lunes, 22 de agosto de 2016

AUTOMÓVIL, GAME OVER

http://xavierferras.blogspot.com.uy/2016/08/automovil-game-over.html 

El automóvil, “la máquina que cambió el mundo” según un histórico libro del MITestá llegando al final de su ciclo de vida tan como lo conocemos. A lo mejor, 100 años después de su nacimiento, por primera vez haga honor real a su nombre y se convierta en un verdadero “auto-móvil”  (móvil autónomo). Porque parece que el nuevo paradigma de vehículo autoconducido va de veras.

En pocos años, usted se abonará a una compañía (la Uber del futuro, a la que sin duda le surgirán múltiples competidoras) y programará sus necesidades de movilidad. Cada día, a primera hora, un vehículo autoconducido (sin conductor) le pasará a buscar puntualmente por su casa. En su tarifa, usted decidirá si quiere ir solo (tarifa premium) o acompañado (low cost). Potentes algoritmos integrados decidirán la ruta para asegurar que llega puntual a su destino. El centro de control de su empresa de movilidad le asignará un slot de salida y una ruta, como si se tratase de tráfico aéreo. Los atascos dejarán de existir, pues los programas informáticos de control los podrán anticipar y evitar, descongestionando las zonas problemáticas. También dejaremos de ver semáforos en las calles, dado que los robots no necesitan interpretar visualmente luces verdes o rojas: bastará un bit activado por el centro de control (¿vemos semáforos en las pistas de despegue de aviones?). 

Despreocúpese también de pinchazos. En caso de avería, otro vehículo de la flota será movilizado inmediatamente para recogerle y continuar cómodamente su trayecto (ya se encargará el sistema de mantenimiento corporativo de rescatar y reparar el antiguo). Si llega tarde a su destino, recibirá una bonificación. Y, a final de mes, le llegará una factura a su domicilio de consumo de movilidad en función de los kilómetros recorridos.

El nuevo paradigma será mucho más eficiente medioambientalmente y en la gestión de recursos. No será necesario comprar un automóvil. Bastará con subscribirse a unservicio de movilidad. Eso significará que, progresivamente, dejaremos de ver vehículos propios en las calles,y cada vez más veremos automóviles corporativos autoconducidos. Hasta el punto que, en unos años, sólo circularán estos últimos. Flotas de robotáxis sin conductor serán los únicos coches que veremos en las carreteras. Cuando desee desplazarse, a través una appmóvil comunicará su trayecto y, en unos minutos, el robotaxi disponible más cercano le vendrá a recoger. La dinámica del sector será de unas pocas grandes compañías con inmensas flotas, compitiendo en velocidad y calidad de servicio por el usuario. Pero la desaparición del vehículo como instrumento de propiedad individual tendrá otras repercusiones: muchos menos vehículos a nivel agregado, con la descongestión que eso significa. De hecho, el coche personal suele ser un activo de muy poco uso medio. Algunos especialistas yaanticipan caídas masivas de las ventas. Veremos flotas ultra-optimizadas informáticamente (en un nuevo ejemplo de la emergente sharing economy – economía colaborativa), y la liberación de inmensos espacios urbanos (¡se acabaron también los párkings!).

Las tecnologías clave del sector serán otras. Los vehículos serán similares a grandes ordenadores móviles, dotados de baterías eléctricas y completamente softwarizados. Que tiemblen las petroleras. Países como Holanda y Noruega se plantean ya prohibir la circulación de coches de combustiónhacia 2030. La ola de destrucción creativa amenaza a las gasolineras y, quizá, a las autoescuelas. ¿Desaparecerán los permisos de conducir, si los robots conducen por usted? ¿Terrorífico? Quizá no tanto, al fin y al cabo un autómata no bebe alcohol ni revisa sus e-mails mientras conduce. Tampoco se dará licencia a robots de 80 años, ni habá novatos en la carretera. Además, sistemas de seguridad redundantes (con medidas superpuestas a través de radar, láser y ultrasonidos) garantizarán la seguridad en la conducción.  Si algo no se podrán permitir los líderes del nuevo modelo será un fallo de seguridad. Cientos de millones de dólares de capital riesgo dependerán de ello. El efecto en el prestigio de la marca sería mediáticamente tan catastrófico como un accidente de aviación. Los sistemas de seguros cubrirán la compañía de servicios con garantías astronómicas, multimillonarias, en caso de fallo informático. El modelo significará también un revulsivo para los sistemas de transporte público. ¿Serán necesarios? Probablemente se conviertan en una extensión a bajo coste de los servicios privados.

Uber está lanzando ya un proyecto piloto del nuevo modelo en Pittsburg, con vehículos sin conductor. Entramos en una era de efervescencia en un sector tan aparentemente sólido y estable como el del automóvil. Un sector que ha sido piedra angular de la industrialización de las naciones avanzadas, y una gran escuela de buenas prácticas. Pero hoy las grandes marcas de automoción parecen haber perdido el control de dos factores clave para su competitividad: las tecnologías de guiado y  posicionamiento que dominarán el futuro, y las nuevas interfaces de usuario. El fin de automóvil como lo conocemos reconfigurará el ecosistema de movilidad, arrastrando fabricantes, proveedores,  cadenas de distribución de combustible, talleres auxiliares, aseguradoras y servicios de párking, entre otros. El dominio de la movilidad de usuario puede favorecer el asalto de todo el sector logístico y de transporte de bienes en una segunda fase.

Si pregunta a especialistas del sector, le dirán que este escenario es imposible. Precisamente porque son  especialistas (insiders) del modelo actual, y jamás han visto (ni quieren ver) otra realidad. Las rupturas tecnológicas nunca son anticipadas con facilidad. Nadie podía imaginar en 1980 la revolución de PC. Ni en 1990 la de internet. Ni en 2000 la de los smartphones. Y si cree que este radical cambio de paradigma jamás será aceptado espere a tener que tomar la decisión de comprar un nuevo vehículo y ver que a su vecino cada día le pasa a buscar un automóvil robotizado de última generación, ultraconfortable, autoconducido, con espacio de business center interno para que pueda revisar la prensa o sus e-mails mientras va al trabajo por una tarifa plana de 50 € mensuales. 

Iremos directos al nuevo modelo. El paso intermedio que nos imaginamos, el vehículo eléctrico propio, tiene una debilidad fundamental que se ha comentado muy poco: ¿podría una ciudad como Barcelona recargar por las noches, a la vez, un parque de millones de automóviles propios enchufados en los garajes? No habría energía suficiente, así que se requiere un cambio de modelo económico. El modelo Uber puede significar al automóvil lo que el PC a la máquina de escribir, la fotografía digital a Kodak, el iPhone a la telefonía móvil o Amazon a Noble & Barnes. 

Como un rápido sprint olímpico de 100 metros, actualmente, nada menos que 19 grandes empresas avanzan a toda prisa para dominar el nuevo escenarioNuestros nietos quizá se sorprendan y crean que era una insólita práctica neolítica el hecho de que sus abuelos compraran ruidosos automóviles de gasolina y los guardaran en extraños habitáculos adyacentes a su casa.

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