martes, 23 de agosto de 2016

El oficio para toda la vida

http://emprendedoresnews.com/tips/el-oficio-para-toda-la-vida.html 
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¿Cuál es la tarea que deberremos realizar por el resto de nuestros días si queremos vivir más y mejores años? Piense: Esa tarea es  – – – – – – –
Hoy que conocimiento cambia radicalmente cada 5 años, si nos quedamos con lo que aprendimos, no podremos afrontar los desafíos del presente.
Algunas personas pueden seguir haciendo lo que siempre hicieron, porque todavía la tecnología nos los despidió, pero los jóvenes no se resignan a ese destino, tienen altas expectativas y se alejan de las tareas aburridas. Hoy es difícil que alguien nos ofrezca un empleo como en el pasado. Y si nos lo ofrecen, no será un empleo de por vida como ocurría en Japón. Si elegimos no aprender, el esfuerzo será menor, no tendremos compromisos y nos  sentiremos libres de problemas. Pero mientras nos detenemos, el resto del mundo  avanza y tarde o temprano nos quedaremos afuera, porque todo cambia: Cambian gobiernos, leyes, mercados, tecnologías, la competencia, los clientes, y sin aprender perderemos nuestro lugar en el mundo.
La ecuación hombre= tiempo ya no cierra. Un sabio del siglo xvii dominaba todo el saber de la época. Hoy ya no hay sabios, sino especialistas que tienen el martillo de su conocimiento y que, por lo tanto solamente pueden ver un clavo. El costo creciente de los libros, la escasez de tiempo y la explosión del conocimiento, implican la necesidad de un sistema distinto de acceso a la educación.
Paradojas del crecimiento. La vida pasa por las etapas: la de supervivencia (apenas uno se sostiene),  viabilidad (se sostiene por sí mismo), crecimiento (se crea una bola de nieve donde más lleva a más) y desarrollo  (no se crece más, pero se aprende a hacer más con menos recursos).
Estas etapas se intercambian en el tiempo, pero nunca está dicha la última palabra.  El final feliz de los sueños depende de cuándo termine la historia.  Es necesario no bajar nunca la guardia y administrar eficazmente el ciclo de vida en el que se hallan nuestros proyectos.
La brecha de habilidades. Es la diferencia entre lo que buscan las empresas y lo que saben hacer los postulantes a un empleo. Las  Asociaciones de habilidades requeridas son entidades que estudian dónde hay déficit y arman programas de capacitación especialmente diseñados. Es un recurso necesario para mitigar el desempleo y un instrumento para crear empleo joven, mientras esperamos la revolución educativa que está pendiente.
Pasamos los primeros 20 años de nuestra vida aprendiendo y una vez que entramos en el mundo laboral abandonamos la tarea. Eso nos desprotege frente a los cambios. Con los años la capacidad de aprender disminuye por mal uso o falta de uso del cerebro y lo que no se usa se pierde.
Y cuánto más necesitamos aprender, para estar actualizados, es cuando menos tiempo le dedicamos porque estamos invadidos por la información.
Como dijo Elliot: ¿dónde está el conocimiento que se perdió con la información? ¿Dónde está la sabiduría que se perdió con el conocimiento?
Hoy existen formas distintas de aprender, incluso a distancia, es una de las ventajas que brinda la tecnología. Si entendemos que la obsolescencia del conocimiento es cada vez más rápida también comprenderemos el beneficio de darle un lugar en nuestra agenda a actualizarnos. Dijo Alvin Toffler: “Los analfabetos del siglo XXI no serán los que no sepan leer y escribir, sino los que no sepan aprender, desaprender y reaprender
Con el título no alcanza. El diploma es una condición necesaria pero insuficiente, se necesitan adquirir habilidades blandas.  Las duras se concentran en el saber hacer.  Un diseñador gráfico debe saber usar Photoshop, un camarógrafo debe saber operar una cámara,  un programador debe conocer el software que usa la empresa. Hay gente con suficiente competencia profesional y con perfecta incompetencia social, son incompetentes bien preparados. La educación no les enseñó a vivir en sociedad y a convivir. Las habilidades blandas integran aptitudes tales como rasgos de personalidad, conocimientos y valores. Las más buscadas son las de comunicación, sociabilidad, creatividad, trabajo en equipo, ser responsable y honesto,  comprometerse con el trabajo, ser proactivo y generador de ideas innovadoras que ayuden a impulsar el crecimiento.
El oficio de aprender. Aprender es una tarea para toda la vida. Hay buenos hábitos como estudiar con suficiente anticipación, obtener información, aprovechar el tiempo libre. Hay que saber “navegar” en las aulas, en los textos y en internet. No basta con la escuela, es necesaria la cultura del ejemplo familiar. Saberes sobre cómo, cuándo y cuánto estudiar, relacionarse y desenvolverse no se enseñan en la escuela y son parte de un currículum oculto para saber preguntar, proponerse objetivos y revisar si se los cumple o no.
Aprender y emprender. Se supone que la educación proporcionará trabajo a nuestros hijos y al mismo tiempo será una fuente de empleo actual para los que dependen del sistema educativo. Los principios de la educación aplicables al trabajo fueron consagrados por la UNESCO en su informe sobre la educación del siglo XXI. Allí  privilegió las 4 A del aprendizaje: Aprender a ser, Aprender a aprender, Aprender a hacer, a trabajar, Aprender a convivir para promover la cohesión social, la solidaridad y la construcción de las identidades. Saber vivir juntos implica el descubrimiento del otro, de lo que siente y piensa; de la capacidad de trabajar en equipo, de superar obstáculos y de compartir proyectos comunes.
La UNESCO recurrió a la fábula de Jean de La Fontaine: El labrador y sus hijos: «Guardaos (dijo el labrador) de vender el patrimonio, dejado por nuestros padres, veréis que esconde un tesoro.» ¿Y cuál es ese tesoro? La educación es todo lo que la Humanidad aprendió sobre sí misma sobre las virtudes del trabajo a lo largo de la historia:  «El padre fue sabio al mostrarles, antes de morir, que la educación encierra un tesoro”.
Aprender se conecta con emprender. Esta relación debe estar orientada por el querer: al aprender a ser obtengo la de la energía, al aprender a aprender accedo a la de la excelencia, al aprender a hacer le doy más potencia a la E del esfuerzo, al aprender a convivir socializo la  E de estímulo. No hay mejor práctica que una buena teoría y una buena teoría se comprueba en la práctica. A tener éxito también se aprende.
La curva del olvido. En el siglo XIX, el psicólogo Ebbinghaus realizó experimentos para probar los límites de la memoria humana. Inventó las “sílabas sin sentido” -palabras creadas con letras al azar- y se dedicó a intentar memorizar miles de ellas. Su curva del olvido ilustra el rápido declive de nuestra capacidad para recordar lo que aprendemos: nuestros cerebros desechan la mitad de toda la información nueva en una hora. En 30 días, retenemos tan sólo entre el 2% y el 3%. Lo que Ebbinghaus descubrió fue que lo que olvidaremos es completamente predecible.
Muerto en vida. Más allá de la edad, si no tenemos desafíos ya estamos muertos. Y si los tenemos aprender es la única forma de alcanzarlos. Para enfrentar problemas hay que saber resolverlos. Y no aprendemos algo que no nos interese. Por eso es trascendental explicitar los intereses de forma consciente. Aprender es un medio para lograr un fin. Cuando conocemos los objetivos que nos interesan, entonces aprender se convierte en una herramienta para conseguirlos. Y es entonces cuando estamos motivados para aprender.En un mundo robotizado debemos aprender a hacer lo que las máquinas no pueden. Aprendiendo accedemos a lo nuevo, olvidamos lo que no sirve y generamos endorfinas que nos potencian. Aprender es algo personal e intransferible y que depende de nosotros. Saber nos lleva al pasado y aprender al futuro. La solución es aprender a aprender.
Exitosos sin felicidad. Muchas veces postergamos nuestros sueños por dinero. Viviendo a pleno querremos conocer la próxima estación de nuestra vida. De la infancia quisimos pasar a la adolescencia, y luego a la vida adulta. La muerte es tan solo un viaje más. Cuando se acerque el final sólo nos arrepentiremos por no haber ido detrás de  nuestros sueños. Todo lo que hacemos debe llevarnos a la felicidad, a la realización y nunca al sacrificio. Ser feliz es la gran tarea de nuestra vida. Cómo dijo Borges: “el gran error de mi vida fue no haber sido feliz”.
El costo de aprender. Estamos diseñados para economizar energía. La “resistencia al cambio” es la reacción natural del organismo en su intento de mantener el confort que brinda la rutina. Aprender requiere abandonar cosas que nos gustan y aprovechar lo que sabemos, es decir gestionar el conocimiento para adecuarnos a los cambios. Aprender es algo que ninguno puede hacer por nosotros. Es también la actitud de tener iniciativa. Nadie puede ser obligado a aprender, pero aprender genera un estado de euforia y neurotransmisores que mejoran el rendimiento. Aprender nos dispara hacia el futuro, en cambio la memoria nos conduce hacia el pasado. Aprender a aprender es sostener la curiosidad que teníamos de niños.
Mentes brillantes. Si los vemos jugando en la plaza, son chicos, como cualquiera. Pero en ellos se esconden “mentes brillantes”: son chicos que aprendieron a leer solos, que tocan el violín o van a clases de chino, que leen partituras o piden microscopios para analizar bacterias. Son “superdotados” –tienen altas capacidades intelectuales–, pero siguen siendo chicos. Un “superdotado” tiene un coeficiente intelectual igual o superior a 130, cuando la media es de entre 90 y 110. Lo tienen sólo un 2% de las personas.
Einstein se divertía haciendo castillos de naipes de varios pisos, lo que iba más allá de las cartas como objeto. Lo que mejor se aprende es lo que uno hace y no tanto lo que se tiene, lo que se ve o lo que se escucha. Un día, el pequeño Einstein estaba enfermo en la cama, su papá le regaló una brújula y se puso a jugar con su aguja, y notó que siempre apuntaba al mismo lugar. Así entendió que había fuerzas que impulsaban las cosas donde aparentemente no había nada. Ya de grande, Einstein atribuyó sus grandes logros  a la capacidad de mantener el asombro infantil más que a su coeficiente intelectual. Y esa capacidad de asombro, está en los ojos de todos los chicosDebemos cultivarla.
El conocimiento crece si lo compartimos. El que juega para sí mismo no logrará que sus compañeros compartan su conocimiento con él y estancará su aprendizaje. Es necesario diseñar una estrategia que asegure el aprendizaje permanente. Aprender no es algo tedioso, sino seguir lo que nos apasiona sin tener miedo, interrogarnos y dejarnos llevar por la curiosidad. Aprender es un ejercicio de libertad para saber lo que queremos, que puede y debe ser entretenido aunque no todo juego sea aprendizaje. El aprendizaje es el principal instrumento del hombre.
Somos el ser vivo que mejor aprende. En sus orígenes aprender fue sinónimo de supervivencia. Tuvimos que aprender a luchar con enemigos más fuertes, a domesticarlos y crear conocimiento para lidiar con enfermedades y catástrofes. La tecnología demuestra de capacidad de aprendizaje.
Si disfrutamos de una vida mejor es gracias a que las generaciones anteriores aprendieron a asegurarnos el bienestar. Una civilización avanza más que otras si basa su predomino en su capacidad de aprender. El poder inteligente es el querer más eficacia.
Si no queremos aprender, no aprenderemos.  Si no sabemos aprender no se desarrollará el empowerment, que es el poder interior que se bloquea al no acoplar las inteligencias complementarias a la inteligencia principal, que es la del autoconocimiento. Para evitar el bloqueo de la energía psíquica hay que integrar las inteligencias creativa, estratégica, ejecutiva, social y digital. Así es como el  espíritu se convertirá en materia
El hombre no es fuerte cómo los animales poderosos que lo precedieron, no nada bajo el agua como el pez, no vuela como el pájaro, ni puede cambiar de colores como el camaleón, requiere de sus padres para sobrevivir; y sin embargo conquistó al planeta. Ese gran poder lo obtuvo gracias a su capacidad de comunicarse de una forma que ninguna especie pudo imitar. Mediante la invención del lenguaje verbal logró compartir ideas, teorías, conocimientos, miedos y esperanzas. El hombre es el único ser que pudo grabar el alfabeto en su cerebro (nunca se pudo entrenar a un animal para que lea). Su importancia se refleja en la frase de Borges: “no somos lo que somos por lo que escribimos, somos lo que somos por lo que leemos”. Newton lo expresó con otras palabras: “no soy un genio, estoy parado sobre las espaldas de gigantes”
La chispa de la vida. Nunca hay que pagar la llama que tanto costó encender y mantener. Apagarla es morir en vida, no hay que dejar que eso suceda. Esa chispa desea renacer de la mediocridad y de la chatura. El amor por algo o por alguien enciende o aviva la chispa y la convierte en llama. Comienza por  encontrarle el sentido al existir. Cada día bien vivido,  nos hará crecer, revitalizará y fortalecerá el espíritu siempre que se elija vivir de verdad. Es necesario generar la chispa o cuidar la llama del fuego interior hay que alimentar el espíritu con el combustible idóneo.
Cuando los países se refieren a la dificultad asumir procesos de cambio,  reconocen que la gente se acostumbra a hacer las cosas  que siempre han hecho y les ha funcionado y no sienten deseos de progresar. No quieren cambiar porque están cómodos, les falta el deseo. Empiezan a morir si dejan de soñar y por ende de aprender. Sin aprender dejan de existir y pasan a hibernar. Para vivir y aprender es necesario preguntarse; ¿Cuál es la razón de mi vida, cuál es el motivo que me conduce a aprender? Resuelva ahora el acertijo que encabeza esta nota:
¿Cuál es la tarea que deberemos hacer por el resto de nuestros días para vivir más y mejores años? Esa tarea es:  – – – – – – – -.
Dr. Horacio Krell. CEO de Ilvem, horaciokrell@ilvem.com

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