios. El campo de la literatura infantil y juvenil tiene una particularidad: el que está adentro, como autor, teórico o crítico, tiene mucha información; el que está afuera, en cambio, está en un páramo y depende de la buena voluntad y el conocimiento de los libreros. Con la cantidad de novedades que se publican todos los meses se hace difícil elegir", asegura Picabea, periodista cultural especializada en literatura infantil.
En el primer capítulo de su libro ("Los mediadores: acercar un libro"), Picabea compara la experiencia de la lectura con una red que tiene "delgados hilos que conectan textos oídos, recomendados, citas que llevaron a la búsqueda de nuevos autores y títulos" y a los mediadores con "las personas que dieron con la llave indicada en la cerradura de su memoria lectora". Explica: "El rol del mediador es despertar la curiosidad sobre el libro como objeto y sobre la lectura como hábito. Si un adulto acerca un libro que no atrapa al chico, debería acercar otro y otro y fijarse qué pasa. Como dice Yolanda Reyes, «el mediador debe poder leer al chico, ver cuáles son sus necesidades e inquietudes». Si el mediador insiste con un tipo de historia que al chico no le transmite nada, el error es del mediador. No es que el chico no se convierte en lector sino que no llegó al libro indicado. Para que pueda arrancar la exploración tiene que haber picado por algún lado".
Fuente Diario La Nación. 

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