jueves, 2 de junio de 2016

ANTONIO MACHADO

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Sevillano y ciudadano de varias localidades españolas y europeas en su vida, Antonio está considerado uno de los mejores poetas en lengua castellana, incluido en la llamada Generación del 98. Su familia, numerosa, era de inquietudes culturales intensas. A los ocho años, se trasladaron a Madrid y las ideas familiares empujaron al joven poeta a formarse en la Institución Libre de Enseñanza, donde le influyen las visiones de Giner de los Ríos, Cossío o Sela. Pasa también por la Universidad.
Cuando fallece su abuelo, la familia sufre un revés económico y Antonio y su hermano Manuel se integran en la vida bohemia madrileña: tertulias, cafés, tablaos… les acercan a los intelectuales y a las obras de la época, desde Valle-Inclán a Villaespesa. Incluso, Antonio forma parte de compañías teatrales, como la de María Guerrero, sin ninguna trascendencia.
Con su hermano Manuel, también visitaría dos veces París, y trabajarían para la Editorial Garnier, a la par de conocer a otros artistas, como Pío Baroja o Juan Ramón Jiménez. En la capital francesa, se empapó de los idearios modernista y simbolista, presentes en su poesía. Así, colaboró asiduamente en revistas como Helios, Blanco y Negro o La República de las Letras, y publicó “Soledades. Galerías. Otros poemas”, una ampliación de su primer libro de poemas, en 1907. Por esa época, se muda a Soria para enseñar francés en el instituto de esa ciudad. Es allí donde el profundo sentir castellano se cuela en la siguiente obra del poeta, “Campos de Castilla”. También, contrae matrimonio con la joven Leonor, el amor de su vida, quien, por desgracia, muere de tuberculosis dejando a Machado en pena máxima.
Pasa por el instituto de Baeza (Jaén) y después por el de Segovia. Pese a ser elegido miembro de la Real Academia Española de la Lengua, nunca tomó posesión de su sillón. En los albores de la Guerra Civil, él y su familia fueron acogidos primero en Valencia y después en Barcelona, para partir hacia el exilio en Francia. Con todo, Antonio Machado, enfermo, no aguantó el viaje y murió apenas llegar a Colliure, en 1939.
Machado hablaba así:

Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar.

Poned atención: un corazón solitario no es un corazón.

Ni el pasado ha muerto 
ni está el mañana,
 ni el ayer escrito.

Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien.

Hoy es siempre todavía.

Todo lo que se ignora, se desprecia.

Para dialogar,
 preguntad primero; 
después… escuchad.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Los conceptos son de todos y se nos imponen desde fuera; las intuiciones siempre son nuestras.

El ojo que tú ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque él te ve.

Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas.

Feliz semana,
Álex Rovira

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