miércoles, 20 de julio de 2016

Olvidar permite profundizar el aprendizaje, filtrando la información que nos distrae y permitiendo algún olvido que, después de reutilizarlo, aumenta el poder de recuperación y almacenamiento.

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Aprendizaje 4G: Neuro-estrategias para optimizar el aprendizaje de nuestros alumnos (primera parte).

Olvidar permite profundizar el aprendizaje, filtrando la información que nos distrae y permitiendo algún olvido que, después de reutilizarlo, aumenta el poder de recuperación y almacenamiento.

Artículo de uso libre, sólo se pide citar autor y fuente (Asociación Educar).

El olvido parecería ser el peor enemigo del aprendizaje, sin embargo no lo es. Esta acción involuntaria tiene grandes ventajas: una de ellas es su función de filtro antispam muy sofisticado, ya que bloquea los datos triviales. 
Utilizamos este “tamiz” para cambiar la contraseña de la computadora, y de este modo impedimos que la antigua clave nos dé vueltas por la cabeza; también para aprender un nuevo idioma debemos mantener a raya las palabras equivalentes en nuestra lengua natal. 
Actualmente se postula la nueva teoría de “olvidar para aprender”. 
Para comprender este novedoso razonamiento veamos su contexto histórico. 
En 1885, el psicólogo Hermann Ebbinghaus publicó (fruto de lo que podríamos definir como el primer laboratorio de aprendizaje) una curva del olvido; es decir, realizó una gráfica de la pérdida de la memoria con el paso del tiempo. 
Para esta investigación, Ebbinghaus creó un catálogo de 2.300 sonidos sin sentido. Eran sílabas sueltas como RUR, HAL, MEK, etc. 
Luego comenzó a memorizarlas, fijándose cuántas repeticiones necesitaba para recordar toda la lista. Posteriormente describió una manera sencilla de calcular el porcentaje olvidado después de una sesión de estudio. 
Veamos un ejercicio: 
Dedique cinco minutos a leer cuidadosamente los versos que aparecen a continuación (fueron extraídos del poema El naufragio de Hesperus, de H.W. Longfellow). 
Al alba, en la playa desierta,
un pescador atónito miraba
la forma de una bella joven
sujeta a un mástil que en el mar flotaba. 
La sal marina se congeló en su pecho,
en sus ojos las lágrimas saladas,
y vio su pelo, como las pardas algas,
que entre las olas subía y bajaba.
Así fue cómo naufragó el Hesperus,
inmerso en nieve y la tiniebla.
¡Cristo nos guarde de esta muerte aciaga,
en la costa de la angustia del Normando!
Ahora deje el poema y distráigase unos cinco minutos. Luego, siéntese y ponga por escrito todos los versos que recuerde. Guarde el resultado (lo necesitará más tarde). 
Este fue el examen que el profesor P.B. Ballard les hizo a sus alumnos de primaria a principios del 1900. Los sometió a otra evaluación sorpresa dos días más tarde y sus puntuaciones mejoraron un 10%. 
La mejoría era una contradicción radical de la teoría de Ebbinghaus. 
La memoria se potenciaba durante los primeros días sin necesidad de estudiar más, y en general los alumnos solo empezaban a olvidar al cabo de cuatro días. 
Por lo tanto, la memoria no presenta una sola tendencia con el paso del tiempo, sino dos. Lareminiscencia, como la llamó Ballard, es una especie de burbujeo o crecimiento de datos que no recordamos haber aprendido. Ambas predisposiciones se manifiestan en los días posteriores a nuestro intento de memorizar algo. 
¿Qué es lo que está pasando? Una explicación la encontramos en Ebbinghaus. Había utilizado sílabas carentes de sentido. El cerebro no tiene ningún archivo con el cual relacionarlas y por esto el sistema nervioso no puede retenerlas durante mucho tiempo. 
Recordemos que el olvido no es solo un proceso pasivo de decadencia, sino también uno activo de filtrado. Trabaja para bloquear la información molesta. Las sílabas sin sentido son ruido, mientras queEl naufragio del Hesperus no lo es. El poema puede insertarse en una malla de circuitos neuronales que representan palabras y conceptos que conocemos. 
Esto explicaría por qué hay una diferencia entre la eficacia con la que recordamos sílabas sin sentido y un poema. 
Además la reminiscencia requiere de tiempo. 
En una investigación realizada por el docente M. Erdelyi, un grupo de jóvenes intentó memorizar sesenta dibujos. El grupo hizo una prueba inmediatamente después de verlos y la puntuación fue de 27.
Diez horas más tarde, de 32; un día después, de 34 y, al cabo de cuatro días, ascendió a 38, en donde se estancó. 
Asimismo, un grupo testigo que estudió sesenta palabras pasó de 27 a 30 vocablos luego de las primeras diez horas y posteriormente no hubo mejorías en los resultados. Sus puntuaciones descendieron con el paso de los días. 
Para explicar porqué mejora con el tiempo el recuerdo de las imágenes mientras que el de una lista de palabras no el psicólogo cognitivo R. Bjork desarrolló la teoría de “olvidar para aprender”. 
El principio de esta hipótesis es que toda memoria tiene dos capacidades: una para almacenar y otra para recuperar. El poder de almacenar es la medida de lo bien que se ha aprendido algo. Aumenta con el estudio, aunque muchísimo más con el uso. La capacidad de almacenamiento es enorme. 
Esto no quiere decir que todo lo que oímos, vemos o decimos lo acumulemos para siempre. Más del 99% de las experiencias son pasajeras: el cerebro solamente retiene lo que le es relevante. 
Con respecto a la información intrascendente, de vez en cuando nuestro cerebro nos envía un susurro de minucias que nos dejan perplejos. 
Les voy a dar un ejemplo. Mi profesor de música de primer año de la secundaria me obligó a estudiar de memoria el himno a San Juan Bautista en latín ya que lo consideraba importante porque de allí salieron las notas musicales. 
Ut queant laxis
Resonare fibris
Mira gestorum
Famuli tuorum
Solve polluti
Labii reatum
Sancte Iohannes.
Y a pesar de que han pasado 47 años desde ese momento “pedagógico” no puedo olvidarme de esta información totalmente irrelevante.
Esto implica que los conocimientos no se “pierden” o desvanecen. 
En realidad lo que sucede es que no podemos acceder a él. Su poder de recuperación es bajo, o casi cero. 
Por otro lado, el poder de recuperación es una medida del grado de facilidad con el que una información viene a la memoria de trabajo. También aumenta con el estudio. Si no hay refuerzo el poder de recuperación se reduce enseguida y su capacidad es escasa comparada con el almacenamiento. 
En un momento dado, si nos ofrecen una pista, sólo podemos recordar un número limitado de cosas. 
Confrontada con la capacidad de almacenamiento, la de recuperación es voluble. Puede aumentar rápidamente, pero también disminuir con la misma velocidad. 
Una metáfora del almacenamiento y la recuperación es imaginar una fiesta multitudinaria a la que asisten todas las personas que haya conocido en su vida (y que tienen la misma edad que la última vez que las vio). Mamá y papá, su maestra de primer grado, los vecinos de al lado que se han mudado ayer, el señor que le dio la charla de educación vial cuando sacó por primera vez su registro para conducir, etc. 
La recuperación consiste en la velocidad con la que nos viene a la memoria de trabajo el nombre de una persona. El almacenamiento, por el contrario, en lo familiar que nos resulta ese individuo.
De mamá y papá nadie se puede escapar (recuperación y almacenamiento altos). El nombre de la maestra de primer grado probablemente no nos venga a la memoria de trabajo (recuperación baja), pero no cabe ninguna duda de que la que está allí es ella (almacenamiento alto). 
Por el contrario, los vecinos nuevos se acaban de presentar (“Briseida y Drac”, recuperación alta), pero aún no le resultan familiares (almacenamiento bajo). Con respecto al docente de educación vial, su nombre no le viene a la cabeza y también le costaría mucho señalarlo si formase parte de una fila de personas. Sólo le dio una clase de 40 minutos hace años (recuperación y almacenamiento bajos). 
Recuerde que el acto de encontrar y adjudicar el nombre a cada persona aumenta ambas capacidades. La maestra de primer año, una vez que uno la reintroduce en su memoria de trabajo, será fácilmente recuperable. Esto se debe a la faceta pasiva del olvido, el desvanecimiento del poder de recuperación con el paso del tiempo. Esta reducción facilita un aprendizaje más profundo una vez que se detecta de nuevo el dato o el recuerdo. 
Piense en la teoría de “olvidar para prender” como si hablara de hacer pesas para aumentar sus músculos. Hacer flexiones de bíceps los hará crecer, y, después de un día de reposo, estarán más fuertes la próxima vez que se ejercite. 
Además, cuanto más tengamos que esforzarnos por recuperar un recuerdo, mayor será nuestra capacidad para recuperar y almacenar (aprender) posteriormente. Esto se denomina el principio de dificultad deseable. 
Por lo tanto, tenemos la combinación de la liebre y la tortuga: recuperación veloz y almacenamiento lento y sólido. 
Volvamos al experimento de Ballard. El primer examen que hicieron sus alumnos no sólo medía en qué grado se acordaban del poema: también aumentó el poder de almacenamiento y recuperación del verso que recordaban. Sometidos inesperadamente a la misma prueba dos días después, la mayoría de los versos que recordaron en el primer examen volvieron a sus memorias de trabajo en forma clara y rápida y, como resultado de ello, sus cerebros tuvieron tiempo para ir a la búsqueda de más palabras, usando los versos a modo de guía. Por lo tanto, les fue mejor. 
Es cierto que este poema acabará desvaneciéndose si el cerebro deja de pensar en él, y los estudiantes no lo recordarán en absoluto. Pero un tercer y un cuarto examen anclarían el poema en la memoria con una mayor riqueza, dado que el cerebro (al que ahora se le exige que recuerde el poema en forma regular) seguiría buscando patrones dentro del poema y conseguiría desvelar dos versos más en cada nueva de evaluación. 
Pruébelo usted mismo después de uno o dos días. Anote todo lo que recuerde del poema sin repasarlo. Tómese el mismo tiempo que se dio al principio de esta nota. Compare los resultados. Si es como la mayoría, en el segundo examen recordará un poco más. 
Por favor, envié sus resultados a la Asociación Educar por email (laboratorio@asociacioneducar). ¡Muchas gracias! 
Bajada al aula: Olvidar permite profundizar el aprendizaje, filtrando la información que nos distrae y permitiendo algún olvido que, después de reutilizarlo, aumenta el poder de recuperación y almacenamiento. Varios exámenes espaciados anclan más aprendizaje. 
Bibliografía:
  • Murre JM, Dros J. Replication and Analysis of Ebbinghaus' Forgetting Curve. PLoS One. 2015 Jul 6; 10 (7): 22 – 39. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4492928/
  • Ballard PB. Oblivescence and reminiscence. British Journal of Psychology, (Monograph Supplements), 1913, 1(2).
  • Erdelyi, M. The recovery of unconscious memories: Hypermnesia and reminiscence Chicago: University of Chicago Press. Ericsson, K. A. (1992).
  • Bjork, R. A. (2011). On the symbiosis of learning, remembering, and forgetting. In A. S. Benjamin (Ed.), Successful remembering and successful forgetting: a Festschrift in honor of Robert A. Bjork (pp. 1-22). London, UK: Psychology Press.
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